En
los últimos seis meses no he tenido mayor afición y dedicación en mis ratos
libres que el profundizar sobre esta misteriosa especie, desde que en ese estupendo rincón
de La Red, que tantas veces les he comentado es como una segunda "familia" (virtual
en este caso), Foro El Lince Ibérico,
se abriera el hilo sobre ¿Qué animal era
la encebra ibérica?.
Quiero
agradecer desde aquí la participación en el mismo a todos aquellos foreros que
han dedicado su tiempo (también a los exclusivamente lectores), y mis disculpas
si acaso mis intervenciones han resultado en muchos casos largas, pesadas,
repetitivas o hasta abusivas.
No
hay mejor forma de avanzar en el conocimiento que el compartir y confrontar con
otros, aprender de sus distintas visiones, gozar de sus aportes, muchos de los
cuales eran desconocidos hasta ahora por el que les habla, y esmerarse por
indagar todo lo posible, encontrando nuevas pistas.
Me
resulta increíble el desconocimiento que tenemos en general los españoles sobre este
équido salvaje, que junto al oso pardo, podría considerarse como el último
componente de la megafauna ibérica, ya
que pervivió en nuestro país hasta hace poco menos de quinientos años.
Sobre el zebro tratará la serie que hoy abro, y no sé cuando cerraré, habrá
que tomarlo con mucha calma.
En
realidad quedará pendiente durante mucho tiempo, tanto como el que cueste
descubrir con total certeza qué fue realmente.
La
intención no es otra que avanzar en este camino, ampliando y matizando lo expuesto en el capítulo que ya le dedicara en el blog
anterior, en 2012, o su réplica en este mismo espacio, en Febrero de 2015.
No
encuentro pues mejor forma de comenzar, como decía, que dando las gracias de
forma personalizada a todos esos compañeros de afición, en este caso sobre el
zebro.
La
mayoría sólo conocidos por mí como nicks, alguno por su nombre real, y
ninguno en persona: Pardus, Nahuel,
Pacopaco, Jujomore, Frannewassos, Kaiser, Perdiman, Toxicosmos, Yurakuna,
Taxugaz, Alvalufer, y especialmente agradecido a Rompecercas, por su constante
“enfrentamiento expositivo” con datos y visiones, sin los que me habría
resultado imposible motivarme lo suficiente para profundizar más y más.
Y
es que para mí, ha sido un gran avance, si no en la resolución, si en el
conocimiento.
Se
dice hoy que los foros o los grupos en las Redes Sociales son en su gran
mayoría un compendio de “rebaños” en los que gentes con aficiones o gustos comunes
se juntan y se retroalimentan unos a otros como trolls, en visiones unilaterales que a veces rayan en lo fanático y
partidista.
Los
foros y grupos conservacionistas no quedan exentos de este matiz, muchas veces,
y si somos objetivos y autocríticos, bien podemos caer en la cuenta de ello.
Por
ello el hilo o post de la encebra en el Foro, ha sido un soplo de aire fresco
en ese sentido, precisamente por mostrar lo contrario.
Si
uno dice siempre, “tienes razón”, y el otro responde, “tienes razón”, las
proclamas quedan ahí, como muy gloriosas y definitivas, como hinchándose de
veracidad, y ya no se profundiza demasiado, aunque quienes no piensen lo mismo,
se abstengan de pertenecer o participar de un espacio que no les resulta
cómplice de su visión o idea.
Con
cordialidad, a veces apasionada y chocante, pero siempre respetuosa, he
disfrutado y aprendido muchísimo en un debate, con unos y otros, que, a buen
seguro proseguirá.
Como
parece que de momento hemos llegado allí a un punto muerto en este tema, creo
que es buena ocasión para seguir mi disfrute aquí, y poco a poco, ir dando
forma a los capítulos de una muy extensa serie sobre esta desconocida especie,
que seguramente parará, y seguirá, intercalando otras entradas ajenas a esta cuestión, pero siempre tratando de hacer llegar a los lectores del blog la información, de forma más
hilada, con todo cuanto he asimilado, bajo mi visión, haciendo un conjunto más
estructurado, para reordenar el caos de datos y visiones acerca del
rompecabezas que supone el puzle del zebro, compartiendo mi pasión sobre él con ustedes.
Sí
les adelanto que para mí, como para muchos otros, la identidad del animal no tiene una
resolución definitiva, y mucho me temo que pasará algún tiempo hasta que eso
llegue (ojalá me equivoque).
Para entrar en materia, partiré desde lo que yo entiendo que es el principio, lo
que debe ser el punto de partida; el nacimiento del concepto y término “zebro”.
No en cuanto a su etimología, que veremos en otra entrada, sino basándonos en
las fuentes, desde que éste queda registrado en documentos históricos.
Como
tal, como concepto y término “zebro” (con sus múltiples variantes, ezebro,
ezebra, enzebro, encebro, encebra, cebro, atzebre, atzebra y tantos otros), no
aparece hasta el siglo IX , hacia finales de la Alta Edad
Media, y su rastro se pierde o desvirtúa poco a poco a partir del siglo XVII,
cuando el animal, casi con toda seguridad, había desaparecido ya, legando su
nombre a los équidos africanos (las cebras que hoy conocemos) y a dos o tres pelajes
equinos.
Pese
a que en lengua castellana sería más acertado hablar de cebro o encebro, yo
emplearé el que creo que fue su nombre en origen, en antiguo galaico-portugués,
el de zebro, y que además es el primero que aparece en la documentación, bajo
la forma “ezebro”.
Comencemos,
pues, con las referencias documentadas acerca del zebro, desde su aparición,
hasta su extinción, en un período que abarca desde finales del siglo X a
finales del siglo XVI, dejando de lado el “antes”, cuando no es mencionado, al
menos por este nombre, ni el “después”, cuando ya las citas desconocían a la
especie en vida, y sólo se basaban en la documentación anterior.
Por
supuesto no estarán todas las citas, algunas son muy similares a las expuestas
y solo agrandarían la extensión de esta entrada, sin aportar demasiado, ya que
son repetitivas. Probablemente habrá otras que aún desconozco y otras que, aun
conociendo, seguro que se me pasan por alto. Si fuera necesario, llegado el
caso, las añadiré reescribiendo el artículo.
Saben
mi postura o consenso acerca de no publicar en este blog enlaces, ni citas de
obras y autores recientes debido a la N.L.P.I.
Por
si alguien estuviera especialmente interesado en conocer alguna fuente de las
que beben los datos e informaciones expuestos en esta serie, he decidido anexar
a ellas un número entre paréntesis conforme vayan apareciendo, que forma parte
del índice que he elaborado sobre la bibliografía trabajada, de tal modo que
sólo tendrá que solicitarme el número de referencia directamente, a través del
correo electrónico del blog.
Como
siempre, sólo espero que quienes esto lean, disfruten tanto como yo.
EL ZEBRO EN LAS FUENTES
HISTÓRICAS.
Las
menciones más antiguas registradas del término zebro proceden del noroeste
peninsular, entre los siglos IX y X, un territorio más o menos equivalente a la
zona de la antigua provincia romana de Gallaecia,
en tiempos de Diocleciano, y el
posterior Reino Suevo del siglo V d.C., que vendría a corresponder aproximadamente
con la mitad norte de Portugal, Galicia y zona occidental astur-leonesa.
La primera de la cual tengo constancia a fecha de hoy,
aparece en el siglo IX, en una Carta de Dotación a la Iglesia de San Miguel de
Lardosa, fechada el 6 de abril de 882:
“duas annes
(amnes) kaualuno et cebrarjo subtus monte petroselo territorio aneg[r]je”.
(“el territorio del monte petroselo (¿?) entre los ríos
caballuno y cebrario”).
En otras Cartas de Fundación y Dotes del Río Duero y Monasterio de Crestuma, de los siglos IX y X, encontramos también:
“in ripa uaga de seueri et mediadate de illa uarcena de
caruonario et in ezebrario uilla de bigas quos fuit de froila lopo...”.
(“en la
ribera que va de severi y por medio de la villa varcena de carbonario y en
ecebrario la villa de bigas que fue de Froila Lopo (¿?)”).
“inuenit ipsum terminum per montem de zeurario...”.
“Et in terra de eceurario uilla de ossella ecclesia de sancto pelagio”. (3)
(“…se encuentra el límite en el término del monte de
zebrario”, “ y en tierra de ecevrario la Villa de Osella Iglesia de San Pelayo
(¿?)).
Hacia finales del siglo X y principios del siglo XI, Sampiro, Obispo de Astorga, registró en su Cronicón que la incursión de los normandos por Galicia, de 969 d.C., había llegado hasta el actual monte de O Cebreiro:
“ …ad Alpes montis Ezebrarii”. (1)
El
cantar de Gesta conocido como “Canción de Roldán”, cuenta de forma épica la
Batalla de Roncesvalles, que dependiendo de autores, se ubica entre finales del
S. VIII o inicios del IX.
La
Canción de Roldán fue redactada a principios del S.XII, y el “Cantar de
Roncesvalles”, hacia mediados del S.XIII. En éste último, encontramos el Poema
de la Fuga del Rey Marsín, en el que se recoge, según versión española de 1515,
lo siguiente:
“Ya bolvían los franceses con coraçón a la lid, tantos
matar de los moros que no se puede dezir. Por Roncesvalles arriba, huyendo va
el rey Marsín, caballero en una zebra (a
veces encebra), no por mengua de rocín”. (2)
Ésta
es, a día de hoy, la única mención conocida (o al menos que yo conozco mientras
nadie me aporte o demuestre lo contrario) sobre un posible uso del zebro como
animal doméstico (ya hablaremos sobre una herencia del “jumento cebro” en
tierras extremeñas), pero cabe destacar que la gesta se basa en la hipérbole de
que el rey Marsín huye a toda prisa, a tanta, que va en una encebra, y no por
mengua de rocín, sino porque éstas eran rapidísimas, tanto, que no había
caballo que las alcanzase, y sólo los galgos podían hacerlo, como se
menciona en otro texto que más tarde veremos.
¿Iba
montado el Rey Marsín realmente en una encebra, o iba a lomos de una figura
retórica que aumenta o pone énfasis en lo que se quiere recalcar en la gesta,
la prisa a la que huía?...
Pobre
bagaje de domesticación o uso sería en cualquier caso, a lo largo de los
siglos, cuando hasta de las cebras africanas, de sobra conocidas por su
naturaleza indómita y arisca, existen muchos más casos y ejemplos de domas
puntuales, tanto de monta como de tiro.
Muerte de Carlomagno en "El Cantar de Roldán", y un pasaje de "El Cantar de Roncesvalles". |
Desde
principios del siglo XII a principios del XIII, en tiempos de los reyes Alfonso
I, Sancho I, Alfonso II y Sancho II de Portugal, Alfonso VIII de Castilla, o
Alfonso II y Pedro II de Aragón, se iban redactando distintos fueros y
ordenanzas en las tierras que habían sido reconquistadas a los musulmanes. En
muchos de ellos, como los portugueses, o
los de Cuenca, Alarcón, Teruel, etc., se recogen dictámenes al respecto de la
caza o la manufactura de cueros en esas tierras, que a veces parecen “estándar”
o de plantilla copiada.
En
ellos encontramos reflejado al zebro bajo el nombre de “enzebro”, “ençebro”, “zevro”
o “zevra”, como una especie cinegética más. Valgan unos cuantos ejemplos de
entre los muchos existentes en una extensísima lista:
“De corio de
uaca et de zeura II denarios. De
corio de ceruo et de gamo III mealias”.
(Fuero de
Évora) (3)
“De
almotazaria. Et almotazaria sit de concilio et mittatur almotace per alcaidem
et per concilium uille, et dent de foro de uacca I denarium et de zeuro I denarium et de ceruo I denarium
et de bestia de pescato I denarium et de barca de piscato Idenarium et de
indicato similiter et de alcauala III denarios: de ceruo et de zeuro et de uacca et de porco I
denarium et de carneiro I denarium. Piscatores dent decimam. De equo uel de
mula uel de mulo quem uendiderint uel emerint homines de fora a decem
morabitanis et supra dent I morabitinum. De equa uendita uel comparata dent II
solidos: et de boue II solidos et de uacca I solidum et de asino et de asina I
solidum. De mauro et de maura medium morabitinum. De porco uel de carneiro II
denarios: de caprone uel de capra I denarium. De carrega de azeite uel de
coriis boum uel zeurorum uel ceruorum
dent medium morabitinum”.
(Fuero de
Santarem) (3)
“Portagem de
caualo quem uendiderint in azougue I solidum. De mulo I solidum. De asino IV
denarios. De boue VI denarios. De carneiro
III mealias. De porco II denarios. [...]. De corio de uaca et de zeura II denarios. De corio de ceruo et
de gamo III mealias”
(Fuero de Abrantes). (3)
“Mando que todo aquel que moviere venado primero, con
sus aves, puerco, ciervo, enzèbro, o
liebre o conejo, o perdiz, o todos los otros, sean suyos; maguèra que otro lo
haya tomado con sus canes, o con sus aves, o en algún engeño ageno sea caído”.
“Pèche, por enzèbro
X menkales; e por ciervo, V menkales, e por puerco, VI menkales”.
“Aya la cabeza con quanto alcanzare, si puerco fuere.
Si ciervo, aya el cuero. Si enzèbro,
aya la tuérdaga de los lomos, et de las carnes su parte”.
“…jure el caçador, con un vezino, por ciervo, e por enzebro, e por puerco, e por guta, e
por otros venados”.
(Fuero
de Alarcón).(1)
“Mando encara que qual quiere que
uenado con sus canes primera miente mouiere, o puerco o çieruo o cabrón o
liebre o coneio o perdiz o ad éstas semeiantes, sea suya, maguera que otro omne
o canes agenos o autagena el uenado matare, o caya en ageno engenio, sacada
casa. Qual, si alguno casa porá prender ençebros
o outro uenado et otro en aquella casa prisiere uenado, dé al sennor de aquella
casa la meytat de aquel uenado e pora sus huebos prenga la outra meytat que finca, segunt del fuero”.
“Decabo, si alguno en huest o en
caualgada o en otro lugar de empeçamiento mouiere uenado et outro
primeramientre lo firiere, aya del
puerco la cabeça con quanto tan[n]ne la oreia, e del çieruo aya el cuero, e del
ençebro aya la tuértega de los lomos
e de las carnes su part, e lo que romaneçiere aya aquel que el uenado mouiere
del empeçamiento, assí como es dicho. Mas aquel que al ferido resto auant dicho
le uedare peche lo dupplado”.
(Fuero de Teruel).(3)
“Los çapateros,
per solar denles III dineros, et qui mas diere o mas tomare, unusquisque pectet
senos [singulos] morauetis medios al conceio medius alcaldibus si eis firmaren. Sin autem saluense cum singulos uicinos. Todo
cortidor curta el cuero uacuno et enzebruno
a quarto, et caualluno o de mulo o de asno a tercias. Et si çapatero o
cortidor este coto quebrantar, pectet II. morauetis, medios al conceio medios
alcaldes”
(Fuero de Usagre-Badajoz). (3)
Obsérvese que queda muy claro que el zebro, además de
ser pieza cinegética, es un animal salvaje distinto al caballo, al mulo y al
asno, al menos para la concepción de la época (“…enzebruno a quarto, et caualluno o de mulo o de asno a
tercias”…).
Una escena de caza medieval (Gaston Phoebus). |
Hacia finales del S.XII y principios del XIII, el místico
murciano del sufismo Ibn Arabí, en esa misma línea, nos dejó esta cita (aquí
traducida del original) en tierras sevillanas:
“... iba yo de viaje cierto día en compañía de mi
padre, entre Carmona y Palma, cuando topamos con un rebaño de onagros que
estaban paciendo...” (10)
Algo
más tarde, a mediados del siglo XIII, Don Rodrigo Jiménez de Rada, Arzobispo de
Toledo, escribía su Historia Gótica o De
rebus Hispaniae (1243 d.C). En su adaptación del anterior texto de Sampiro
(S.X-XI) sobre los normandos por Galicia, cambia el nombre autóctono de la
especie a la que hace referencia el Monte Ezzebrari, acoplándolo al grecolatino
“on ager” (asno agreste o salvaje),
dejando la cita como “ad locum, qui mons dicitur Onagròrum”. (1)
En
el Vidal Mayor de Aragón, primera compilación del Fuero de Aragón, redactado
entre 1247 y 1252 (S.XIII) por el obispo de Huesca, Vidal de Canellas, se
vuelve a mencionar al zebro, junto a otras especies cinegéticas, y en esta
ocasión se identifica con un mulo salvaje;
“…et si alguno feriere
ante con dardo o lança o sayeta mulo salvage, es assaber cebro maschlo…” (5).
El “Libro del Tesoro” es un códice u obra
enciclopédica que trata la Historia Universal y Natural, escrita entre 1260 y
1267 (S.XIII) por el político, poeta, historiador y filósofo florentino
Brunetto Lattini, durante su exilio en Francia.
En él, su autor (maestro y amigo de Dante), trata
con detalle algunas especies de animales, y entre ellas están los zévere
o zebros, tenidos por especie ibérica, y distintos a caballos y onagros, que
también son mencionados en la obra, y a los
que seguramente no conoció en persona, sino por otras referencias, pero de los
que dejó escrito que eran una generación de bestias que habitaban la parte de
España, en Castilla La Vieja, mayores que el ciervo, que tenían las orejas muy
largas y una lista o banda sobre el lomo hasta el final de la cola, como el
mulo, que su carne era muy buena para comer, y que eran tan veloces que jamás
las podían cazar, excepto si se prendían con fuego los bosques donde pastaban,
porque los zebros quedaban como atraídos o fascinados por las llamas, de tal
modo que pasados tres días se les espantaba hacia el agua para que bebieran
cuanto quisieran, hasta que saciados, eran incapaces de correr y más fáciles de
atrapar.
Aunque a veces una fase del pasaje se tradujo como “Et hanno li
loro piedi fessi”, que tenía las pezuñas hendidas, parece
que fue una confusión entre términos “piedi fessi” y “piedi feboli”,
en el sentido de que tenía pequeños o más débiles los cascos. (1), (3) y (6).
Por desgracia, justo el pasaje que hace mención al zebro no muestra ilustración del animal.
Un pasaje del "Libro del Tesoro", de Brunetto Lattini. |
La
“General Estoria” fue escrita en 1270
(S.XIII) por Alfonso X el Sabio y sus colaboradores, como ambicioso proyecto
para redactar la Historia Universal a partir de fuentes más antiguas basadas en
la tradición judeo-cristiana. En ella se vuelve a insistir en esta
identificación del onagro con el animal salvaje conocido en la Península. En
uno de sus párrafos, cuando se menciona al onagro de los textos hebraicos, nos
cuenta lo siguiente (1), (3) y (4):
“Et dizẽ Jeronymo et mẽestre Pedro
quelle chama ẽno ebrayco fará, et fará tanto quer dizer ẽno nosso latym cõmo
onager, et onager dizemos nos que es ẽna nosa lenguage por asno montés ou por zebro”.
Alfonso
X "El Sabio", rey de Castilla (S.XIII), el mismo autor que dijo
aquello de "E dize Jerónimo e maestre Pedro que le llaman en el ebraico
fara, e fara quiere dezir tanto en el nuestro latin como onager; e onager
dezimos nos que es en la nuestra lengua por asno montes o por enzebro",
el mismo que conoció a Bruneto Latini, que escribiría aquello otro de "Zevere
sono una generazione di bestie que abitano nelle parti di Spagna, cioé di
Castiglia Vecchia, e sono maggiori che cervi. Ed hanno li loro orecchi molto
lunghi. Ed hanno una lista su per le schiene infino in sulla coda, come
mulo", nos dice en su obra de Las Siete Partidas, en la Partida
Tercera, TÍTULO 28:
"De cómo
gana hombre el señorío en las cosas de cualquier naturaleza que sean", Ley 22:
"Pavones y faisanes y gallinas de India y
palomas y grullas y ánsares y las otras aves semejantes de ellas, que son
salvajes según naturaleza, acostumbran los hombres a veces a amansar y criar en
sus casas. Y por ello decimos que en cuanto acostumbran estas aves reales a ir
y volver a casa de aquel que las cría, que tiene el señorío de ellas por
dondequiera que anden; mas luego que ellas por sí se dejan de la costumbre que
usaban de ir y volver, que pierde el señorío de ellas el que lo tenía, y gánalo
quienquiera que las prenda.
Eso mismo decimos de los ciervos y de los gamos y de las cebras y de las otras bestias salvajes que los hombres amansan y crían en sus casas, pues luego que se vuelven a la selva y no usan de venir a la casa o al lugar donde su dueño las tenía, pierde el señorío de ellas".
Eso mismo decimos de los ciervos y de los gamos y de las cebras y de las otras bestias salvajes que los hombres amansan y crían en sus casas, pues luego que se vuelven a la selva y no usan de venir a la casa o al lugar donde su dueño las tenía, pierde el señorío de ellas".
De la fiereza o lo arisco del zebro, también quedó
constancia. Fray Martín de Sarmiento, en su obra sobre este animal, escrita en
1752, y que es una de las más completas al respecto que se conocen, nos dijo
que:
“A la mujer que es muy arisca, y
brava, dezimos, que es como una zebra”. (1)
Y Sem Tob (S.XIII-XIV), escritor hebraico de Carrión,
y colaborador de Alfonso XI y su hijo Pedro I, destaca la agilidad y fiereza de
Pedro comparándole con el zebro y el lobo:
“Del lobo e del
zebro, ¿por qué alongaremos?. Al
noble rey don Pedro estas mañas vemos” (10)
Bajo el nombre de enzebras, el animal vuelve a
aparecer como especie salvaje cinegética, y a través de topónimos (Collado de
Navazebrera, Puerto de las Enzebras, Zebreros, Collado de Zebracorta…), en el
Libro de La Montería de Alfonso XI, redactado durante la primera mitad del
siglo XIV, que refleja o enumera, sobre todo, los principales montes con oso y
jabalí del Reino de Castilla (1) y (7):
"Hacia Lorca, buen
monte de puerco e de enzebras en
invierno.
Hacia Caravaca, Las Cabezas de Copares es buen monte de puerco, e de enzebras, en invierno.
Hacia Caravaca, Las Cabezas de Copares es buen monte de puerco, e de enzebras, en invierno.
Hacia Caravaca, la Sierra
de Zelchite, es buen monte de puerco en invierno; e ha muchas enzebras".
Alfonso XI, Rey de Castilla, subiendo a su caballo. |
Además de considerarse como especie cinegética,
cazada en los montes y bosques, junto a osos, jabalíes, ciervos y otros
venados, sabemos que su piel se empleaba para la manufactura de calzado y
adargas (o escudos), siendo especialmente considerada la túrdiga de la espalda,
y su carne era muy apreciada no sólo para el consumo, sino para la elaboración
de “medicinas”, remedios que en buena medida procedían de la tradición oriental
árabe o hebrea, y en los que una vez más, el zebro o encebra quedará vinculado como sustituto o
equivalente del onagro o en todo caso del asno, no del caballo.
En el Lapidario de Alfonso X “El Sabio”, traducido
de un original árabe por parte del médico hebreo Yehudá Bem Moshé, y el clérigo
Garci Pérez, del S.XIII, se expone que:
“Dela piedra aque dizen cornelina.
Et aun a otra uertud la cornelina por la fuerça de uenus, que el que la touiere
consigo seyendo esta planeta en su exaltation et en su hora la colgaren sobrel
estomago del que ouiere dolor a el. ol dieren a beuer del agua en que fuere
lauada; sanara. Pero esto faz ella mas manifiestamiente descendiendo sobresta piedra la uertud de figura de cabeça de ezebra &
sobrel la cabeça de mosca” (3)
En esta línea,
Enrique de Aragón, Marqués de Villena, escribe en su obra “Arte Cisoria”
(S.XV-1423), acerca del uso medicinal de la encebra:
“A fueras
destas cosas dichas, que se comen por vianda, è mantenimiento, è placer de sus
fauores, se comen otras por Melecina, asi como la carne del Ome, para las
quebraduras de los huesos; è la carne de Perro por calzar los dientes. La carne
del Tasugo viejo por quitar el espanto, è temor del corazon; la carne del
Milano para quitar la sarna; la carne de la Habubilla, para aguzar el
entendimienti; la carne del Cauallo, para facer Ome esforzad; la carne de Leon
para ser temido; la carne de la Encebra, para quitar
pereza”. (3)
Como sucede desde la aparición en los textos del
concepto y vocablo “zebro” “encebra”, el animal no es considerado caballo, sino
otro equino, que en este caso, por relación con las prácticas medicinales
orientales, es vinculado al onagro o al asno salvaje.
El mismo autor, en otra obra, el “Tratado de fascinación o aojamiento” (1425) dejará también
escrito que los hebraiquistas
alcanzaron grandes secretos, y él mismo dice haber aprendido estas virtudes
curativas del Rabí-Saraya y otros, que, según cuenta:
"(…) buscaron remedios por las virtudes de las yerbas e de los miembros de los animales e de las piedras, así como poner fojas de albahaca en las orejas, o traer uñas de asno montés, que dicen onagro, e sortija de uña de asno doméstico, e colmillo de lobo, e piedra de diamante en el dedo, e oler hisopo..."
“Otros le aniravan as sobreçejas com sevo de enzebra untado. E algunas d’estas cosas han quedado en uso d’esse tiempo; e tal cosa non la han por bien en la Santa Iglesia cathólica e, por ende, usar non se deve por fieles e creyentes”. (3)
"(…) buscaron remedios por las virtudes de las yerbas e de los miembros de los animales e de las piedras, así como poner fojas de albahaca en las orejas, o traer uñas de asno montés, que dicen onagro, e sortija de uña de asno doméstico, e colmillo de lobo, e piedra de diamante en el dedo, e oler hisopo..."
“Otros le aniravan as sobreçejas com sevo de enzebra untado. E algunas d’estas cosas han quedado en uso d’esse tiempo; e tal cosa non la han por bien en la Santa Iglesia cathólica e, por ende, usar non se deve por fieles e creyentes”. (3)
En la literatura medieval valenciana del S.XV, el
zebro aparece con una de sus denominaciones en lengua valenciana (atzebra) en “L’Espill “, de Jaume Roig (1460), junto a nutrias y castores:
"…correns atzebres, lludries, vebres, hon bo
ni bell sino la pell als no s’i troba" (8)
Donde viene a decir que nada bueno ni bello se encuentra en encebras, nutrias y castores, sino su piel.
En tiempos de los Reyes Católicos, a finales del S.XV, encontramos todavía menciones al zebro en las “Ordenanças de Sevilla”, en el Título de los Correeros, que trata sobre la manufactura de cueros, correas, adargas:
Donde viene a decir que nada bueno ni bello se encuentra en encebras, nutrias y castores, sino su piel.
En tiempos de los Reyes Católicos, a finales del S.XV, encontramos todavía menciones al zebro en las “Ordenanças de Sevilla”, en el Título de los Correeros, que trata sobre la manufactura de cueros, correas, adargas:
“Otrosí , qualquier maestro oficial que fiziere adarga
, que sea de buen cuero bien adobado,y que sea llena del tercio de enmedio, y
seguida de los alaues; y el adarga que
fiziere de enzebro, que la fagá de
lomo, y su sobre lomo de cuero muy bien cortido y adobado”…
"Otrosí, que ningú oficial del dicho oficio de
correeria, no examine adarga de anta, ni de enzebro, ni de vaca,..." (9)
Y según Merino Álvarez (1919) también en tiempos de
los Reyes Católicos se encontraban las encebras en la Manga del Mar Menor
(Murcia) y alrededores:
“...el resto lo llenaban
las malezas de riberas, vegas y sotos; malezas tan frecuentes por las ramblas,
ríos y tierras bajas de los campos de Murcia, Orihuela, Totana y Cartagena,
donde con las hierbas se criaban el venado, la «eucebra,», el corzo y los gamos, de los que algunas manadas habían
pasado á las islas de la costa”. (11)
La Toma de Granada a fines del S.XV por parte de los Reyes Católicos, supuso el Fin de la Reconquista, que junto al Descubrimiento de América, darían paso a la Edad Moderna. |
Lucio Marineo Sículo, humanista e historiador siciliano que vivió la mayor parte de su vida en el Reino de Castilla, escribió en 1496 De Laudibus Hispaniae Libri, que más tarde amplió en De Rebus Hispaniae Memorabilibus Librii (1533). En su obra, Lucio dejó escrita la única mención a la etimología o procedencia del término Zebro por quienes la conocieron cuando aún existía, y sería una síncopa de céf(i)ras, a partir del viento Céfiro. Además, y por primera vez, establece relación con las yeguas, y nos dice que (14):
“Varro quoque refert in Hispania nonnullas equas vento concipere. Quas a Zephiro vento, qui flare solet ab occidente, Zebras Hispani vocant. Quae quidem silvestres campestresque sunt et indomitae”.
"Varrón también cuenta que en
Hispania, algunas yeguas conciben por el viento. Los hispanos (españoles) las
llaman zebras a partir del viento Zéfiro, que suele soplar desde
Occidente. Éstas son ciertamente silvestres y campestres, e indomables".
Las últimas menciones a la existencia reciente del zebro, las encontramos ya en el cambio a la Edad Moderna, y nos las proporcionan las Relaciones de Felipe II, como la de Chinchilla (1576) y La Roda (1579).
En ellas encontramos algo muy significativo e incluso
sorprendente, que es de destacar. Apenas cincuenta años después de las últimas
citas de época de los Reyes Católicos, donde todavía parecían comunes, hacia
1540, los zebros ya se habían extinguido, o así se consideraba entonces de lo
que se desprende en los escritos.
Extintas desde hacía cuarenta años, y descritas por
quienes las habrían conocido, por segunda vez se va a establecer comparativa
con las yeguas, aun recalcando que no lo eran exactamente.
En la relación de Chinchilla vamos a encontrar la
descripción más completa sobre las encebras, que junto a la de Brunetto Latinni
del siglo XIII, son la única base directa para tratar de saber qué o cómo era el
zebro, como tal, como zebro, por ese nombre y desde esa visión medieval.
El nexo común es que ambas citas lo entienden como especie
genuinamente ibérica, y con aspecto mohíno, de mulo, aunque las dos se alejan
cuando una tiende más hacia los asnos, por las “orejas muy largas” y otra más
hacia los caballos cuando dicen “a la manera
de yeguas” “que relinchaban como
yeguas”:
“...criase en esta tierra
muchos benados, corços, gatos monteses y algunas vezes se hayan puercos y
cabras monteses. Una especie de salbagina obo en nuestro tiempo en esta tierra que no la ha
havido en toda España, sino aquí, que fueron enzebras, que havía muchas y tantas que destruían los panes y
sembrados. Son a manera de yeguas zenizosas, de color de pelo de ratas, un poco
moínas. Relinchaban como yeguas, corrían tanto que no havía cavallo que las
alcanzase; y para abentarlas de los panes, los señores de ellos se ponían en
paradas, con cavallos y galgos, que otros perros no las podían alcanzar, y de
esta manera las abentaban, que matar no podían por su lijereza.”
Relación de Chinchilla 1576. (10) (12)
“A pocos años que se acabo
la caza de los venados que avia muchos y podrá aver quarenta años que avia
muchas enzebras en termino desta
villa y se a acabado ansi mismo la dicha caza”.
Relación de La Roda 1579. (12)
Crédito de imágenes:
Foto 1: Miguel Llabata.
Foto 2: Miguel Llabata.
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Muy buen articulo compañero. Es muy interesante la existencia de esta especie hasta tiempos tan recientes. De hecho aquí en murcia tenemos una población llamada Las Encebras. A pesar de que la zona esta hoy en dia bastante cultivada es fácil imaginarse algún rebaño corriendo por el valle donde se encuentra hoy esta población, cuando seguramente era un paisaje de pinos carrascos adehesado rodeado de montañas pobladas de frondosos bosques. Una pena haber perdido un animal que de haber sobrevivido hasta hoy seguramente seria un emblema de la fauna ibérica como lo es el lince. Espero el siguiente artículo con entusiasmo. Un saludo compañero
ResponderEliminarHola Sylvanus... Me he eacordado de tí este finde pasado. Estuve en el Museo de Navarra en Pamplona, y en la parte del paleolítico, había "restos de caballo"... la última falange o falange distal que se podía apreciar, era pequeña, claramente menor que la de un caballo. Es menor que lade un caballo adulto, mejor dicho. Es posible que algunos restos de los encebros recogidos en algunos yacimientos, sean clasificados como caballo. Si era un animal tan esquivo y difícil de cazar estará infrarepresentado en los restos conservados... por otra parte, será difícil la separación de material de dos especies del mismo género con fragmentos residuales. La frecuencia con la que veo cráneos de cerdo doméstico tomados por jabalí no es poca, y creo que son muy fácilmente diferenciables a simple vista. Y por ejemplo, he podido identificar como de recental de jabalí o cerdo algún resto que aparece dentro de una urna romana expuesta en un museo. No sé si es por atrezzo, que se usen huesos de cerdo pequeño en esta ocasión por estar depositados en los fondos del museo los del supuesto niño, o por aparecer mezclados y haber inducido a error.
ResponderEliminarInteresante misterio el del encebro...
Super interesante entrada Sylvanus.
ResponderEliminarTe mando al correo otra referencia sobre el zebro y la toponimia en Portugal. Parece que por aquí se había extinguido ya al llegar el siglo XV.
Ánimo con esa serie que me interesa muchísimo.
Muchas gracias a los tres por vuestros comentarios, aportes y participación. Me alegra leeros de nuevo aquí.
ResponderEliminarPoco a poco, trataremos de ir profundizando todo lo posible en este misterioso équido, una de nuestras últimas joyas de la megafauna perdida.
¡Saludos!.
Interesante artículo. Tan sólo una puntualización. El encebro no pudo ser utilizado medicinalmente por los hebreos. La Tora (el antiguo testamento) prohíbe el consumo de caballos y similares por no tener la pezuña hendida.
ResponderEliminarHola Sergio, bienvenido al blog, y gracias por participar.
EliminarHay que tener en cuenta que el uso medicinal de la época no se basaba únicamente en el consumo de la carne de los animales.
Por ejemplo, el Marqués de Villena dice que los hebraiquistas alcanzaron grandes secretos, y él mismo dice haber aprendido estas virtudes curativas del Rabí-Saraya y otros, "que buscaron remedios por las virtudes de las yerbas e de los miembros de los animales e de las piedras, así como poner fojas de albahaca en las orejas, o traer uñas de asno montés, que dicen onagro, e sortija de uña de asno doméstico, e colmillo de lobo, e piedra de diamante en el dedo, e oler hisopo...".
Vemos, por ejemplo, que llevar encima la uña de onagro o asno montés, o de asno doméstico, incluso a modo de sortija, era entonces considerada una práctica curativa.
O por ejemplo “Otros le aniravan as sobreçejas com sevo de enzebra untado. E algunas d’estas cosas han quedado en uso d’esse tiempo; e tal cosa non la han por bien en la Santa Iglesia cathólica e, por ende, usar non se deve por fieles e creyentes”. Untar con sebo de enzebra, aquí en la Península, era equivalente a la práctica que se haría en Oriente con la grasa de onagro o asno salvaje.
Cierto que el consumo de onagro como remedio parece más bien derivado de la traducción de obras de los griegos, incluso pudiera ser que también de los árabes.
pero las prácticas medicinales, ojo, no se reducían sólo a la ingesta de la carne.
Lo que sí es de destacar, es que aquí en la Península, para establecer la equivalencia del onagro oriental, se emplea directamente su traducción o asimilación con el zebro.
Un saludo.
El caballo de la cueva de Tito Bustillo parece un zebro míralo
ResponderEliminarSí Chema, el "caballo violeta", siempre he creído que ese, y otros de Ekain casi idénticos, debieron ser zebros.
ResponderEliminarOtra cosa es si realmente se trata de "caballos", o qué clase o especie de "caballo".