Aunque
el estudio del paleoclima de La Tierra revela que el proceso de cambio para el
final de la glaciación de Würm y la entrada a un nuevo período interglaciar fue
progresivo y constante ya desde finales del máximo glacial, apreciándose un
aumento de temperaturas medias en torno a 1’5 º por milenio, el punto de
inflexión que transformó drásticamente esa dinámica vino a producirse, como
explicaba en un post anterior, hace unos 12.900 años, creyéndose actualmente
que fue la caída de un gran meteorito conocido como “Cometa Clovis” lo que provocó una aceleración hacia el tránsito
definitivo.
La
reacción en cadena, los efectos de esa caída sobre nuestro planeta, se
tradujeron en una serie de cambios y catástrofes naturales acumuladas, de
enorme magnitud, producidos en lo que sin duda fue un brevísimo espacio
temporal, al menos geológicamente hablando.
Si
en un principio los efectos derivaron en un retorno a las duras condiciones
glaciares de milenios anteriores, la consecuencia final de tales alteraciones fue
precisamente la opuesta, produciéndose algún evento que liberó las corrientes
oceánicas o incluso propició fenómenos como seísmos, vulcanismo y hasta el
movimiento de la corteza terrestre, haciendo que el deshielo tomara una
velocidad vertiginosa, modificando así la configuración de buena parte de las
tierras del planeta y sus climas.
Según
la Carta Estratigráfica Internacional el inicio de este cambio drástico a un
nuevo ciclo tuvo una fecha muy definida, hace ahora exactamente 11.784 años.
La
temperatura de la Tierra se suavizó de forma muy notable, lo que supuso la
retirada bastante acelerada de los glaciares y un aumento considerable del
nivel del mar, y ello permitió la comunicación de los océanos y el cambio de las
corrientes marinas por esos pasillos surgidos en la retirada de los grandes
hielos que bloqueaban el flujo entre unos y otros.
Muchas
zonas terrestres, ya fueran insulares o continentales, quedaron desde entonces
por debajo del nivel de las aguas, a mayor o menor profundidad.
Se
cree que el aumento del nivel del mar no se produjo de forma uniforme a lo
largo de un período posterior, sino que más bien hubo varios momentos
puntuales, rápidos y bruscos, alternados por otros progresivos.
La
mayor parte del deshielo y por tanto del aumento del nivel del mar tuvo lugar
entre el 12.000 y el 7.000 antes del presente.
Parece
ser pues, que dicho aumento de las aguas marinas desde el último máximo glaciar
ha llegado a los 120 metros, si bien fue en torno al 11.784 B.P. cuando se
produjo un momento puntual de gran elevación del nivel de las aguas, de forma
abrupta, con una media de 50 metros.
Icebergs a la deriva. |
Desaparecieron
así los puentes que comunicaban continentes, como el de Bering, entre Siberia y
Alaska, la gran masa terrestre de Sunda, que unía lo que son hoy las islas de
Indonesia con Indochina, o la de Sahul, de Nueva Guinea y Australia.
Otras
zonas siguieron este mismo proceso de forma más progresiva, a lo largo de los
milenios, si bien se conoce otro gran repunte producido hace unos 7.000 años
que afectó notablemente a determinadas áreas del planeta, como las tierras que
entonces bordeaban un Mar Negro mucho más reducido que el actual, o al puente
de La Mancha, que terminó sumergido bajo las aguas, lo que supuso que las Islas
Británicas quedaran desde entonces definitivamente separadas entre ellas y el
continente europeo, por citar algunos de los ejemplos más sobresalientes.
En
nuestro país este efecto de la crecida del nivel marino afectaría de manera
especial a tres áreas concretas, la Costa Cantábrica, el Golfo de Cádiz, y el
Golfo de Valencia-Delta del Ebro, inundando zonas bajas que sólo volverían a
recuperar cierto terreno en algunos casos, pasados muchos milenios, con el
aporte sedimentario de ríos como el Guadalquivir, el Ebro y el Júcar, o a
través de la acción del ser humano, que fue ganando tierra desecando humedales,
lagunas y marjales costeras, en provecho de la agricultura.
Este
cambio de ciclo, desde un punto de vista secuencial a escala geológica, no
tendría en sí mismo mayor trascendencia que cualquier otro de los observados
durante el Período Cuaternario, así que bajo este prisma, el actual Holoceno
podría quedar perfectamente incluido como una etapa interglaciar más del
Pleistoceno.
El
último período interglaciar anterior, el del Riss-Würm, comenzó hace unos
140.000 años y finalizó en torno al 100.000 B.P., con una duración aproximada
de cuarenta mil años hasta el inicio de la última glaciación conocida, que como
sabemos, se prolongó por unos noventa mil años.
Siguiendo
más o menos este patrón cíclico, llevamos unos diez o doce mil años de período
interglaciar, sin alcanzar máximos prolongados, si bien alrededor del 7.000
B.P. se alcanzó un pico muy puntual, de un par milenios, hoy conocido como Óptimo Climático Holocénico, con una
variación de las temperaturas medias respecto a las actuales estimada entre +0’5º
y +3º, llegando a cifras muy similares a los máximos de anteriores fases
interglaciares.
Una
predicción geológica estimada, basada en anteriores fases, establecería que,
grosso modo, todavía nos quedarían por delante unos treinta mil años de etapa
cálida interglaciar, y que aún deberíamos llegar a un período prolongado por milenios,
de calentamiento global a escala planetaria, de entre dos o tres grados por
encima de las temperaturas medias actuales.
Tras
ello, en el futuro, y como sucede con mayor o menor periodicidad desde inicios
del Cuaternario, una nueva Glaciación debería dar inicio en nuestro planeta de
nuevo, para asentarse durante unos cien mil años…
Si aún quisiéramos precisar más, podríamos incluso atender a la tendencia de reducción temporal de la alternancia de ciclos, en ese caso el actual interglaciar Holoceno podría tener una duración de alrededor de 20.000 años o incluso bastante menos, así que no quedaría mucho para su fin, tras el cual llegaría un período glaciar bastante más corto que los anteriores, de aproximadamente cuarenta o cincuenta mil años.
Si aún quisiéramos precisar más, podríamos incluso atender a la tendencia de reducción temporal de la alternancia de ciclos, en ese caso el actual interglaciar Holoceno podría tener una duración de alrededor de 20.000 años o incluso bastante menos, así que no quedaría mucho para su fin, tras el cual llegaría un período glaciar bastante más corto que los anteriores, de aproximadamente cuarenta o cincuenta mil años.
De cualquier modo, el distinguir hoy en día el Holoceno del Pleistoceno, como etapa
diferenciada dentro del Período Cuaternario, sólo tiene un sentido, el de
contemplar los drásticos cambios acontecidos en los ecosistemas, la vegetación
y la fauna, producido a escala planetaria a partir del impacto y relevancia de
la acción del humano moderno…
Y
es que el tránsito cíclico del glaciar würmiense al interglaciar holocénico
actual tuvo consecuencias de gran alcance para las especies vegetales y animales que
poblaban la Tierra, pero que no eran ni deberían haber sido en sí mismas, distintas de las que ya se habían producido con
anterioridad en numerosos procesos similares.
Sin
embargo, la presencia de la variable humana jugaría un papel determinante en el nuevo escenario.
El alcance de esta crisis de enorme magnitud, por otro lado, sí pudo tener en las
poblaciones humanas, que en Europa, y desde el Magdaleniense, se concentraban
principalmente en la costa, un efecto tremendo, devastador.
En
períodos relativamente cortos de tiempo, las diversas especies faunísticas de clima glacial tuvieron que
adaptarse a las nuevas condiciones o bien refugiarse en zonas donde aún se
conservaba su hábitat idóneo de forma aislada.
Las
áreas planetarias más perjudicadas fueron aquellas intermedias, que normalmente
no quedan adscritas de forma fija a un clima frío o a uno cálido.
En
condiciones normales, hasta entonces naturales, las especies de climas fríos
iban quedando recluidas en el área cercana al polo norte, en el caso de Eurasia
y Norteamérica, en el Himalaya, en el caso del Asia Central, mientras que otras, puntualmente, conseguían sobrevivir en enclaves montañosos significativos como las
Rocosas norteamericanas, los Andes sudamericanos, o hasta los Alpes europeos,
por poner algunos ejemplos.
Por
el contrario, las especies templadas, acantonadas durante el período glacial,
encontraban ahora su oportunidad de reconquistar territorios en esas áreas
intermedias.
Pero
en esta ocasión algo no salió como hasta entonces…
Fauna glacial. |
El
África subsahariana, el Asia Tropical, e incluso Australia, notaban menos los
efectos climáticos de una glaciación, traducidos en todo caso en aumento de la
sequedad y las condiciones esteparias o de sabana semi-desértica, que con la
llegada del interglaciar volvían a retomar la selva o la sabana arbustiva.
Tanto
en África como en el Asia Tropical, esa menor incidencia climática en grandes
territorios con continuidad, y la aparición o llegada temprana de Homo sapiens, supusieron, en definitiva,
que pudiera mantenerse una muy buena representación de megafauna que
prácticamente ha llegado hasta nuestros días o épocas muy recientes.
Sin
embargo, en el resto de territorios a nivel planetario, la llegada e impacto
del humano moderno, sumado a notables períodos de cambios ambientales, había
tenido ya, e iba a tener a partir de entonces, un efecto devastador sobre el
medio no conocido durante los millones y millones de años que precedieron a tal
evento de expansión humana.
Hemos
ido viendo cómo afectó la llegada de Homo sapiens al continente europeo en
45/40.000 B.P., cómo “casualmente” (o más bien causalmente) desaparecieron para siempre del registro
especies templadas que hasta entonces habían sobrevivido a máximos glaciares,
para llegado un nuevo interglaciar, reconquistar territorio, véase elefantes de
colmillos rectos, rinocerontes de estepa, hipopótamos, neandertales…
Ahora
esas especies ya no podían volver a ocupar el nicho de la megafauna templada en
el continente.
Por
otro lado, las especies frías, acantonadas ya en sus refugios norteños,
contemplarían cómo el humano moderno llegaba también hasta sus enclaves de
supervivencia al límite, y sufririían la rápida transformación de los mismos por el efecto que
pudo producir la simple extinción o disminución de alguna especie
significativa, mantenedora de los ecosistemas (véase el mamut lanudo), relacionada
una vez más con nuestra aparición e impacto, de modo que la desaparición de un solo eslabón de esa
cadena, la falta de una pieza del engranaje, pudo alterar las condiciones para
un efecto cascada de extinción que afectaría a una gran parte del resto, como
vimos en la serie dedicada a El Gran
Norte.
Recreación de la caza del mamut de Columbia. |
En
Norteamérica y Sudamérica, la irrupción en número significativo de oleadas
humanas, a través del Beringia, entre 14 y 12.000 B.P., aniquilará no sólo a
las especies de clima frío que ahora se acantonaban en áreas refugio, sino a
aquellas templadas que ahora debían comenzar su reconquista americana, de tal
modo que entre 14.000 y 7.000 B.P., bien entrado ya el Holoceno incluso,
desaparecerá la práctica totalidad de megafauna propia de América, coincidiendo
con el asentamiento a gran escala de Homo sapiens desde Alaska a la Patagonia,
tal y como ya había sucedido en Australia a la llegada del humano moderno, hace
entre 60 y 50.000 B.P., , pues en un período de unos diez milenios a partir de
entonces, coincidente con un aumento de la sequedad en la gran isla continente,
desapareció también toda la peculiar megafauna del Sahul.
Sin
embargo Europa aún tenía posibilidades de recuperar su megafuana, y éstas
pasaban por acoger a especies templadas que desde inicios del Holoceno, y en
períodos temporales amplios, habrían avanzado desde África y Asia Meridional
hasta el continente, como en tantas y tantas otras oleadas migratorias
expansivas había sucedido en el pasado.
Pero
una vez más, el humano moderno cercenaría con su impacto ese avance, al cortar
las vías de paso en un proceso de Revolución de especie que iba a llevar a la
Humanidad hacia la puesta en práctica definitiva y consolidación del fenómeno
agrícola-ganadero, conocido como Neolítico, que tuvo su primera fase Mesolítica
desde el inicio del Holoceno, y que será el primer paso para establecer las
ciudades-estado que a la postre desembocarían en las primeras grandes
civilizaciones conocidas, de Oriente Próximo y Egipto, las dos principales
zonas por las que debía haber retornado la gran megafauna hacia Europa.
Esto,
a su vez, repercutirá directamente en el continente, que desde entonces conocerá
la expansión sin precedentes del bosque, ya sin controladores faunísticos que
pudieran generar los espacios más o menos abiertos, tipo sabana, que hasta
entonces habían predominado en el continente durante las fases interglaciares.
Neolítico, proceso de adopción y consolidación de la agricultura, la ganadería y los asentamientos permanentes como nuevo modelo económico y social de la Humanidad. |
El
tránsito al Holoceno supuso, en definitiva, un período de grandes cambios climáticos
globales concentrados en un corto período del tiempo, que llevaría a una parte
de la Humanidad a superarse y adoptar nuevos estilos de vida hasta entonces
desconocidos o no tenidos en demasiada consideración, suponiendo la aparición,
o cuando menos el asentamiento definitivo de la agricultura y la ganadería
como nuevos modelos principales de economía de subsistencia en detrimento de
la caza y la recolección, y tan relevante habría de llegar a ser esta etapa
para nuestra especie, desde su inicio hace más de once mil años y hasta el
presente, concentrando en ella todo lo que entendemos como Historia, que el
interglaciar actual queda clasificado como una nueva Época Cuaternaria, muy
diferenciada del Pleistoceno, al menos desde la perspectiva humana, y quizá
sólo entendible como tal desde ésta.
Escena del "Diluvio Universal". |
Pero
si la arqueología y otras disciplinas, como las ambientales, paleontológicas o
paleobotánicas, han definido bastante
bien esa época de cambios, me gustaría centrarme también, en alguna futura
entrada, en aquellos posibles testimonios que de alguna forma pudo dejar la Humanidad
de esos tiempos, que como bien sabemos no pueden considerarse Historia al no
quedar reflejados a través de la escritura en momentos antiquísimos, pero que
seguramente, en el imaginario colectivo, fueron recogidos como acontecimientos de gran alcance por la
tradición oral, y transmitidos a través de mitos y leyendas desde los pueblos
antiguos, que más tarde los adaptarían a su propia historia, algunos incluso
mediante la escritura.
Pero éste, como digo, será tema para un futuro capítulo.
Crédito de imágenes:
Foto 1: Public Domain Images.
Foto 2: Public Domain Images.
Foto 3: Miguel Llabata.
Foto 4: Miguel Llabata.
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Foto 7:Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons (Ganadería) y Miguel Llabata (Cabañas).
Foto 8: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
EN VERDAD NO PENSÉ ENCONTRAR TANTO ME ENCANTA TODO LO QUE ES HISTORIA PERO DE LAS GLACIACIONES CRUSTÁCEOS PETRIFICADO MONTAÑAS DE DIFERENTES LUGARES CAÑÓN..EN lA RIOJA YENDO PARA CHILECITO,ME SIENTO MUY BENDECIDA AL PODER CONOCER TODO MI PAÍS DESDE LA COSTA ALA CORDILLERA.
ResponderEliminarQue buen trabajo. Podría entonces hablarse de una era nueva del Antropocentrismo, o seguimos con Holoceno?
ResponderEliminarHola Debby, bienvenido y gracias por participar.
EliminarPara mí, la concepción de “Holoceno” como algo sustancialmente distinto a “Antropoceno”, o por encima de éste, es errónea.
El concepto “Holoceno”, geológicamente hablando, sólo tiene sentido de dos formas, como Etapa y como Época, la segunda acepción, en mi opinión, totalmente infundada sin el componente humano de por medio, y, si atendemos a éste, entonces el Antropoceno comienza mucho más atrás en el tiempo.
El Holoceno no es en sí mismo, como interglaciar, otra cosa que una Etapa más dentro de la época del Pleistoceno, que a su vez se encuadra dentro del Período Cuaternario (aunque esto no sea oficialmente reconocido de este modo por simple antropocentrismo). El Cuaternario lleva como diferenciación del anterior período del Neógeno la nueva alternancia cíclica reciente de etapas glaciares e interglaciares.
Es decir, sólo estamos en un interglaciar más del Período Cuaternario, que perfectamente podría estar a su vez dentro de la Época del Pleistoceno, pero al que no se pude dar nombre compuesto como a los anteriores por el simple hecho de que todavía no ha llegado ni hemos bautizado a la próxima glaciación.
Imaginemos que a la próxima glaciación de dentro de algunos miles de años la denomináramos como "Glaciación Pyros", bien, en ese caso, actualmente estaríamos en el interglaciar "Würm-Pyros", es decir, aquella etapa templada-cálida ubicada entre la glaciación de Würm y la de Pyros.
Los interglaciares, generalmente denominados por el nombre compuesto del anterior glaciar y el posterior, también tienen su nombre propio, por ejemplo, el de hace 140-100.000 años, el Riss-Würm, es el Eemiense, pues bien, el actual en el que nos encontramos, este Würm-Pyros imaginario, sería el Holoceno en este caso.
¿Qué tiene pues el Holoceno de distinto para poder ser diferenciado por la Ciencia como Época propia del Cuaternario distinta a la pleistocénica, y no sólo como Etapa?, pues que la Ciencia consideró en su momento que había dos factores de gran calado que podían hacer pensar en el Holoceno (de forma muy antropocéntrica, evidentemente) no como una etapa más, sino como una nueva época diferenciada del Pleistoceno, dentro del Período Cuaternario, simplemente eso.
Y esos dos factores, bajo mi punto de vista, y el de muchos otros, se reducen a uno sólo. El impacto del humano moderno sobre el Planeta.
La Ciencia se fijó en la extinción masiva de especies, en la ausencia de fósiles de megafauna a partir del 11.700 B.P. aprox., en la desaparición de las grandes bestias, sin comprenderla, matizarla, distinguirla, relacionarla ni vincularla con lo poco que aún se sabía de la expansión de Homo sapiens por el planeta, a quien, por aquellas fechas, consideró como un simple “gusano” torpe y atolondrado, un bruto instalado en el primitivismo incapaz de influir de forma significativa sobre el medio que lo rodeaba.
EliminarY por si fuera poco, a partir de esos milenios, como respuesta milagrosa ante aquella “catástrofe ajena” producida únicamente por el Cambio Climático (Cambio Climático que era exactamente el mismo que se había producido en al menos cinco ocasiones más durante la existencia del Período Cuaternario…el paso a un nuevo Interglaciar), nuestra especie, el ser humano moderno, generó nuevas respuestas a partir de la Revolución Neolítica, comenzando su domesticación del Planeta Tierra.
Estos dos puntos de vista, que son uno solo, y que no son otra cosa que el nacimiento del Antropoceno, dieron el pistoletazo de salida para la aprobación del concepto “Holoceno” como algo distinto, como una nueva Época dentro del Período Cuaternario, más que el ser entendido como una Etapa más interglaciar dentro de la Época del Pleistoceno, y en mi opinión se falló al vincularlo simplemente en su gestación con el cambio climático, como algo ajeno al humano.
El Antropoceno, por tanto, no nace a partir de la Revolución Industrial en el S.XIX, como ahora se plantea, sólo se acentúa o se hace más patente. Ni siquiera nació con el paso al nuevo interglaciar actual hace 11.780 años, que sería lo concebible como Holoceno, coincidiendo con el cambio climático drástico…No.
El Antropoceno tuvo su germen, se gestó, con nuestra salida de África hace alrededor de 100.000 años, pero empezó su incidencia notable alrededor de 50.000 años antes del presente, cuando los humanos modernos fuimos llegando a los distintos territorios del Planeta y comenzamos a modificar drásticamente las condiciones de espacios y especies que hasta entonces habían mantenido una continuidad de nichos y equivalencias prolongadas no solo durante miles, ni cientos de miles, sino millones de años.
Primero la fauna y los ecosistemas australianos, hace entre 55.000 y 40.000 años, después los frágiles reductos templados de Europa, hace unos 40 a 20.000 años, y más tarde, los americanos y los de Eurasia, entre 15.000 y 11.500 B.P., para, posteriormente, seguir incidiendo con nuestro impacto a lo largo del nuevo interglaciar en el que aún hoy nos encontramos, cada vez con mayor intensidad y alcance.
Una vez más, el árbol nos impide ver el bosque, el verdadero alcance de TODAS las modificaciones desde su momento primigenio, originario, que alteró para siempre la “normalidad” del funcionamiento de especies y espacios a escala planetaria.
En realidad, el Antropoceno comenzó probablemente hace 100.000 años en una fase de bajo alcance, pero irrumpió ya con fuerza y consecuencias totalmente transformadoras desde hace 50.000, para intensificarse hace 10.000, y acelerarse como nunca desde hace 200 años.
Por lo tanto, y aunque hoy en día el Holoceno se entiende como el encabezado de este post, un cambio de Época, en realidad debería ser considerado algo totalmente distinto, una simple etapa interglaciar pleistocénica más que dio comienzo hace 11.780 años, totalmente influenciada y condicionada por el Antropoceno, que en todo caso, y si asumimos los criterios geológicos, sería lo que sí marcaría una nueva Época dentro del Período Cuaternario, distinta del Pleistoceno, con el ser humano como factor desencadenante que altera todo por su impacto, combinado en un principio con los factores de la propia Naturaleza, que hasta entonces siempre habían actuado sin producir eventos o transformaciones de tal calado, véanse por ejemplo los cambios climáticos de alternancia glaciar e interglaciar de todo el Cuaternario, que jamás afectaron a la extinción o desaparición absoluta de innumerables espacios y especies por nichos, y más tarde por los propios avances y desarrollos técnicos de una cada vez más sofisticada y transformadora sociedad humana.
Eliminar¡Un saludo!