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miércoles, 11 de febrero de 2015

ÉQUIDOS (I): CABALLO.




El género Equus se originó en Norteamérica hace unos 3'9 millones de años. Los análisis moleculares parecen sugerir que la separación entre las líneas evolutivas del caballo, por un lado, y las cebras, asnos y onagros, por otro, pudieron producirse alrededor de 1'2 millones de años atrás.
A grandes rasgos podemos encontrar dos grandes subgéneros con un sinfín de especies a lo largo y ancho del espacio y del tiempo. El primero es el de los équidos de tipo estenoniano o "caballos cebroides", que desde el Equus simplicidens norteaméricano parecen derivar en el Equus livenzovensis euroasiático hace 2'6 m.a.
Esta gran familia fue evolucionando hacia formas propias en Europa, África y Asia, constituyendo los antepasados directos de otros estenónidos, así como de cebras, asnos y onagros, desde especies como E. stenonis, E. altidens, E. numidicus, E. apolloniensis, E. oldowayensis o E. capensis.
El otro subgénero es el de los caballinos propiamente dicho, que nuevamente parece tener un origen americano con la especie Equus scotti, aparecida hace unos 900.000 años. Este caballo atravesó el Estrecho de Bering  y evolucionó en Europa, Asia y África, desde el Plesitoceno Medio, hacia otras especies, como Equus mosbachensis, que en definitiva, pueden considerarse como los ancestros de la especie tipo Equus ferus.
De éste último vamos a hablar un poco en el presente artículo.

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los paleontólogos a la hora de estudiar el material óseo fragmentado recogido en los yacimientos es la gran similitud que presentan todos los componentes del género Equus, pero dentro de esa gran homogeneidad a nivel general, aparece por contra una enorme variabilidad de pequeñas características anecdóticas que ha llevado, ya en el caso de los caballinos, a sugerir una multitud de subespecies que pueden alterar los nervios del más reposado de los investigadores, siendo frecuente encontrarse en los textos académicos con un compendio de formas que propondrían una especie de caballo distinta para cada yacimiento estudiado. Equus casarensis, E. antunesi, E. eaensis, E. torralbae, E. germanicus, E. gallicus, E. przewalskii, son, en definitiva, formas de denominar a la especie que a menudo es simplemente tratada en otros trabajos como Equus caballus.
Y no es de extrañar, pues el caballo estuvo siempre presente entre la fauna europea desde mediados del Pleistoceno, por lo que algo generalmente aceptado es que evolucionó en un buen grupo de subespecies que la nomenclatura zoológica actual recomienda agrupar bajo la forma tipo Equus ferus, o "caballo salvaje", para a partir de aquí añadir cuantas subespecies sean dignas de consideración.
En general, el caballo es asociado a momentos de climas fríos o secos, o cuando menos, a ambientes esteparios y de llanuras herbáceas, como las sabanas y las dehesas.

Caballo "chino" de Lascaux y Przewalskkis en la nieve.

Un aporte significativo a la hora de entender la gran variabilidad a nivel subespecífico son las pinturas rupestres naturalistas que dejaron nuestros antepasados. En ellas, y pese a que representan tan sólo un corto espacio de 25.000 años (entre 35.000 y 10.000 B.P. aprox.) se pueden apreciar formas o tipos que van desde los caballos parecidos a los przewalskii actuales, como los "caballos chinos" de Lascaux, Chauvet o incluso Altamira, a otros de perfil estilizado y subconvexo del Arte Levantino español, pasando por aquellos que serían muy similares a los actuales ponys de Exmoor, como pude verse en Trois Frères o Cosquer.
Aparecen incluso representados otro grupo de caballos, que por sus particularidades, han hecho pensar a algunos investigadores en una temprana domesticación europea de la especie ya en los últimos tiempos del Paleolítico Superior, pues muestran patrones típicos del proceso, como las crines lacias (que no erectas) y el pelaje blanco moteado en negro o "appaloosa" de los caballos de Pêch Merle, que un estudio ha podido demostrar como presentes ya en aquella época tras secuenciar los genes de caballos encontrados en yacimientos paleolíticos de varios puntos del norte y centro de Europa, Asia y la Península Ibérica, constatando que algunos de estos animales tenían un gen que "en doble recesivo" es el causante de este curioso pelaje manchado. Y no sólo encontramos esta línea de Pech Merle, sino que podemos comprobar también el variado pelaje de grupo que aparece en el  "Friso de los caballos" de Lascaux, en la parte inferior izquierda de los caballos "chinos", con ejemplares alazanes, bayos, ruanos e incluso píos, más conocidos como "indios" por las películas, con dos o tres tipos de grandes manchas.


Es posible que estos caballos hayan sido pintados en un momento posterior a los tipo przewalskii, o que simplemente hayan convividos con ellos, y así lo reflejaran los hombres del Paleolítico.
 
Caballos moteados y con crines lacias de Pech-Merle (Francia).

Esta suposición de una temprana domesticación en Europa Occidental viene apoyada por el descubrimiento de unos utensilios, a modo de contrapesas; las placas y bastones perforados de La Quina, cuyo uso se ha relacionado con el control de los animales, así como por muestras de paleopatologías dentarias que muestran los restos fósiles de ese mismo yacimiento y otros de Le Placard, que indican un desgaste desmedido por mordisqueo conocido en veterinaria como "vicios de establo".
De cualquier modo, un proceso de domesticación del caballo en la Península Ibérica en tiempos tempranos, distinto del hasta ahora aceptado en las estepas orientales europeas, es un hecho cada vez más asumido por el mundo científico.
El caballo salvaje sobrevivió en la Península Ibérica al final de la glaciación, apareciendo en el registro fósil durante el Neolítico y el Calcolítico, pero seguramente desde entonces sus poblaciones sufrieron un gran retroceso debido a la sustitución de los ecosistemas esteparios por las grandes masas boscosas holocénicas, la caza masiva y la domesticación incipiente, seguidas de una posterior hibridación y la transformación antrópica del medio en beneficio de las especies domésticas o la agricultura.
Los romanos recogen en sus crónicas las excelencias de los caballos ibéricos, y nombran la existencia en el norte astur de thieldones, asturcones y otros salvajes de pequeña talla que viven en los bosques, de los que hablaremos en el siguiente post.


Caballo de Przewalskii (Equus ferus przewalskii).

Actualmente sólo sobrevive un tipo de caballo salvaje, el Equus ferus przewalskii del Asia Central, con poblaciones exiguas en Mongolia. Un équido adaptado a las duras condiciones esteparias que quizá resultaría poco adaptable a los ecosistemas ibéricos. De hecho los distintos proyectos rewilding a nivel europeo parecen decantarse más bien por los neotarpanes, recreados genéticamente a partir de los konnik polacos, que parecen mantener algunas de las características de su ancestro salvaje, aunque también tienen muy buena acogida los ponys de Exmoor británicos, que en mi opinión están mucho más cerca de aquellos que fueron representados en el arte parietal por nuestros antepasados.
Y es que incluso el supuesto antepasado del caballo doméstico, el tarpán salvaje europeo de Rusia (Equus ferus gmenli), que sobrevivió hasta 1875 y del que se conoce su aspecto por existir algunas fotografías antiguas,  debía ser ya un caballo muy hibridado con ejemplares domésticos.
En este contexto, contamos en nuestro territorio con razas antiquísimas que se han adaptado perfectamente al terreno durante centurias (si no milenios), así que mi opinión sería la de pensar en ellas para una reintroducción inmediata como animales silvestres, pero de todo ello hablaremos más adelante, cuando al igual que otras especies, contemos con ellos para el rewilding a implantar en Europa.







Crédito de imágenes:

Foto 1: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 2: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 3: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 4: Miguel Llabata.

2 comentarios:

  1. Miguel hay que añadir aquí al poni de yakutia que conserva muchos rasgos genéticos del equus lenensis del noreste de Siberia, que al parecer este sobrebivió por la región del Kolyma hasta hace tan solo mil años,al parecer pudo haberse mezclado con los caballos de los inmigrantes Yakuts establecidos en el norte de Siberia hace unos mil quinientos años atrás,de hecho los Yakuts de la región del Kolyma dicen que de las tres formas de ponis yakuts que se crian en la región, los del Kolyma apenas han tenido contacto con otros caballos domesticos, sus proporciones morfométricas son claramente distintas a las de otros caballos semi silvestres.Yo creo que además de una gran diversidad de formas geográficas de caballos salvajes,también las huvo en espécies,solo hay que observar las diferencias morfologicas que hay entre un przewalski y un tarpán, que difiere mucho de sus proporciones craniométricas,las coronas de sus molares y la longitud y robustez de sus metápodos,o como por ejemplo el caso del Sorraya un antiguo caballo del este peninsular de constitución más esbelta y de mayor talla que podria conservar características de los caballos salvajes del mediterraneo Ibérico,o que decir de los Fjord los de las islas Féroe o de los raros caballos del rio Ob de Siberia occidental que comparten las mismas adaptaciones morfológicas para desenvolverse en regiones boreales de Eurásia, de constitución mas robusta con unos patrones de coloración casi idénticos y las mismas proporciones craneales y cascos más anchos para no undirse en terrenos turbáceos,últimamente e encontrado una fotografia de un antiguo caballo extinto de Siberia central que podria pasar perfectamente por un caballo de los fiordos que vivia en estado semi salvaje en la región del rio Yenissey.Estoy convencido de que al menos debia haber una especie adaptada a cada ecosistema creo que no parece muy dificil de intuir.

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    1. Hola Marc.
      Sí, estoy de acuerdo en que debieron haber muchos tipos según zonas y tiempo, lo que ya no estoy tan seguro es que hablemos de especies distintas, sino más bien de formas adaptadas, o subespecies, que en ciertos momentos, y en determinados casos de cercanía, contactarían enre ellas.
      ¡Saludos!.

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