Algo
que siempre me ha llamado muchísimo la atención respecto al arte parietal
prehistórico, es el enorme salto, a modo de involución, que se
produce de las manifestaciones artísticas del período Paleolítico al Neolítico.
Supongo
que es ésta una apreciación muy personal y probablemente no compartida por
buena parte del público en general. Quizás viene motivada por mi admiración
hacia el naturalismo o el hiperrealismo, pero nunca he acabado de entender por
qué los humanos del ámbito franco-cantábrico, de hace cuarenta mil, veinte mil
o trece mil años, eran capaces de representar un tipo de escenas y figuras que
casi ponen la piel de gallina, aun hoy en día, con tal maestría y rozando la
perfección en su ejecución, y sin embargo, a partir de la entrada en el
Holoceno, el arte que podemos observar cae, a nivel general, en una espiral que
poco a poco se va acercando al esquematismo monocromo, geométrico, simbólico,
muy abstracto, dótesele de los calificativos que se quiera, pero en definitiva,
un tipo representaciones que bien podrían ser efectuadas hoy en día por
cualquier niño de parvulario, o como mucho, de primaria…
La
entrada al nuevo período Holoceno, hace unos 11.500 años, supuso, como ya
sabemos, una serie de cambios a nivel climático, de vegetación y de fauna, pero
también de cultura social y material de los hombres y mujeres de la época.
Las
nuevas sociedades van a explotar un territorio más concreto, a través de la
diversificación de recursos, adoptando poco a poco un modelo de ocupación que
tiende al sedentarismo, con una industria ósea que reducirá su tamaño por la
técnica del micro buril, añadiendo algunos motivos geométricos.
La
madera parece tener un papel más relevante, al menos en base a lo observado
precisamente en el mismo arte, o en
algunos hallazgos arqueológicos descubiertos, poniendo de relieve el auge de
objetos como arcos, remos, canoas, estructuras de tiendas habitacionales…
Pero
en líneas generales, y exceptuando el controvertido Arte Levantino, del que
luego hablaré, podemos deducir de lo hasta hoy analizado por la arqueología que
el arte del Epipaleolítico o Mesolítico es realmente escaso y poco
significativo, sobre todo en comparación con el precedente del Paleolítico.
Microlito laminar. |
Fíjense
que, dejando de lado la cerámica o ciertas representaciones escultóricas
menores posteriores del Neolítico, habrá que esperar por un espacio de al menos
siete milenios, para volver a contemplar una calidad en la ejecución similar a
las pinturas de Altamira, ya en culturas urbanas de civilizaciones como
Mesopotamia o Egipto, excepción hecha de alguna rareza como Gobekli Tepe
(Turquía), de la que hablaré en otra entrada más detenidamente, o de algunas
pinturas rupestres que todavía no tienen consenso unánime respecto a su
datación, como el caso de Australia o el Sahara.
Poco
podemos exponer de tecnocomplejos como el Asturiense y su arte, paupérrimo
heredero del Franco-Cantábrico del Paleolítico, o el mismo Aziliense, extendido desde el
Cantábrico hasta los Alpes entre 11.000 y 7.000 B.P., que mantuvo una cierta
continuidad con el período Magdaleniense en cuanto a su industria lítica,
aunque con tendencia a la microlitización (raspadores y buriles), o como mucho,
con pequeñas innovaciones tipo arpón aziliense, dentado y con perforación ojal,
y orientado siempre hacia las nuevas prácticas y costumbres alimentarias de
amplio espectro, que también tendrán cierto protagonismo en los adornos sobre
conchas marinas.
El
arte pictórico de este ámbito, durante el Epipaleolítico o Mesolítico, se reducirá
prácticamente a multitud de signos geométricos, especialmente en piedras y
también aplicados sobre industria ósea, a modo de zig-zag, al que algunos han
intentado dotar de una explicación que fuera más allá del arte por el arte.
Se
ha tratado así de seguir la línea del “evolucionismo” ya comentada en
anteriores post, que postula siempre un avance en el progreso del ser humano, llegándose a sugerir que este tipo de arte geométrico simbólico abstracto,
representaría en realidad un interés por cuestiones más prácticas y profundas,
como un sistema de contabilidad, una especie de alfabeto arcaico, algún tipo de
relación funeraria, o calendarios de ciclos lunares.
Todo
esto basado en los hallazgos de cantos rodados o esquistos de pequeño tamaño (2
a 14 cms.), a modo de plaquetas, con técnicas de pintura y grabado que trazan
motivos transversales, compuestos, ondulados, reticulados, curvos, de simetría
de espejo…
Algunos
de ellos han sido hallados, junto a escasos ajuares de conchas, en enterramientos,
como parte de un rito funerario que consistía, principalmente, en decapitar al
fallecido.
Pero
sin duda, el gran protagonista del período Mesolítico-Epipaleolítico, es el
Arte Rupestre Levantino.
Caza de cabra montés por arqueros en Cueva Remigia (Castellón). |
La
primera muestra de Arte Rupestre Levantino fue hallada por J.Cabré en 1903, en
Calapatá (Teruel). Algo más tarde, en 1907, R.Huguet descubrió al mundo el
friso de Cogul (Lleida).
Caza de ciervos en Valltorta (Castellón). |
El
primer estudioso de este arte fue el abate H.Breuil, quien siempre mantuvo un
horizonte temporal para el mismo encuadrado en el Paleolítico, aunque adaptado
a la teoría entonces imperante de dos zonas de tradición prehistórica en
Iberia; la zona norte o húmeda, de ámbito europeo, y la zona sur, vinculada en
esos momentos al Ateriense o Capsiense norteafricano.
Pero
la controversia de la datación cronológica de este tipo de arte parietal,
presente aún hoy en día, no se hizo esperar, y algunas voces relevantes de la
época comenzaron a cuestionarse su antigüedad, vinculándolo más a la etapa
holocénica, en una línea tendente hacia el esquematismo que era rara en el Arte
Franco-Cantábrico del Pleistoceno.
El
más importante de los autores que encuadran ya al Arte Levantino en el período
Mesolítico o Neolítico, fue Martín Almagro Basch, que en los años cuarenta del
siglo XX realizó profundos estudios que parecían demostrar una cronología más
cercana a nuestros días.
Combate de arqueros en Morella (Castellón). |
En
general, los grandes argumentos que diferencian el Arte levantino del Franco
Cantábrico son los siguientes: menor realismo o naturalismo de la fauna,
diferente ubicación de las pinturas (en abrigos al aire libre para el
Levantino, en Cuevas y salas profundas para el Paleolítico Franco-Cantábrico),
diferencia sustancial en cuanto a tamaño de las figuras (mucho más reducido en
el Levantino), diferencia en cuanto a cromatismo (casi siempre monocromos en el
Levantino), numerosas composiciones en el levantino que suelen estar ausentes
en el Cantábrico, presencia abundante y significativa de figuras humanas bien
desarrolladas en el levantino, como tema principal (muy testimoniales o
inexistentes en el Cantábrico), que muestran una exagerada movilidad.
También
identificación en el Levantino de presencia de arcos y flechas (ausentes en
Franco-Cantábrico), actividades u objetos en las pinturas que indican actividad
ganadera-agrícola, al menos en algunas de determinado período, incluso con
representación de especies domésticas, continuidad y perduración prolongada en
el tiempo en algunos de esos espacios levantinos como centros de culto que se
adentran incluso en época protohistórica, y sobre todo, presencia de industria
de tecnocomplejos mesolítico-neolíticos halladas al pie de algunos abrigos de
Arte Levantino.
Caza del jabalí en Cueva del Charco del Agua Amarga (Teruel). |
Mi
opinión, sin embargo, entronca más con la de L. Pericot y F.Jordá, quienes
señalan que ambos centros de arte (Cantábrico y Levantino) mantienen una idea
común, además de incidir en el hecho bien documentado por la arqueología y la
paleontología acerca de una clara diferenciación entre los posibles modelos de
asentamiento durante el Paleolítico en la Península Ibérica, que sin ninguna
duda se verían condicionados por un distinto clima o ambiente, muy frío en la
zona norte, y más proclive al hábitat al aire libre en abrigos del sur y el
levante peninsular.
De
hecho, Breuil señala que Huget encontró en las inmediaciones de Cogul varios
yacimientos claramente asignables al Magdaleniense por su tipología e
industria.
No
es la fauna un buen indicador cronológico, pues a partir del 20.000 B.P., en el
sur y levante peninsular habitarán prácticamente las mismas especies que
seguirán haciéndolo durante buena parte del Holoceno (uros, équidos, ciervos,
cabras, jabalíes…), no así en el Cantábrico, donde sí podría establecerse la
comparativa cronológica a partir de ésta.
Abrigo de Cogul (Lleida). |
Por
tanto, queda abierta la posibilidad de que el Arte Rupestre Levantino, como
ocurre en el Arte Sahariano o norteafricano, plasme una continuidad muy
dilatada en el tiempo, en diferentes etapas, que desde tiempos
finipleistocénicos irán evolucionando hacia el esquematismo de época tardía,
perdurando con ciertas diferencias en un período que bien pudo prolongarse
desde hace más de 12.000 años, hasta al menos 6.000, donde ya se solapa con el
Arte Esquemático de influencia claramente neolítica, de ámbito mucho más
general a nivel mundial, y probablemente importado en tiempos más recientes,
que veremos en próximas entradas.
El
Arte Levantino, como tal, todavía bastante naturalista y sin hablar de
esquematismo, se realizó a través de la técnica del perfilado, relleno
posteriormente con tinta plana,
Cueva de La Araña (Bicorp, Valencia). |
Su
temática se centra principalmente en la caza de ciervos, cabras, y bóvidos,
aunque aparecen escenas de recolección, como la primera de que se tiene noticia
a nivel mundial sobre extracción de miel de un panal de abejas (Cova de
l’Aranya, Bicorp-Valencia), también alguna de combates entre guerreros (Cueva
Remigia y Morella), u otras de
danzantes o rituales, con presencia
femenina (Cogul y Valltorta).
Este
tipo de arte se extendió desde Huesca hasta Granada, pasando por Lleida,
Barcelona o Jaén, pero manteniendo su epicentro en el levante peninsular, de
especial relevancia, sobre todo en Castellón, Valencia, Alicante, Teruel y Albacete, y en menor medida Tarragona,
Cuenca y Murcia.
Algunos
de los principales yacimientos de Arte Levantino son Cogul (Lleida), abrigos de
Albarracín (Teruel), Villar del Humo (Cuenca), Abric de l’Ermita (Tarragona),
Valltorta, Gasulla o Remigia (Castellón), Cueva de la Cocina y Cueva de La
Araña (Valencia), La Sarga (Alicante) Cueva de la Vieja (Albacete), Monte Arabí
(Murcia), etc.
Queda
en el tintero la gran semejanza, al
menos a mi juicio, entre el Arte Levantino español y el Arte Sahariano del
norte de África.
Esta
similitud, tenida muy en cuenta hace cincuenta años entre el ámbito académico,
cayó en desuso durante la segunda mitad del S.XX, y parece retomarse iniciado
el S.XXI, como algo más que una simple coincidencia que establece paralelismos
entre las culturas ibéricas y norteafricanas que se vienen observando desde el
Solutrense, en tiempos del Paleolítico Superior.
Su
máximo exponente queda representado en el conjunto rupestre de Tassili N'Ajjer
(Argelia)
Tassili N'Ajjer (Argelia) |
El
Arte Sahariano también mantiene un gran debate en cuanto a cronología,
estableciéndose por consenso varias fases que lo datan entre 12.000 y 2.000
años antes de nuestro presente, desde fin de época Ateriense paleolítica
(15.000-12.000 B.P.), en las que se incluyen pinturas y grabados de fauna hoy extinta
en la zona, como elefantes y avestruces, pasando por la fase
pastoril mesolítica-neolítica o
de bóvidos, en fechas del Iberomaurisense y Capsiense (12.000 a 6.000 B.P.),
hasta las etapas del caballo y el camello (dromedario) que se adentran ya en tiempos
neolíticos, calcolíticos, del Bronce o del Hierro, protohistóricos e históricos
(6.000 a 2.000 B.P.).
Pero
tema tan apasionante y controvertido, es merecedor de una entrada aparte que
veremos más adelante.
Crédito de imágenes:
Foto 1: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 2: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 3: Miguel Llabata.
Foto 4: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 5: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 6: Miguel Llabata.
Foto 7: Miguel Llabata.
Foto 8: Miguel Llabata.
Foto 9: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Miguel, quería preguntarte si hay alguna pintura/grabado en el arte levantino que represente al bisonte y al encebro. Gracias de antemano.
ResponderEliminarHola Manuel, me alegra volver a leerte por aquí. Gracias a ti en cualquier caso, por pensar que pueda servirte de ayuda.
EliminarRespecto al bisonte, no, que yo sepa al menos.
En su momento se habló de lo que según algunos autores era la representación de un solo bisonte en la Cueva de La Pileta (Málaga), cuyo arte parietal data del Paleolítico. Al supuesto bisonte se dice que le faltaría la cabeza...(yo no creo que lo representado responda a bisonte).
No se tiene constancia de representaciones de bisonte en el ámbito sur o mediterráeno, ni siquiera en momentos del Paleolítico, como tampoco existen en el Sur y Levante restos fósiles de ningún bisonte durante todo el Pleistoceno Superior, ni mucho menos durante el Holoceno.
En cuanto al encebro...bueno, teniendo en cuenta que hasta hace apenas una década ni se sabía exactamente qué era, o si acaso pudo existir, imagínate.
Aquí, sin embargo, sí estoy convencido de que muchas de las representaciones artísticas de équidos de la Prehistoria podrían corresponder con encebros, el problema debe estar en su distinción con los caballos, de los que pudo no diferenciarse demasiado en aspecto si el encebro fue uno de los último estenónidos.
Es impensable que no se representara a una especie que habitaba el territorio, tanto en el Paleolítico, como en el Mesolítico y Neolítico, como ha quedado reflejado en los yacimientos. Sobre todo tratándose de un ungulado, que a buen seguro tuvo que jugar un importante papel en aquellos tiempos, al igual que bisontes, uros, caballos, ciervos o cabras.
Dejando a un lado las paleolíticas Franco-Cantábricas, como Ekain, conozco dos pinturas de Arte Levantino que pueden encajar en la representación de encebros, de hecho de la primera he llegado a leerlo.
Se encuentran en Fuente del Cabrerizo (Albarracín-Teruel), y Cantos de Visera-Monte Arabí(Yecla-Murcia).
Voy a ver si encuentro un libro algo antiguo donde creo que salía la primera, y ya he encontrado imágenes de la segunda, que tenía en la memoria.
Son muy poca cosa la verdad, hay que echarle un poco de imaginación, en cualquier caso no pasan de interpretaciones.
Si te parece te paso referencias al e-mail que me facilitaste, cuando reúna lo que hay, ¿ok?.
Recibe un cordial saludo.
Hola de nuevo Miguel.
ResponderEliminarHe encontrado dos referencias sobre "representaciones" del bisonte en el arte rupestre levantino. Te cuento.
La primera se debe a la interpretación que hace en 1940 Fernández Avilés del panel principal de la cueva del Peliciego o de los Morceguillos (Jumilla, Murcia). Describía dicho panel de pinturas como compuesto por figuras bastante realistas de cérvidos, quizás alguna cabra, bisonte y jabalí, de color sepia muy oscuro y sin formar composición.
La segunda es de Henri Breuil quién "identificó" un bisonte cuando en 1908 emprendió el estudio en la Cova dels Moros en Cogul (Lérida).
Quizás como bien decías sólo sean fruto de la imaginación a la hora de su interpretación en su momento.
Por cierto, la pasada semana estuve viendo la exposición que aún permanece en el Museo Nacional de Ciencias Naturales sobre los calcos de pinturas rupestres que conserva: una delicia. Me acordé de todos los que estáis trabajando en torno al rewilding en España.
Saludos.
Hola Manuel.
EliminarUn poco a eso me refería, a que sobre todo las interpretaciones del pasado acerca de las representaciones, son bastante más que dudosas.
Hay que añadir que el estado de investigación de yacimientos y restos fósiles era aún bastante precario o incompleto.
El que no se haya encontrado con el paso de las décadas restos de bisonte durante el período del Würm, en el sur y el este, viene a reforzar la impresión de que esas interpretaciones de bóvidos como "bisontes" eran probablemente equivocadas. Casi seguro se trata de uros que por algún motivo relacionado con la grupa, pueden haber parecido en su momento bisontes a los intérpretes del arte parietal.
El que comentas de la cueva de Cogul desde luego no lo conozco, pero dado que se encuentra más al norte podría resultar más interesante, veré si encuentro alguna referencia.
He estado buscando las pinturas que te comenté, que quizás pudieran asignarse al zebro, en especial una que se me resiste, que no la encontré en el libro donde pensaba que estaría, la de Fuente del Cabrerizo.
Me doy unos días más a ver si localizo algo, y te mando al e-mail los pocos datos, por si pudieran servirte de algo.
Respecto a lo de que esté trabajando en torno al rewilding...¡muy considerado de tu parte!, la verdad es que si a escribir impresiones personales en un blog casero, y comentar opiniones en algún foro, se le puede llamar así, o encuadrarlo dentro de la categoría de "estar trabajando por"...pues de veras que te lo agradezco, aunque realmente quede muy pero que muy lejos.
¡Saludos!.
De considerado nada, realista. La sensibilización, educación y animación son procesos fundamentales en el éxito de cualquier proceso de cambio, o proyecto de implantación, máxime en los que tienen que ver son el medio rural. Dímelo a mi que llevo dedicándome al desarrollo rural desde la teoría y la práctica más de treinta años y he vivido procesos y proyectos en el medio rural tanto como protagonista como observador interesado.
ResponderEliminar¿Qué me dices de los procesos de implantación de ENP's en nuestro país, todos carentes de la mínima sensibilización previa? ¿O es que sólo consideras trabajadores del rewilding a quien hace traslocación de especies con pasta pública a espuertas que les producen un priapismo supino impidiéndoles cualquier atisbo de sensibildad para con las poblaciones locales?
En fin habría mucho que hablar sobre el tema. Mientras un saludo y mil gracias por tu desinteresado trabajo, si Miguel trabajo.