Hemos hablado de
la posible reincorporación al medio de caballos, toros, bisontes y hasta
búfalos acuáticos, especies que desaparecieron de Europa en un tiempo
relativamente reciente y que no presentarían una gran dificultad de adaptación
a un territorio humanizado como ningún otro durante milenios.
Si los últimos
grandes mamíferos desaparecidos en el continente fueron el uro polaco, en el
S.XVII, el onagro y el saiga en Ucrania durante el S.XIX, y el caballo salvaje o tarpán en Rusia
(S.XIX), para nuestra Península Ibérica (exceptuando a la foca monje) la referencia es
el zebro, durante el S.XVI.
Llega pues el
momento de tomar en consideración a una importantísima especie que no ha dejado
descendientes domésticos, ni subespecies, y que ya no es posible devolver a sus
antiguos dominios, por más que el tema de la clonación pueda, no obstante,
abrir una vía de esperanza para un futuro aún lejano.
De momento
tenemos que contentarnos con intentar comprender todo aquello que conocemos
sobre el enigmático zebro y adaptarlo a aquellas especies “proxy” que mejor pudieran
suplir el nicho vacío que dejó tan emblemático animal extinto de la fauna
ibérica.