Translate

viernes, 24 de julio de 2015

EUROPA: EL RETORNO DE LOS GRANDES HERBÍVOROS (II). CABALLOS, TOROS Y "REWILDING".






Tarpanes y uros, ancestros de los caballos y toros domésticos actuales, poblaron Europa desde hace más de setecientos mil años hasta hace apenas unos siglos, si bien su espacio fue ocupado anteriormente por otros representantes próximos, como équidos estenónidos y Leptobos.
El uro (Bos primigenius) desapareció en Polonia a mediados del siglo XVII, mientras que los tarpanes o caballos salvajes (Equus ferus) lo hicieron en Rusia algo más tarde, durante la segunda mitad del XIX.
Hasta época romana fueron animales comunes del medio europeo, y aún en época medieval lo seguían siendo por las inhóspitas regiones centrales y orientales del continente, poco castigadas por el efecto antropogénico de las culturas mediterráneas, más relevantes hasta entonces por su impronta transformadora de los ecosistemas.
No cabe duda de que estos dos representantes se cuentan entre los objetivos prioritarios a la hora de poner en marcha un proceso rewilding que devuelva a Europa su biodiversidad perdida en cuanto a mamíferos se refiere.
Sin embargo, lo que ya no está tan claro es cómo suplir su hueco, su vacío, a partir de las posibilidades actuales.
En mi opinión, y como directriz principal, la hoja de ruta debería pasar, antes que por ningún otro criterio, por la funcionalidad de los componentes a recuperar.
Es decir, como primer objetivo ineludible debería atenderse a la cuestión de encontrar candidatos que, de forma libre, al menos en algunos enclaves propicios, pudieran cumplir con la misma función que antaño llevaron a cabo sus ancestros salvajes.
A partir de aquí el abanico de posibilidades, matices y criterios, en uno u otro sentido, se amplia de forma considerable a la hora de decantarse por los animales que, a día de hoy, podrían reunir  los requisitos para coronarse como nuevas especies silvestres de pleno derecho de la fauna europea del presente.


Desde este punto de vista, si buscamos entre los candidatos aún existentes a nivel planetario, los asiáticos caballos de Przewalski y gaures serían, sin duda alguna, los “proxys” más acertados para llevar a cabo el proceso de reintroducción.
Ambos se encuentran muy próximos, genéticamente hablando, a los tarpanes y uros extintos en Europa.

Caballos de Przewalski (Equus przewalskii).

De hecho, en la actualidad, al caballo de Przewalski (Equus ferus przewalskii) se le considera una subespecie dentro de la especie Equus ferus, es decir, que todavía tendríamos una raza salvaje del caballo para “resucitar” al componente perdido en Europa.
De cualquier modo, y como ya he comentado en otras ocasiones, podemos encontrar representaciones del Paleolítico que ofrecen cierta variación y que probablemente están indicando no sólo tipos muy similares al przewalski, sino otros más implicados en la genética de las actuales razas de caballo doméstico (que no parecen ser descendientes directas del Przewalski) cuyas características pueden observarse todavía en razas europeas poco cruzadas de la actualidad, como el poni de Exmoor, e incluso tipos más relacionados con formas encaminadas hacia procesos de domesticación, véase la manada compuesta por caballos de pelaje pío, negro, castaño y bayo, que podemos encontrar en el Friso de los Caballos Pequeños de Lascaux o el tipo appaloosa de Pech Merle.


Poni de Exmoor.


Algo más distanciado genéticamente hablando, pero dentro del mismo género, y muy próximo, tanto que en determinadas circunstancias aún pude procrear con los bovinos domésticos, tendríamos al gaur (Bos gaurus), un majestuoso y masivo bóvido a mitad camino entre uros y bisontes que, además, habita el mismo espacio que se conoce para los últimos uros que poblaron Europa, los bosques, donde suelen buscar los claros que proporcionan pastos, además de beneficiarse del consumo de hojas y brotes, de forma muy similar a nuestro bisonte europeo (no en vano es conocido también como “bisonte indio”).

Actualmente desconocemos con exactitud cuándo y dónde fue domesticado por primera vez el uro, dando origen al ganado actual. Generalmente se da por hecho que este suceso pudo producirse en algún punto de los Balcanes hace unos 8.500 años, aunque las investigaciones de los últimos años apuntan a nuevos focos independientes de antigüedad similar en la Península Ibérica o en el ámbito sahariano, véase el mesolítico castellonense o los complejos megalíticos de Playa Nabta (sur de Egipto), en fechas que oscilan entre 12.000 y 8.500 B.P.

Uro (Bos primigenius).

En este amplio período, que pudo extenderse por más de diez mil años, las distintas selecciones y cruzas fueron diluyendo el carácter agresivo bovino hasta reducirlo a la mansedumbre, de forma que aunque en la actualidad podemos seguir observando pinceladas del uro ancestral en el ganado doméstico, sobre todo en el aspecto, su principal cualidad salvaje, la bravura, y el saber salir adelante en libertad total, prácticamente ha desaparecido.

¿Qué puntos a favor y qué puntos en contra reúnen pues caballos de Przewalski y gaures?

Bajo mi punto de vista ambos representantes cuentan con tres claros aspectos positivos que los hacen merecedores de atención para el tema que nos ocupa.
En primer lugar, que son especies todavía salvajes y por lo tanto poco o nada alteradas, independientes, capaces de valerse por sí mismas en el medio, con lo que bastaría con su aclimatación al medio europeo.
En segundo lugar, que precisamente sus distancias genéticas respecto a las especies domésticas evitarían en gran medida (al menos mucho más que en otros casos) la hibridación con el ganado doméstico que puebla el continente, dando una imagen clara, desde un primer momento, de especies salvajes reintroducidas, con un criterio claramente unificado para todo el continente.
Y en tercer lugar, que ambas son especies muy vulnerables en la actualidad en sus zonas originarias, estando en mayor o menor riesgo de extinción en un futuro a medio o largo plazo, con lo que de este modo estaríamos trabajando en favor de su recuperación a nivel planetario.

Gaur (Bos gaurus).

Por si no fuera poco el bagaje a su favor, tenemos además que el gaur no es un bóvido especialmente peligroso para el ser humano, ni mucho menos, como puedan serlo los búfalos, sino que se comporta más bien como los bisontes, evitando o no teniendo en demasiada consideración la presencia humana.
Dicho esto quedan los puntos en contra.
Por un lado, tendrían que aclimatarse a un continente de contrastes, en el que no siempre, o al menos a priori, los ecosistemas a poblar serían los frecuentados por estas especies en sus zonas de origen.
El caballo de Przewalski es un habitante de las estepas desérticas del Asia Central, de veranos calurosos, pero inviernos fríos. Es posible que en determinadas zonas europeas como las estepas de Ucrania o Rusia, o las de Aragón y Soria, en España, estos animales encontraran espacio propicio para su desarrollo en libertad, ¿pero se desenvolverían igual en los húmedos prados atlánticos?, ¿en los bosques caducifolios?, ¿en los pastos alpinos?, ¿en las dehesas meditarráneas?, ¿en los carrascales, alcornocales, quejigares o coscojares?, ¿en los espartales?, ¿en las marismas?...
Otro tanto sucede con el gaur, que casi con seguridad ocuparía sin problema el bosque caduifolio y el mixto del área euosiberiana, y probablemente zonas propicias de áreas palustres, pero ¿qué ocurriría en el resto de entornos europeos?...

Caballos de Przewalski.

Por otro lado, en la actualidad contamos con otros candidatos propicios para restablecer a los antiguos tarpanes y uros; sus descendientes.
A lo largo y ancho del continente europeo se reparten multitud de razas caballares y bovinas, fruto del cruce doméstico, que en no pocos casos guardan muchos aspectos del tronco ancestral originario.
Estos candidatos tienen a su favor un punto muy importante, que en sus distintas versiones o razas, están ya habituados a poblar prácticamente todos los espacios del medio ambiente europeo. De hecho, durante milenios, han cumplido con la función que antaño desempeñaban sus antepasados silvestres, aunque amansados al extremo para su mejor manejo, y siempre protegidos con celo de los predadores que los controlaban de forma natural.
Se abre aquí un primer frente, un dilema, que empieza a incomodar a la hora de tenerlos en cuenta para un proceso de devolverlos de forma silvestre a los ecosistemas.


En primer lugar, y aunque bastante superable desde el punto de vista de la funcionalidad, aparece el criterio de unificación estética, puesto que en libertad, las distintas razas cruzarían a la larga entre ellas. Pero lo que sí resulta más peliagudo y conflictivo es el hecho de que no tendrían por tanto ningún problema en mezclarse y procrear con el ganado doméstico en extensivo que todavía puebla a sus anchas por el continente.
Además de este problema quedaría la imagen un tanto confusa de no terminar de aceptar o diferenciar a estos candidatos como animales esencialmente salvajes, cuando fueran contemplados en el medio.
Es posible que el contar con razas muy determinadas, que han guardado sus características primitivas diferenciadoras, sirviera a tal efecto, aunque no resolvería el tema del cruce con ejemplares de otros tipos domésticos.

No cabe duda de que razas como el pony de Exmoor, el konik polaco, los caballos norteños ibéricos (garranos, galegos, asturcones, pottokas…), o los mediterráneos sorraias y retuertas, serían candidatos interesantísimos para la reintroducción.

Caballos en el Pirineo.
Sin embargo existen, por ejemplo en España, acciones encaminadas a conservar distintas razas primitivas domésticas a través de proyectos de organizaciones o federaciones ganaderas, como EPOFE Federación de criadores de la raza Pottoka de Euskadi, ACAS y EL CORRU para cría y protección del asturcón, o la  Asociación de propietarios y criadores del Cabalo Galego de Monte.



Estas razas se encuentran al amparo de la CEE a través de la reforma de Política Agraria Común, con Reglamento (CEE) 2078/92 del Consejo, del 30 de junio, en el que se autoriza ayuda económica a las iniciativas en los Estados miembros en favor de la crianza y mantenimiento de animales de razas locales en peligro de extinción, para lo cual se creó la CEREOPA, que hace públicas las listas de razas europeas equinas de especial protección.
Todo ello supone una barrera difícil de superar, con un sector demasiado estructurado para los fines de un auténtico “rewilding”, ya que parece difícil que entidades cuyo único fin está encaminado al mantenimiento de los rasgos distintivos característicos de su propia raza, acepten su suelta en espacios naturales en donde a la larga, acabaran perdiendo esta singularidad en favor de elementos comunes de todas ellas, que por otro lado, son la regla general, pues basta mirar distintos ejemplares de las razas galaicas, astures, cántabras y pirenaicas, para darnos cuenta de que todas proceden de un tronco común del que apenas pueden ser diferenciadas.  
Más fácil parecerían tenerlo en el sur, ya que seguramente el problema de la hibridación con caballos domésticos sería menor en buena parte del mediodía peninsular, donde la ganadería caballar es prácticamente inexistente en muchas comunidades autónomas, o muy localizada en terrenos privados de otras, como Andalucía y Extremadura, pero a buen seguro ciertas razas adecuadas podrían reproducirse a la perfección en libertad en espacios emblemáticos como el P.N. de Cabañeros, Sierra Morena, Doñana y distintos espacios montanos y de humedales del Centro y Levante, contribuyendo a crear una futura población de caballos salvajes que se distribuyera por las principales áreas protegidas del centro-sur a través de corredores naturales.

Toro bravo de lidia español.
Lo mismo podemos decir de las razas bovinas, con multitud de candidatos que guardan aspectos primitivos, mejor o peor preparados para la vida en completa libertad.
Destaca, entre todas ellas, por su crianza casi en libertad desde antaño en las dehesas, el toro bravo de lidia español, que en opinión de muchos guarda buena parte del carácter temperamental del antiguo uro. Sin embargo, esto mismo supone un hándicap para la raza, puesto que no habrá viabilidad de reintroducción como especie salvaje en el medio si ésta supone un claro riesgo para el ser humano en los entornos rurales.


Como ya he comentado en muchas ocasiones, Europa es un continente muy humanizado y acostumbrado desde hace centurias a la escasa o nula conflictividad de convivencia con la fauna salvaje.



Pero existen otras muchas razas que guardan apariencia arcaica, poco o nada conflictivas con el humano, y que posiblemente, a poco que se trabaje en ello, pueden aprender a valerse por sí mismas en el medio, para conseguir sustento y defenderse hasta cierto punto de los predadores, sin que medie la mano protectora del hombre.
Las razas sayaguesa, pajuna, serrana (en sus distintos tipos), retinta o maronesa, entre otras, podrían muy bien ser tenidas en cuenta para el proceso de reslivestrar al nuevo bóvido salvaje europeo, así como otros componentes de los tipos podólicos centroeuropeos servirían bien para los espacios esteparios.
Todas estas razas, perfectamente adaptadas y evolucionadas en los entornos desde hace muchísimo tiempo, contarían no obstante con el punto negativo de cruzarse con facilidad con el ganado extensivo, lo que claramente supone un obstáculo, no insuperable, pero sí de difícil y controlada coexistencia.

Neouros.

La técnica del retrocruce, para conseguir un neo-uro tipo, tanto estética como funcionalmente, no es algo nuevo, pero en los últimos años se ha retomado desde perspectivas actualizadas y mejoradas, en base a los avances genéticos.
Hablaremos algo sobre ello en otro capítulo.

Tratada un poco por encima la cuestión de las posibilidades en cuanto a candidatos, en la siguiente entrada intentaremos aproximarnos un poco a cómo se encuentra actualmente el proceso de reintroducción de estas especies, viendo qué acciones, proyectos y programas se están llevando a cabo por el continente, y cuáles son las posibilidades reales de poder llamar verdaderamente rewilding  a las distintas iniciativas, algo que de momento aún queda muy lejos de la realidad.








Crédito de imágenes:

Con excepción de las fotografías 8 y 10 (caballos y vacas en el Pirineo), que son de Miguel Llabata, el resto de imágenes son archivos libres de derechos de Wikimedia Commons.

8 comentarios:

  1. Es muy interesante eso, debería hacerse un experimento en alguna reserva española para ver como va, como por ejemplo aquí en Cádiz en los Alcornocales y Grazalema, una buena extensión de tierra para esos animales, luego hacer un "camino" hacía la sierra de Ronda y así poco a poco se crea la Red Verde como tú dices que la verdad que es un buen proyecto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Breda, me alegra volverte a leer por aquí.

      Evidentemente creo que algo así, y sólo algo así, podría empezar a a considerarse como rewilding.
      Hablaré sobre ello en el próximo capítulo, pero como avance, estoy contigo, creo que este tipo de iniciativas deberían ponerse principalmente en marcha precisamente en los lugares que gozan de mayor protección y mejores características en cuanto a medios bien preservados y altamente representativos de las especies, es decir, Parques Nacionales, Parques Naturales y Reservas Nacionales-Regionales de Caza.
      Teniendo en cuenta que en ellos campa a sus anchas el ganado doméstico, no veo por qué de una vez por todas no pueda limitarse hasta cierto punto en ellos lo particular, lo doméstico, pasándose a una gestión pública de las reses del entorno, como debería suceder al menos en los Parques Nacionales, donde poder dar cabida, de forma primordial, al componente salvaje.
      Yo también imagino un Parque Nacional de Cabañeros con manadas salvajes de caballos de las retuertas y otras de cruces de bovinos serranos y sayagueses, en completa libertad, aun controlados en cierta medida por la guardería del parque, y con corredores o pasillos naturales hacia Monfragüe, Sierra Morena o la Serranía de Cuenca, ¿por qué no?...En eso consistiría un auténtico reslivestramiento o rewilding, en que actuaran como una especie más del medio salvaje, al igual que ciervos, gamos o jabalíes. Eso sí, acompañados también por sus predadores, lobos, y allá donde procediese, osos.

      Un saludo.

      Eliminar
  2. Magnífico post. Enriqueço os meus conhecimentos sempre que aqui venho. Cumprimentos, Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Rui, me alegra que te guste también este espacio al que me está costando dar continuidad, ya que por desgracia puedo dedicarle menos tiempo que al blog anterior.
      Por cierto, qué decir entonces de tu magnífico blog Wild Iberia...una maravilla.
      Recomiendo con insistencia a quienes por aquí se dan cita que se dejen caer por allí. Es una pasada, muy "currado".
      La mayoría o todas las fotos son tuyas ¿no?, me llaman mucho la atención, son muy profesionales...un verdadero artista.

      ¡Saludos!.

      Eliminar
    2. Todas as fotos são tiradas por mim , obrigado por gostar!
      Mi más sincero agradecimiento ... Un fuerte abrazo , me sintonizado aquí en el tu blog.

      Eliminar
  3. Hola Sylvanus!
    Ayer mismo llegué de un curso de verano de la Fundación Dinópolis en Teruel. Hicimos excavaciones y prospecciones de dinosaurios en el ayuntamiento de El Castellar, una zona rural a unos 40 km de Teruel que para un gallego de la costa como yo sólo puedo describir como UN VERDADERO PARAÍSO.
    Cuando pasamos kilómetros y kilómetros recorriendo el Sistema Ibérico sin ver NI UNA CASA no podía dejar de preguntarme como es posible que muchas de esas zonas no tuvieran ninguna figura de protección. Vimos cabras salvajes y corzos en abundancia.
    Si ya antes de ir compartía tu visión con respecto al rewilding solo puedo expresar mi más absoluta sorpresa que en un lugar con unas condiciones IMPRESIONANTES para la fauna falten animales como el oso, el lince o el lobo... ¡Este último que vive en Galicia en zonas infinitamente más pobladas!
    Desde luego nunca había estado en lugar con tanto espacio para la naturaleza... ¡y sin embargo tan vacío!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Recuerdas el post que escribí en El Tiempo Que Olvidamos sobre el Sistema Ibérico Meridional?, a ver si voy avanzando y lo vuelvo a colgar pronto. En él ya expresaba que, efectivamente, tal como dices, se trata, probablemente, de una de las zonas más propicias (si no la que más) para poner en marcha un auténtico rewilding, por lo vastísimo del territorio natural y su despoblación. Además es un enorme corredor que une con la Cordillera Costero Catalana por el Este, por el Maestrazgo y Beceite, con el Sistema Ibérico Septentrional por el Norte, con el Sistema Central por el Oeste, y con el Sistema Bético por el Sur, en sus últimas prolongaciones meridionales a través del valenciano Macizo del Caroig y las montañas alicantinas y murcianas.
      Simplemente espectacular.
      Es increíble que el lobo no esté hace ya muchos años campando aquí a sus anchas (todos sabemos por qué no...), e incluso el oso tendría cabida en áreas como la Serranía de Cuenca, Javalambre, Gúdar, y alguna otra zona del entorno.
      Por supuesto que además de los ya presentes ciervos, gamos, corzos, cabras, muflones y jabalíes, podrían sumarse en libertad bovinos serranos (turolenses por ejemplo), caballos, asnos, y en algunas partes tendría también espacio el lince ibérico y hasta el rebeco.
      Por cierto, que estuviste muy cerquita de la Laguna del Cañizar, con sus búfalos acuáticos...¿La visitaste?.
      El potencial rewilding y turístico natural de esta zona es brutal, y sin embargo, apenas se ha trabajado ni se menciona.
      Queda mucho por dar a este área, en el sentido que hablamos, a poquito que se tome en serio, algo que podría suponer un magnífico trampolín o motor económico generador de riqueza también para las pocas gentes que todavía habitan en ella.
      Pero nada, parece que todo pasa por cuatro rebaños de ovejas y poco más, un turismo rural no demasiado boyante y algo estancado que podría reinventarse y convertirse en pionero. Mucho más cuando la zona del Sistema Ibérico Meridional cuenta nada más y nada menos que con cuatro estupendísimas Reservas Nacionales de Caza con un tremendo valor ecológico, donde ya se tiene a muchos de los componentes de gran la fauna ibérica más representativa, y con unos paisajes y entornos muy bien conservados.
      Desde luego, esa sensación de recorrer cien kilómetros en casi dos horas, y no ver otra cosa que bosques y montañas, es algo que no debe darse en muchos lugares del país...

      ¡Me alegra leerte de nuevo y saber que andas en tan apasionates proyectos!.

      Por cierto, este invierno estuve en Dinópolis y coincidí allí con un guía muy majo al que, como a mí, le gustaba más la fauna Cuaternaria que los dinosaurios (verías la zona museo dedicada a la misma, supongo), estuvimos charlando un buen rato sobre ella, y no sé quién de los dos disfrutaba más, de lo ilusionados que estábamos paliqueando de estos temas, que si leones con melena o sin melena, que si estenónidos o caballinos...Al final una compañera vino a rescatarlo, y mi mujer "tiró de mí" con aquello de si pensaba quedarme allí a vivir...;-))))
      ¡No todos los días te topas con gente a la que le apasione tu misma afición!

      ¡Un abrazo y Saludos!

      Eliminar
    2. Hola a todos desde Moncayo. Seguro que ese guía cuaternario conoce la cueva de los Rincones de Purujosa. Desde que Kentaro, el lince ibérico que se dió un paseo cerca y se zampó un corzo se me están cerrando unos frentes, como el origen oscuro del "cangrejo ibérico"(al que he visitado en Rillo de Gallo y Cañizar del Olivar) y que el lince necesita conejos para vivir(JAJAJA). 1588 y el capricho de un noble español para traer cangrejos al "Reyno de España" y un lince que no se habla con su hermano me han dado un gran estado de paz. Lobos al maestrazgo desde Soria volviendo por el camino de las Capras Hispánicas. Osos al sur del Duero yaaaa. Desmanes, nutrias, ginetas, castores, quebrantahuesos, y por supuesto grandes herbívoros: bisontes, saigas, onagros... y si alguien se aburre en las estepas... dik dik y gacelas de thompson!!! (ahí me he pasado un pelo).

      Eliminar