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martes, 3 de marzo de 2015

CÁNIDOS.




Los cánidos no han sido componentes que hayan salido muy malparados en la evolución y distribución "reciente" de la fauna europea.
Seis han sido las especies de este género que han habitado el continente europeo durante los últimos cien mil años. Sólo una de ellas se extinguió a principios del Holoceno, el cuón, mientras que las otras cinco; lobo, zorro, zorro ártico, chacal dorado y perro mapache, siguen viviendo todavía en tierras continentales.
El lobo (Canis lupus), evolucionado desde formas ancestrales como etruscus o mosbachensis, estuvo presente en Europa desde el Pleistoceno Medio, aunque a lo largo de tan extenso período tendría con toda probabilidad cierta variación subespecífica.
Este cánido puede considerarse en la actualidad como el gran superpredador europeo, aunque su distribución geográfica en el presente dista mucho de la que tuvo hasta hace tan sólo ciento cincuenta años.
La relación competitiva entre el hombre y el lobo en Europa, desde tiempos inmemoriales, forma parte de la misma tradición cultural, por todos bien conocida.


Lobo (Canis lupus).
No es de extrañar, pues, que las campañas dirigidas al exterminio de esta adaptable especie en el continente dieran sus mejores frutos a partir de la aparición de las armas de fuego, desde los siglos XV y XVI.
Desaparecido durante el siglo XIX en la mayor parte de Europa Occidental, el lobo mantenía aún buenas poblaciones en España y Portugal por esas fechas, donde sustituía en su dieta a las ya escasas presas salvajes por otras domésticas, dado que la ganadería y la agricultura seguían siendo, hasta hace poco menos de un siglo, el motor fundamental de la economía ibérica.

El proceso de extinción del lobo en España comenzó desde finales del S.XIX y principios del XX, coincidiendo con la consolidación de la incipiente Revolución Industrial en nuestro país, pero fue sobre todo a partir de las campañas de erradicación de alimañas, a través del envenenamiento masivo, o las “lobadas” (por las que hasta hace no muchos años aún podían cobrarse cuantiosos ingresos), cuando el lobo llegó a su momento más crítico, en la década de los setenta. Para entonces, hacía más de veinte años que había desaparecido del Pirineo, o era muy testimonial, quedando ya recluido al norte del río Duero, con alguna exigua población en Sierra Morena, Extremadura y los Montes de Toledo, en cifras que para España y Portugal no debían superar los setecientos u ochocientos ejemplares.

Desde mediados de los ochenta, una serie de medidas supuestamente destinadas a garantizar su supervivencia fueron instauradas en nuestro país, funcionando con éxito relativo en el norte y suponiendo un fracaso absoluto en el sur.
En el resto de Europa Occidental sus poblaciones son hoy por hoy insignificantes, y sólo en ciertos países del este del continente mantiene aún poblaciones viables de cara al futuro.
Pero al igual que el caso de osos y linces, analizaré más detenidamente sus particularidades y problemática en un capítulo especial dedicado a los grandes carnívoros europeos que aún hoy sobreviven.


También podemos considerar como superpredador del pasado al cuón (Cuon alpinus), si no tanto por su tamaño y peso (similar al de coyotes y chacales) sí por las presas a las que consigue abatir en grupos muy numerosos.

Jauría de cuones.

Su distribución se encuentra hoy restringida al continente asiático, pero fue un animal frecuente en Europa durante el Pleistoceno Medio y Superior.
Este cazador social vive en jaurías o grupos de bastantes ejemplares que son capaces de dar muerte a animales de la talla del búfalo asiático, llegando a poner en jaque a osos y grandes felinos como el tigre o el leopardo, que en más de una ocasión se las han tenido que ver con el feroz ataque de estos cánidos.
Aunque el cuón ha solapado sus poblaciones con las del lobo durante buena parte del pasado, la distribución geográfica actual apunta hacia una nada despreciable lógica que parece sugerir que ambas especies evitan el contacto, seguramente por competencia trófica.



Actualmente el lobo y el cuón sólo coexisten en puntos muy concretos del Himalaya o la India, en zonas donde con toda probabilidad encuentran un elenco de presas suficientes como para evitar desplazarse unos a otros, o donde presumiblemente ocupan distintos ecosistemas.
¿Fue acaso el lobo en sus inicios evolutivos un predador solitario u oportunista, similar al coyote o al chacal?.
Observando la presencia de restos fósiles de licaones y cuones en suelo europeo, parece evidente que los últimos ocuparon el nicho de los primeros cuando éstos desaparecieron.
Todavía hoy no está muy claro si Canis mosbachensis, que parece ancestro inmediato de Canis lupus, descendía de Canis etruscus o bien de Canis arnensis. Ambas especies coexistieron durante cierto tiempo con los licaones llegados a Europa, sin embargo los dos desaparecieron en un espacio relativamente cercano a esta llegada, y se cree que alguno de ellos pudo evolucionar a Canis mosbachenisis, que conviviría primero con licaones, y después con cuones, sin aparente competencia ni desplazamiento, durante casi un millón de años.
Algunos autores creen que Canis arnensis era un cánido similar a chacales o coyotes, sobre todo por tamaño, mientras que Canis etruscus era de talla media-grande, más en la línea de los lobos actuales.
De cualquier modo la aparición en escena de la especie actual, Canis lupus, hace más de trescientos mil años, no supuso la extinción del cuón, al menos de forma “inmediata”, ya que éste perduró en Europa desde entonces y hasta inicios del Holoceno, aunque es posible que a la larga, y en un momento muy delicado, pudiera tener cierta relevancia en su desaparición.

Cuón (Cuon alpinus).

El cuón prefiere los espacios forestales, como bosques y selvas, aunque aparece también en regiones de alta montaña e incluso cerca de las estepas, en el Himalaya o el Tíbet. A principios del siglo XX se les podía encontrar aún en alguna región de la Siberia Meridional.
Seguramente la llegada del máximo glacial en Europa empujó a los cuones a una clara situación de desventaja frente a su competidor, el lobo, que por aquel entonces aumentaba de forma notable sus poblaciones ante el declive de los grandes felinos.
Los últimos restos del cuón en la Península Ibérica, y probablemente en Europa, podemos encontrarlos hacia finales de la Era Glaciar en yacimientos de la Cordillera Cantábrica y el País Vasco, e incluso en el temprano Holoceno, pues en los últimos años se ha descubierto  algún resto de entre 8.500 y 9.000 B.P. en un yacimiento de la fachada mediterránea.
Las causas de su extinción (insisto una vez más) no pueden tomarse por separado, sino en relación a una causalidad plural común al resto de grandes carnívoros ibéricos.
Hablaré sobre ello en el resumen de estas entradas de fauna.

Zorro ártico (Alopex lagopus).

Otro cánido de menor tamaño se vio, al contrario, beneficiado ante el aumento del frío y la sequedad durante el máximo glacial: El zorro ártico (Alopex lagopus) llegó hasta la Península Ibérica en esos tiempos, junto a otras especies de la taiga, la tundra y la estepa, como renos, bueyes almizcleros, glotones, saigas, y probablemente también, aunque no estén constatados por el registro fósil en España, alces y onagros.



Existen citas tardías de la especie en yacimientos vascos, durante el Magdaleniense (Cueva de Isturitz), en los momentos previos al cambio de Era, aunque probablemente su distribución no se prolongó más allá del frío entorno inmediato al Pirineo, o como mucho, alguna zona de la Cordillera Cantábrica.

Zorro común (Vulpes vulpes).
El zorro común (Vulpes vulpes), es una especie muy conocida que ha estado presente de forma continua en España desde el Pleistoceno Medio y que en la actualidad ocupa la totalidad del país, considerándose en algunos enclaves concretos como plaga, ya que carece de depredadores en la mayor parte del territorio, lo que le lleva incluso a frecuentar las zonas urbanas y por supuesto, cualquier otro hábitat, desde las zonas costeras y campos de cultivo hasta la alta montaña pirenaica.
Que el zorro sea el único depredador existente en buena parte del país (junto al águila real) que pueda cazar de mucho en mucho alguna cría de ungulados, pone de relieve la necesidad urgente de reintroducir una mayor riqueza y equilibrio en el medio a través de la inexcusable suelta de grandes predadores como el oso, el lobo, el lince ibérico, o el lince boreal, en muchas áreas bien conservadas de España que hoy carecen de superdepredadores.


En Europa encontramos, por último, otros dos cánidos que han aparecido en tiempos más o menos recientes.

Chacal dorado (Canis aureus).

El primero de ellos, el chacal dorado (Canis aureus), es una de las pocas especies que ha ido colonizando el continente desde el Oriente Próximo en tiempos holocénicos. Su área de distribución está aumentando de forma sorprendente en las últimas décadas, llegando a Bielorrusia por el norte y al entorno alpino por el oeste.
Si no se le pone trabas, y viendo su dinámica, es posible que a no mucho tardar pase a engrosar las filas de la fauna ibérica.




Perro mapache (Nyctereutes procyonides).



El otro cánido presente en el continente es el perro mapache (Nyctereutes procyonides), originario de Extremo Oriente pero que desde mediados del siglo XX ha sido criado en granjas peleteras de la antigua URSS. 
De allí escaparon numerosos ejemplares que han ido poblando el continente desde el este, distribuyéndose hoy en libertad por al menos buena parte de Ucrania, Polonia, Bielorusia, Rusia, Finlandia, Suecia, Rumanía, Moldavia, República Checa, Alemania y Francia.
















Crédito de imágenes:

Foto 1: Public Domain Images.
Foto 2: Public Domain Images.
Foto 3: Public Domain Images.
Foto 4: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 5: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 6: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 7: Public Domain Images.
Foto 8: Óscar Martínez.
Foto 9: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.

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