Los
cánidos no han sido componentes que hayan salido muy malparados en la evolución y distribución "reciente" de la fauna europea.
Seis
han sido las especies de este género que han habitado el continente europeo
durante los últimos cien mil años. Sólo una de ellas se extinguió a principios
del Holoceno, el cuón, mientras que las otras cinco; lobo, zorro, zorro ártico, chacal dorado y perro mapache, siguen viviendo
todavía en tierras continentales.
El
lobo (Canis lupus), evolucionado
desde formas ancestrales como etruscus o mosbachensis, estuvo presente en Europa
desde el Pleistoceno Medio, aunque a lo largo de tan extenso período tendría con
toda probabilidad cierta variación subespecífica.
Este
cánido puede considerarse en la actualidad como el gran superpredador europeo,
aunque su distribución geográfica en el presente dista mucho de la que tuvo
hasta hace tan sólo ciento cincuenta años.
La
relación competitiva entre el hombre y el lobo en Europa, desde tiempos
inmemoriales, forma parte de la misma tradición cultural, por todos bien
conocida.
Lobo (Canis lupus). |
No
es de extrañar, pues, que las campañas dirigidas al exterminio de esta
adaptable especie en el continente dieran sus mejores frutos a partir de la
aparición de las armas de fuego, desde los siglos XV y XVI.
Desaparecido
durante el siglo XIX en la mayor parte de Europa Occidental, el lobo mantenía
aún buenas poblaciones en España y Portugal por esas fechas, donde sustituía en
su dieta a las ya escasas presas salvajes por otras domésticas, dado que la
ganadería y la agricultura seguían siendo, hasta hace poco menos de un siglo,
el motor fundamental de la economía ibérica.
El
proceso de extinción del lobo en España comenzó desde finales del S.XIX y
principios del XX, coincidiendo con la consolidación de la incipiente Revolución
Industrial en nuestro país, pero fue sobre todo a partir de las campañas de
erradicación de alimañas, a través del envenenamiento masivo, o las “lobadas” (por
las que hasta hace no muchos años aún podían cobrarse cuantiosos ingresos), cuando
el lobo llegó a su momento más crítico, en la década de los setenta. Para entonces,
hacía más de veinte años que había desaparecido del Pirineo, o era muy
testimonial, quedando ya recluido al norte del río Duero, con alguna exigua
población en Sierra Morena, Extremadura y los Montes de Toledo, en cifras que
para España y Portugal no debían superar los setecientos u ochocientos
ejemplares.
Desde
mediados de los ochenta, una serie de medidas supuestamente destinadas a
garantizar su supervivencia fueron instauradas en nuestro país, funcionando con
éxito relativo en el norte y suponiendo un fracaso absoluto en el sur.
En
el resto de Europa Occidental sus poblaciones son hoy por hoy insignificantes,
y sólo en ciertos países del este del continente mantiene aún poblaciones
viables de cara al futuro.
Pero
al igual que el caso de osos y linces, analizaré más detenidamente sus
particularidades y problemática en un capítulo especial dedicado a los grandes
carnívoros europeos que aún hoy sobreviven.
También
podemos considerar como superpredador del pasado al cuón (Cuon alpinus), si no tanto por su tamaño y peso (similar al de coyotes y chacales) sí por las presas a las
que consigue abatir en grupos muy numerosos.
Jauría de cuones. |
Su
distribución se encuentra hoy restringida al continente asiático, pero fue un
animal frecuente en Europa durante el Pleistoceno Medio y Superior.
Este
cazador social vive en jaurías o grupos de bastantes ejemplares que son capaces
de dar muerte a animales de la talla del búfalo asiático, llegando a poner en
jaque a osos y grandes felinos como el tigre o el leopardo, que en más de una
ocasión se las han tenido que ver con el feroz ataque de estos cánidos.
Aunque
el cuón ha solapado sus poblaciones con las del lobo durante buena parte del
pasado, la distribución geográfica actual apunta hacia una nada despreciable
lógica que parece sugerir que ambas especies evitan el contacto, seguramente
por competencia trófica.
Actualmente
el lobo y el cuón sólo coexisten en puntos muy concretos del Himalaya o la
India, en zonas donde con toda probabilidad encuentran un elenco de presas
suficientes como para evitar desplazarse unos a otros, o donde presumiblemente
ocupan distintos ecosistemas.
¿Fue
acaso el lobo en sus inicios evolutivos un predador solitario u oportunista,
similar al coyote o al chacal?.
Observando
la presencia de restos fósiles de licaones y cuones en suelo europeo, parece
evidente que los últimos ocuparon el nicho de los primeros cuando éstos
desaparecieron.
Todavía
hoy no está muy claro si Canis
mosbachensis, que parece ancestro inmediato de Canis lupus, descendía de Canis
etruscus o bien de Canis arnensis.
Ambas especies coexistieron durante cierto tiempo con los licaones llegados a
Europa, sin embargo los dos desaparecieron en un espacio relativamente cercano
a esta llegada, y se cree que alguno de ellos pudo evolucionar a Canis mosbachenisis, que conviviría primero
con licaones, y después con cuones, sin aparente competencia ni desplazamiento,
durante casi un millón de años.
Algunos
autores creen que Canis arnensis era un
cánido similar a chacales o coyotes, sobre todo por tamaño, mientras que Canis etruscus era de talla
media-grande, más en la línea de los lobos actuales.
De
cualquier modo la aparición en escena de la especie actual, Canis lupus, hace más de trescientos mil
años, no supuso la extinción del cuón, al menos de forma “inmediata”, ya que
éste perduró en Europa desde entonces y hasta inicios del Holoceno, aunque es
posible que a la larga, y en un momento muy delicado, pudiera tener cierta relevancia
en su desaparición.
Cuón (Cuon alpinus). |
El
cuón prefiere los espacios forestales, como bosques y selvas, aunque aparece
también en regiones de alta montaña e incluso cerca de las estepas, en el
Himalaya o el Tíbet. A principios del siglo XX se les podía encontrar aún en alguna región de la Siberia Meridional.
Seguramente
la llegada del máximo glacial en Europa empujó a los cuones a una clara
situación de desventaja frente a su competidor, el lobo, que por aquel entonces
aumentaba de forma notable sus poblaciones ante el declive de los grandes
felinos.
Los
últimos restos del cuón en la Península Ibérica, y probablemente en Europa, podemos
encontrarlos hacia finales de la Era Glaciar en yacimientos de la Cordillera
Cantábrica y el País Vasco, e incluso en el temprano Holoceno, pues en los
últimos años se ha descubierto algún resto de entre 8.500 y 9.000 B.P. en un
yacimiento de la fachada mediterránea.
Las causas de su extinción (insisto una vez más) no pueden
tomarse por separado, sino en relación a una causalidad plural común al resto
de grandes carnívoros ibéricos.
Hablaré
sobre ello en el resumen de estas entradas de fauna.
Zorro ártico (Alopex lagopus). |
Otro
cánido de menor tamaño se vio, al contrario, beneficiado ante el aumento del
frío y la sequedad durante el máximo glacial: El zorro ártico (Alopex lagopus) llegó hasta la
Península Ibérica en esos tiempos, junto a otras especies de la taiga, la
tundra y la estepa, como renos, bueyes almizcleros, glotones, saigas, y probablemente
también, aunque no estén constatados por el registro fósil en España, alces y
onagros.
Existen
citas tardías de la especie en yacimientos vascos, durante el Magdaleniense
(Cueva de Isturitz), en los momentos previos al cambio de Era, aunque
probablemente su distribución no se prolongó más allá del frío entorno
inmediato al Pirineo, o como mucho, alguna zona de la Cordillera Cantábrica.
Zorro común (Vulpes vulpes). |
El
zorro común (Vulpes vulpes), es una
especie muy conocida que ha estado presente de forma continua en España desde
el Pleistoceno Medio y que en la actualidad ocupa la totalidad del país,
considerándose en algunos enclaves concretos como plaga, ya que carece de
depredadores en la mayor parte del territorio, lo que le lleva incluso a
frecuentar las zonas urbanas y por supuesto, cualquier otro hábitat, desde las
zonas costeras y campos de cultivo hasta la alta montaña pirenaica.
Que el zorro sea el único depredador existente en
buena parte del país (junto al águila real) que pueda cazar de mucho en mucho
alguna cría de ungulados, pone de relieve la necesidad urgente de
reintroducir una mayor riqueza y equilibrio en el medio a través de la
inexcusable suelta de grandes predadores como el oso, el lobo, el lince
ibérico, o el lince boreal, en muchas áreas bien conservadas de
España que hoy carecen de superdepredadores.
En
Europa encontramos, por último, otros dos cánidos que han aparecido en tiempos más
o menos recientes.
Chacal dorado (Canis aureus). |
El
primero de ellos, el chacal dorado (Canis
aureus), es una de las pocas especies que ha ido colonizando el continente desde
el Oriente Próximo en tiempos holocénicos. Su área de distribución está
aumentando de forma sorprendente en las últimas décadas, llegando a Bielorrusia
por el norte y al entorno alpino por el oeste.
Si
no se le pone trabas, y viendo su dinámica, es posible que a no mucho tardar
pase a engrosar las filas de la fauna ibérica.
Perro mapache (Nyctereutes procyonides). |
El
otro cánido presente en el continente es el perro mapache (Nyctereutes procyonides), originario de Extremo Oriente pero que
desde mediados del siglo XX ha sido criado en granjas peleteras de la antigua URSS.
De allí escaparon numerosos ejemplares que han ido poblando el continente
desde el este, distribuyéndose hoy en libertad por al menos buena parte de
Ucrania, Polonia, Bielorusia, Rusia, Finlandia, Suecia, Rumanía, Moldavia, República
Checa, Alemania y Francia.
Crédito de imágenes:
Foto 1: Public Domain Images.
Foto 2: Public Domain Images.
Foto 3: Public Domain Images.
Foto 4: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 5: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 6: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 7: Public Domain Images.
Foto 8: Óscar Martínez.
Foto 9: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
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