El
tema de los linces resulta apasionante e incluso objeto de controversia y
debate, al menos en nuestro país, porque debido a su estatus poblacional implica
a la que es, con toda seguridad, la especie que más atenciones ha recibido en
las últimas décadas en cuanto a protección, conservación y recursos destinados
para su supervivencia.
En
esta entrada, sin embargo, voy a tratar muy por encima la situación actual, a
la que dedicaré más tiempo y espacio en futuros artículos, de tal modo que hoy hablaré
de forma general sobre los linces de Europa desde hace 125.000 años, y en
especial, de la Península Ibérica.
Durante
mucho tiempo, y hasta hace tan solo alguna década, se discutió con fervor entre
la comunidad científica del pasado sobre si en realidad existían una o dos
especies de lince en Europa.
Y
es que todavía hoy desconocemos con exactitud la relación evolutiva entre los
diversos tipos de linces que pueblan el planeta.
Sin
una resolución definitivamente zanjada, y pese a admitir que la hibridación resulta
aún posible entre las distintas especies, la opinión más aceptada postula
cuatro especies para el presente, que debieron evolucionar durante el Plioceno,
hace unos cinco millones de años, a partir de un mismo ancestro común que fue
descubierto por primera vez en China: Lynx
issiodorensis.
Sin
embargo, como digo, hasta hace tan solo unos cuantos años se contemplaba la
posibilidad de que los linces meridionales de Europa y Anatolia, más pequeños y
más moteados en su pelaje (especialmente en la Península ibérica), no
respondieran sino a “razas” o subespecies de la especie tipo Lynx lynx.
Ambas
formas habrían evolucionado hacia la subespeciación en tiempos muy recientes
por aislamiento y adaptación, desde el tipo Lynx
spelaea, que a su vez sería descendiente de Lynx issiodorensis.
No
obstante, en los últimos años, estudios moleculares del ADN mitocondrial
parecen sugerir que el primer lince que
se separó en un linaje distinto al resto fue el lince rojo americano, y ya en
un tiempo posterior, en torno a 1’6 millones de años B.P., encontraríamos las
ramas que llevaron hasta el lince del Canadá, el lince boreal y el lince
Ibérico.
Lince rojo americano o "bobcat" (Lynx rufus). |
A
partir de aquel ancestro común aparecerían formas ya muy próximas (morfológicamente
hablando) al lince ibérico, aunque de mayor tamaño, repartidas por toda Europa
y datadas desde 600.000 B.P., que son conocidas hoy bajo el nombre de Lynx pardinus spelaea, o en muchos
trabajos, todavía, como Lynx spelaea.
Por
otro lado, el descendiente en Asia de Lynx
issiodorensis dio paso a la especie Lynx lynx, o lince boreal, que sólo
parece penetrar en Europa, desde el este, a partir de los primeros momentos del
último período glaciar, hace unos 115.000 años.
Aquí
encontramos ya uno de los primeros problemas, que debería someterse a revisión,
puesto que muchos de los estudios sobre paleofauna de Europa simplemente
nombran la presencia de lince en los yacimientos analizados bajo la
nomenclatura Lynx sp., sin mayores
detalles.
Atendiendo
a estas circunstancias podría afirmarse que el lince pardo de las cavernas o Lynx pardinus spelaea, y el lince boreal
Lynx Lynx, solaparon sus poblaciones en
ciertas zonas de Europa durante buena parte del Pleistoceno Superior, y aunque
no existen indicios concretos de que hubiese una hibridación continua entre
ellos no es posible determinar con exactitud si en algún momento puntual ésta
pudo llegar a producirse.
En
base a lo descrito se ha llegado a la conclusión de que las poblaciones de
lince pardo pudieron ser desplazadas por las de lince boreal a medida que
avanzaba la glaciación, no tanto por competencia trófica, que también pudo
darse, lógicamente, sino como consecuencia de la mejor adaptabilidad del lince
boreal a los distintos ecosistemas que se estaban generando en Europa en
aquellos momentos.
Al
igual que otras especies típicas del período interglaciar, el lince pardo de
las cavernas habría ido acantonándose en las penínsulas meridionales, mientras
el boreal avanzaba a medida que los nuevos ecosistemas similares a la taiga se
establecían por el continente.
Este
punto, ya de entrada, presenta bastantes dudas razonables, puesto que Lynx pardinus spelaea apareció como tal
entre 600 y 400.000 B.P. y por lo tanto habría superado con éxito otras épocas
glaciares, si bien pudo hacerlo de forma relicta y en esta última ocasión
encontró la competencia de un nuevo tipo que llegaría para adaptarse mejor a
las circunstancias.
De
cualquier modo, hoy en día se considera que todas las poblaciones de Italia,
Balcanes o Anatolia, desde el máximo glacial hasta el presente, se corresponden
con la especie Lynx Lynx, que habría
desplazado por completo a Lynx pardinus
spelaea.
Únicamente
en la Península Ibérica, el lince pardo de las cavernas habría sobrevivido
hasta al menos el tránsito del Pleistoceno-Holoceno, hace unos 12/11.500 años,
y todavía no se sabe muy bien en qué momento habría dado origen, seguramente en
la parte más meridional de la península, al tipo actual, de menor tamaño, y que
hoy conocemos como Lynx pardinus o
lince ibérico, que habría aparecido como fruto de una especialización adaptativa
a su presa base; el conejo.
Lince boreal (Lynx lynx) |
El
lince boreal o europeo (Lynx lynx) es
el mayor felino dentro de su género, ya que puede llegar hasta el 1’30 m. de
longitud, 75 cms. de altura en la cruz y más de treinta kilos de peso.
Este
tamaño, que incluso en los ejemplares más grandes se aproxima al de un pequeño
leopardo, le permite acceder a presas de considerable envergadura, optando a un
amplio abanico que más o menos iría desde pequeños roedores y aves hasta
ciervos y crías de grandes ungulados, teniendo una importante proporción en su
dieta base el consumo de presas de tamaño medio.
Hoy
se encuentra distribuido por buena parte de Asia y Europa, habiendo sido
reintroducido recientemente en países del ámbito occidental donde había
desaparecido en los últimos siglos debido a la acción del hombre, como
Alemania, Francia, Suiza o Italia.
El
boreal presenta una gran variabilidad de coloración, aunque por regla general
tiende a ser rojiza y algo manchada por motas negras que suelen desaparecer en
invierno, cuando sustituye el pelaje estival por otro invernal más largo y de
coloración grisácea.
Está
clasificado en al menos nueve subespecies atendiendo a su amplia distribución
geográfica, que de forma discontinua abarca desde Francia hasta Corea, de oeste
a este, y de Escandinavia a Mongolia, el Tíbet y el Himalaya, de norte a sur.
La
existencia del lince boreal en el Pirineo es un tema de debate que está dando
mucho que hablar durante las últimas décadas.
Lince boreal (Lynx lynx). |
Restos
fósiles de época glaciar atribuibles al boreal han sido descubiertos tanto en
la Cordillera Cantábrica como en el Pirineo, en ambas vertientes. Restos
subactuales, de los últimos siglos, han sido también confirmados en la
vertiente norte pirenaica.
Sin
embargo la supervivencia tardía de esta especie en nuestra Península está mal
documentada y acompañada siempre de un halo de misterio que impide sacar
conclusiones claras al respecto.
De
cualquier modo, parece probado que un lince distinto al ibérico ha sobrevivido
hasta época muy reciente (incluso hace sólo unas décadas) en Pirineos,
principalmente en el lado francés, e incluso algunos investigadores y
naturalistas del presente siguen afirmando la presencia relicta de la especie
boreal en dichas montañas.
Para ello se basan en la obtención de huellas, avistamientos,
marcas, rastros y multitud de testimonios de gentes de la zona que afirman
haber sido testigos de encuentros con el felino en tiempos más o menos
recientes en la zona.
También
en la Cordillera Cantábrica ha sido constatada la presencia de linces, a través
de testimonios orales y escritos, incluso restos, en momentos muy cercanos a
nuestro presente.
Con
todo lo visto hasta ahora, entramos de lleno con el lince ibérico.
Hablar
del lince ibérico (Lynx pardina), es
hablar del que podría ser a día de hoy, junto al toro, el emblema faunístico de
nuestro país.
Desde
que los análisis moleculares dieran pie a determinar que al lince ibérico se le
debe catalogar como una especie de pleno derecho, éste se ha convertido en el
felino más amenazado del planeta.
La
historia del hermoso gato rabón entró en un cuello de botella con la llegada de
la glaciación que lo recluyó a la Península ibérica, donde no obstante, logró
sobrevivir con una buena distribución hasta el siglo XIX o principios del XX,
estando presente prácticamente en todas las provincias de España y Portugal,
aunque seguramente nunca fue una especie abundante.
Poco
a poco la roturación de nuevas tierras agrícolas, la desforestación del bosque
y matorral mediterráneo, la urbanización a gran escala de España y Portugal,
los atropellos y sobre todo la caza, con métodos muy dañinos como los cepos o
el envenenamiento masivo, han ido reduciendo las poblaciones del lince hasta
niveles muy próximos a la extinción.
Pero
sin duda, el que parece factor más determinante en este final de especie, fue
la aparición del virus de la mixomatosis entre la población de conejos, que según
los investigadores actuales, suponen el 90% de la alimentación del felino en
nuestro país.
El
virus de la mixomatosis, introducido artificialmente por el hombre en Francia
durante la década de los cincuenta para controlar las poblaciones de conejos,
pone de relieve la ineptitud del ser humano jugando a su antojo con el medio, y
lo que ocurre cuando éste se desestabiliza en exceso.
Eliminando
primero a los componentes de la cadena ecológica que deben depredar sobre los
conejos, el ser humano se encontró después con que las poblaciones de
lagomorfos se expandieron como una auténtica plaga devastadora, y en vez de
enmendar sus acciones contando con los recursos que la Naturaleza ha
establecido durante cientos de miles de años de evolución y adaptación, decidió
una vez más actuar por su cuenta inoculando el virus entre los conejos, lo que
produjo una reacción en cadena, una catástrofe ambiental de tintes dramáticos
que prolongaría hasta el día de hoy sus efectos devastadores entre la comunidad
faunística europea, y especialmente en la Península Ibérica, zona originaria
del conejo, donde un sinfín de especies han sido abocadas hasta casi la
extinción en épocas recientes, al depender en altísimo porcentaje del lagomorfo.
El
resultado para el lince ibérico es de sobra conocido; hasta la década de los cincuenta
o sesenta existían aun poblaciones donde el lince era al menos citado, desde la
Sanabria leonesa hasta la Sierra de Alcaraz en Albacete, e incluso en enclaves
aislados de tierras murcianas, valencianas y aragonesas, pasando por Salamanca,
centro y sur de Portugal, Extremadura, Castilla-La Mancha y buena parte de
Andalucía, desde Huelva hasta Granada.
Desde
entonces, tal y como vaticinara el Dr. Félix Rodríguez de la Fuente, el lince
fue desapareciendo de forma constante y alarmante, de modo que durante la
década de los ochenta sólo se conocían núcleos estables en los Montes de
Toledo, Sierra Morena, Sierra de Gata y el Parque Nacional de Doñana, aunque
todavía existían ejemplares residuales en enclaves portugueses como las sierras
del Algarve o de Malcata, y en otras zonas dispersas de España, como algunos
montes extremeños, madrileños o del sureste manchego. Una población total que
los investigadores y especialistas del momento estimaban en 1.200 ejemplares.
A
mediados de los noventa, y prácticamente en los mismos núcleos estables, la
población habría descendido, contando entre 900 y 800 linces.
Ya
en la última década la situación se vuelve insostenible, constatándose
únicamente dos núcleos reproductores, el de Sierra Morena (Sierra de Andújar y
Parque Natural de Cardeña y Montoro) y el del Parque Nacional de Doñana
(Huelva), aunque siempre con la duda de pequeñas poblaciones relictas en Montes
de Toledo, Alacarz y Madrid, que en total quedaron cifrados en unos 150-200
ejemplares hacia 2003.
Desde
mediados de los noventa se puso en marcha el Programa Life, financiado en un alto porcentaje por la Unión
Europea, y que precisamente vino a coincidir, desde entonces, con la caída
imparable de poblaciones, en su recta final a la extinción, pasando de 900
ejemplares en 1996 a 150 en 2003…
Programas,
atenciones y recursos, que estuvieron presentes desde su protección en 1973,
pero que se intensificaron, como para ninguna otra especie, y sobre todo en lo
económico, desde 1996…
Distribución geográfica del lince ibérico hacia 1960 (rosa) y actual (rojo). |
A
inicios del siglo XXI comenzó la estrategia Ex
situ, consistente en capturar parte de los ejemplares que quedaban en
libertad para su crianza en cercados, donde recuperar poblaciones en cautiverio
que sirvieran para una posterior repoblación de la especie en los lugares adecuados
donde había desaparecido en tiempos recientes, todo ello a través de nuevos
programa con ingentes cantidades económicas destinadas desde Europa y nuestro
país a tal efecto.
Actualmente
las cifras oficiales hablan de entre 250 y 300 linces en libertad en Andújar y
Doñana, y alrededor de medio centenar de ejemplares procedentes de
reintroducciones en distintos puntos de suelta recientes, como Guadalmellato,
Guarrizas (Andalucía), Sierra Morena manchega (Ciudad Real), Matachel
(Extremadura), o Montes de Toledo (Ciudad Real-Toledo).
Pero
de todo ello hablaremos más detenidamente en capítulos posteriores, centrados
en la problemática generada al respecto de la estrategia y los planes de
recuperación del lince ibérico en nuestro país, y su desorbitada y altísima
tasa de mortandad, porque con “tanta tela que cortar” esta entrada quedaría “eterna”.
Y
es que los distintos programas que actualmente están en marcha a la hora de
garantizar la supervivencia del gran gato manchado español, han levantado
"ciertas suspicacias" entre la población.
En
cualquier caso, y lejos de entrar hoy en este asunto, nos encontramos frente a
una enorme responsabilidad que pone en juego nuestra credibilidad ante el resto
del mundo.
Nunca
podríamos perdonarnos un catastrófico final como el del bucardo... A ver si
esta vez aprendemos de errores recientes.
Pero
presentados los dos tipos de linces existentes actualmente en Europa, de los
que ya digo que hablaré más detenidamente con posterioridad, queda plantearse
qué ocurrió con ellos en un pasado más o menos reciente. Cuáles pudieron ser
sus relaciones, si es que las hubo.
No
debemos olvidar que hasta hace tan sólo cien o ciento cincuenta años, suponemos
que el lince ibérico expandía sus poblaciones por la práctica totalidad de la
Península, atendiendo a las fuentes históricas.
Conejo (Oryctolagus cuniculus) |
Ahora
bien, esta información, lejos de aclarar las cosas, parece complicarlas aún
más, si cabe, puesto que resulta cuando menos chocante que al menos el lince
ibérico que conocemos en la actualidad pudiera sobrevivir hasta tiempos
recientes sin contar con la abundancia de su presa base, el conejo, muy escaso
o inexistente en las zonas norteñas, y hasta en zonas montanas del supra y
oromediterráneo, como las presentes en buena parte de Aragón o las grandes
cadenas montañosas del centro y norte de España, como el Sistema Central, el
Sistema Ibérico...
Si
bien es cierto que el ibérico puede llegar a depredar en ocasiones sobre crías
de ungulados o incluso sobre corzos, desde luego no es ni mucho menos lo
corriente en las poblaciones estudiadas del presente.
¿Habría
mantenido en estas zonas el conejo la suficiente densidad poblacional que se le
supone requerida al lince para sobrevivir, antes de la irrupción de la
enfermedad?
¿Podría
haber subsistido el lince ibérico en la Cordillera Cantábrica y Pirineos
alimentándose de liebres y ungulados?, quizás, pero me gustaría poner de
relieve un dato que podría abrir una nueva vía a la confrontación de datos
entre lince ibérico y lince boreal.
Aunque
durante algún tiempo se pensó que ambos provendrían de ese ancestro común que
sería el lince de las cavernas (Lynx spelaeus),
esta acepción ha caído en desuso en la actualidad, tomándose como más acertada
la propuesta ya expuesta de que el lince pardo de las cavernas (Lynx pardinus spelaeus) fue una especie
de mayor talla que el ibérico actual, y algo menor que el boreal, que ya recluida
en nuestro territorio habría dado paso en algún momento de los últimos cien mil
años a la forma ibérica que hoy conocemos.
En
este sentido hay que apuntar que muchos de los restos del Pleistoceno Superior
que han sido atribuidos al lince boreal, en algunos trabajos del pasado, especialmente
en la Cordillera Cantábrica o Pirineos, podrían en realidad pertenecer al lince
pardo de las cavernas (Lynx spelaeus),
no así otros, claramente identificados como boreales en los últimos años.
Algunos
de aquellos autores sólo distinguían en sus obras entre yacimientos con
presencia de lince ibérico de aquellos otros que según ellos eran de Lynx spelaea, al que relacionan en ese
caso con Lynx lynx, de mayor tamaño que el ibérico, porque parten de la base
de que ambas especies, boreal e ibérica, surgieron desde ese supuesto ancestro
reciente que sería el lince de las cavernas Lynx
spelaea, y que en esas fechas, en Iberia, ya había dado origen a Lynx pardinus.
Lince boreal (Lynx lynx). |
Otros
autores afirman que
la presencia del lince boreal en la Cornisa Cantábrica está confirmada en
Pagolusieta y Rascaño, así como en Santimañe y Urratxa, para concluir después
que la presencia del lince ibérico, al menos en su forma prehistórica (Lynx
spelaea/Lynx pardinus spelaea) está verificada en yacimientos vascos coexistiendo
con el lince boreal, citando los restos de un lince pardo de las cavernas en la
cueva de Arrillor (Álava) datado en el Würm III (16.000 a 12.000 B.P.),
sentenciando que habrá que esperar a futuros hallazgos para esclarecer la
relación entre las ¡¡¡TRES!!! formas de lince.
Y
entre todo este maremágnum de información poco aclaratoria o definitiva, me
pregunto yo lo siguiente: ¿De verdad podría haber sobrevivido el lince ibérico
que conocemos en la actualidad en la fría estepa del norte de Iberia, con
temperaturas que en ocasiones se situaban cerca de los -30º?, ¿o aun en sus
resguardados montes de tipo alpino?.
¿Pudo haberlo hecho en la estepa sabinar
del resto de la península o en sus montes, con temperaturas de -20º? ¿Habría en
esos espacios conejos que mantuvieran el 90 % de la dieta que se supone es
requerida por el gato manchado español del presente?. El conejo, introducido en
tiempos históricos en el resto de la Europa templada, soporta mal el frío
extremo, y en la actualidad está ausente de las grandes cadenas montañosas del
continente, y en España falta o es muy escaso en la mayor parte de la
Cordillera Cantábrica y buena parte de la Pirenaica.
¿No
habría que contar con una nueva variante en este galimatías?. Quizás el
originario lince pardo de las cavernas (Lynx
pardinus spelaea), que estuvo presente durante glaciares e interglaciares
por toda Europa, y fue poco a poco desplazado hacia las penínsulas meridionales
por el cambio climático y ante el avance de la forma asiática de lince boreal,
habría sobrevivido hasta tiempos muy recientes en las grandes cordilleras del centro-norte
peninsular, donde encontró refugio, mientras que parte de su población
evolucionó en la parte más meridional, donde se notaron menos los efectos de la
glaciación, constituyendo con el tiempo una subespecie algo diferenciada de su
descendiente norteño, aislada durante milenios en los escasos enclaves del sur
y el este peninsular donde encontró su adaptación en el abundante recurso del conejo,
originando así el tipo que hoy conocemos como lince ibérico (Lynx pardinus), que ya con la llegada
del Holoceno, y sobre todo con la roturación del bosque producida por el hombre
neolítico, que generó paisajes en mosaico ideales para la procreación del
conejo, pudo expandir sus poblaciones hasta ocupar más de dos tercios de la
superficie peninsular.
Quizá,
tal y como sucedió con el bucardo pirenaico, esta especie de lince pardo
norteño o "cavernario", de mayor talla que el actual, pudo estar
mejor adaptada a las condiciones y presas del ámbito serrano, central, cantábrico
o pirenaico, sobreviviendo hasta épocas muchísimo más recientes de lo que
pudiéramos imaginar, llegando a fusionarse con el ibérico meridional, incluso
no es descartable que se produjera desde tiempos recientes una hibridación
entre linces ibéricos y linces boreales, en alguna zona del tercio norte
peninsular, que permitiera a cierta forma mixta habitar los espacios del supra
y oromediterráeno, del centro y norte peninsular.
Concluyo,
de cualquier forma, que una supuesta reintroducción del lince ibérico actual en
la Cordillera Cantábrica o el Pirineo parece condenada al fracaso absoluto,
atendiendo a los ya de por si complicados avances de los trabajos actuales en
el sur de España con la especie, que están resultando arduos y costosos ya que
el felino ibérico parece necesitar de ambientes óptimos mediterráneos, con
abundancia de conejo para su existencia, por lo que debería contemplarse una
reintroducción del adaptable lince boreal a los espacios norteños de la
Península, al menos en el Pirineo, para que vuelva a ocupar el nicho y el papel desempeñado allí hasta fechas muy recientes.
Contaría
en estos espacios el boreal con una amplia gama de presas, desde aves, liebres
y marmotas hasta corzos, rebecos, crías de venado y de jabalí.
Antes
o después el lince boreal está destinado a formar parte nuevamente de nuestra
fauna, ya que en un futuro no muy lejano, al igual que está sucediendo con el
lobo, y siempre que se lo permitamos, se presume que el boreal llegará a su
hábitat óptimo del Pirineo, a través del Macizo Central francés.
Pero
tiempo habrá de seguir hablando con calma de ambos linces.
Crédito de imágenes:
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Foto 2: Public Domain Images.
Foto 3: Public Domain Images.
Foto 4: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 5: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 6: Imagen propiedad del programa de Conservación ex-situ
de lince ibérico, que autoriza su uso indicando al propietario de la misma:
Programa de Conservación Ex-situ del Lince Ibérico "www.lynx exsitu.es".
Foto 7: Imagen propiedad del programa de Conservación ex-situ
de lince ibérico, que autoriza su uso indicando al propietario de la misma:
Programa de Conservación Ex-situ del Lince Ibérico "www.lynx exsitu.es".
Foto 8: Miguel Llabata.
Foto 9: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 10: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 11: Imagen propiedad del programa de Conservación ex-situ
de lince ibérico, que autoriza su uso indicando al propietario de la misma:
Programa de Conservación Ex-situ del Lince Ibérico "www.lynx exsitu.es".
Esperemos que tengamos nuevas noticias que traigan más luz... hasta entonces como el lógico no creo que el lince boreal tuvese una barrera natural e infranqueable en los Pirineos, aunque tambien resulta complicado la existencia de los 2 si se da competencia, cierto es que el ibérico puede hacer grandes lances, como cazar una cierva adulta... pero ni es usual, ni está adecuado a ello del mismo modo que no podria adecuar su dieta al conejo el boreal al menos de manera exclusiva.
ResponderEliminarNo termino de ver claro esa delgada linea que permita coexistir aunque sea con proximidad a estos 2 explendidos gatos, la sola presencia del boreal tendria que desolazar al iberico...pero reconozco que es la naturaleza la que pone las reglas y no veo que el boreal no pudiera estar en la peninsula Iberica por su propio pie tanto en el pasado como en el futuro (si lo permitimos).
Terminando, tan apasionante y provable como incierto (para mi).
Hola águila.
EliminarBueno, si tenemos en cuenta que la expansión del boreal fue hasta cierto punto tardía respecto a otras especies "frías", y que la Península era el extremo occidente de llegada desde Asia, quizá podamos entrever que el lince boreal llegó de forma bastante tardía y en números "débiles" de expansión. Cuando llegó se encontró con otro formidable competidor al que no sería fácil de sustituir sin la variable tiempo, aunque probablemente se inició el proceso. pero entonces llegó el Gran Cambio, el fin de la glaciación y el paso al Holoceno, y las escasas poblaciones de linces boreales que iban poco a poco ganando terreno quedaron como especie relicta, como tantas y tantas otras "eurosiberianas" que quedaron confinadas en "bajo" número alrededor de la Cordillera Cantábrica y el "Pirineo", véase el urogallo, el pito negro, etc.
Siendo un depredador competidor del hombre, y también del versátil lobo, sería poco a poco arrinconado, sin capacidad de avance, aunqe pudo mantenerse durante milenios. Conforme el hombre neolítico fue roturando Europa, las poblaciones ibéricas boreales irían quedando desconectadas de las francesas, y a su vez, de las del resto del continente, acelerando el proceso de endogamia. Algo similar ocurrió en Irlanda y Gran Bretaña, donde desaparece definitivamente en tiempos de los romanos.
Aquí pudo aguantar, escaso, durante bastante más tiempo, recordemos que hay crónicas y documentación histórica en el norte que habla de medidas muy grandes de linces, y apelativos como tigre, onza, lobo cerval...La persecución de "alimañas", y la irrupción de venenos y armas de fuego de forma generalizada pudieron darle definitivamente la puntilla, el remate final a la especie en la Península.
Pero desde luego, hoy en día, por espacios y especies, por nicho, no será, desde luego, y más en un entorno, ambiente, o ecosistema, al que nunca va a acceder el lince ibérico, al menos mientras siga siendo zona eurosiberiana.
Saludos.
Hola sigo tus blogs desde hace tiempo. Me encanta y no dejo de ver ciertas coincidencias en nuestra forma de ver la naturaleza. Y le da la sensación que lo tuyo no es tan sólo una afición...
ResponderEliminarBueno al grano, no dejo de pensar que entre este post y el anterior dedicado al leopardo hay algo que me llama la atención. Y es que a pesar de que el leopardo es otro felino muy adaptable desapareció de Europa y en cambio el lince perduro. Y es más también en América del Norte, no sería a que el leopardo fue reemplazado por el lince Boreal?
Hola Galmaral, binvenido/a y gracias por participar.
EliminarPor encima de todo me alegran esas coincidencias, porque siempre son un punto hacia la unión en el que fijarse, para pulir aquello que pudiéramos entender como discrepancias.
Bueno, hubo un tiempo, cuando era pequeño, que fue vocación total, hoy el mismo transcurso y realidad de la vida lo ha dejado en afición, pero mañana...quién sabe nada sobre el mañana ;-)
Al menos creo que ha llegado la hora, el tiempo de volver a sacar algo que no se puede explicar, algo que se lleva dentro, una esencia o impulso por comprender, aceptar, respetar, admirar y reclamar una coexistencia para con otros seres, con tantas singularidades y maravillas como nosotros, y con tantos derecho, al menos, como para seguir presentes en el planeta.
Respecto al leopardo y el boreal, bueno, ninguna de las dos especies debió de ser muy abundante en nuestro territorio en tiempos finipleistocénicos, aunque sí es posible que al menos el lince lo fuera en detrimento del leopardo en buena parte del continente.
No obstante, allí donde los linces se encontraron otros grandes felinos supieron coexistir compartiendo el hábitat y un nicho que en parte se solapaba, pero no se centraba en la misma medida de presa ideal.
Por ejemplo en Norteamérica tenemos nada más y nada menos que pumas, linces canadienses y linces rojos, coexistiendo en algunas zonas. En el Himalaya tenemos linces boreales y leopardos de las nieves. En África leopardos y servales, o leopardos y caracales, o leopardos, servales y caracales, sin mayores problemas.
Es verdad que el boreal es, entre los felinos medianos, el de mayor tamaño, así que supongo que bien asentado en un territorio, contra un lepardo en avanzadilla o números al límite, sí pudo suponer una competencia lo suficientemente decisiva como para afectar al panterino que, por otro lado, debió granjearse entre los humanos un odio persecutorio mucho mayor.
¡Saludos!.
D.E.L., aquí debería venir tu comentario. Lo cuelgo sin los enlaces ¿OK?. (ten en cuenta que si no lo publico, sólo puedo ver un tramo del mismo en la bandeja de entrada, así que si quieres enviámelos cuando te parezca al correo privado de debajo de la foto, así los leeré completos, en caso de que sean extensos).
ResponderEliminarD.E.L. escribió el 02-03-15:
"Hola! Sé que por el problema de los enlaces no podrás publicar el comentario, pero lo importante es que te lleguen a ti, a ver que te parecen: Una charla sobre la Laguna del Cañizar. No creo que puedas asistir pero bueno, me resultó curioso:---------------
Y un estudio sobre el objeto de esta entrada, recientemente publicado, sobre el ADN del lince ibérico, que demuestra que habitó gran parte del suroeste europeo en el pasado: ------------------".
Bueno, respecto a la charla de Aragosaurus sobre la Laguna del Cañizar, seguro que es interesantísima, aunque efectivamente no puedo asistir, ya quisiera...De todos modos estaré atento al blog Aragosaurus por si hacen una pequeña reseña o resumen de lo allí tratado, que por otro lado sería muy de agradecer.
En cuanto a lo del ADN del lince ibérico "cavernario", sí, lo había leído, pero por más vueltas que le doy no veo ninguna novedad en el estudio, simplemente confirma lo que ya se sabía, es decir, que el cavernario no era sino un lince ibérico, algo mayor en tamaño, del cual "evolucionó" una forma más pequeña y adaptada al monte mediterráneo y al conejo, en el sur de nuestra península.
Lo interesante, a mi modo de ver, sería determinar si los linces que han podido sobrevivir hasta hace apenas unas cuantas décadas en la mitad norte peninsular, tenían rasgos, costumbres o adaptaciones de ese lince cavernario, dado que resulta muy extraño, al menos tomando como modelo el lince ibérico actual, que pudieran haber habitado con éxito ambientes supra- y oromediterráneos, o hasta de la Cordillera Cantábrica y el Pirineo, y que allí hubieran encontrado al conejo en cantidades tales como para mantener poblaciones estables y viables hasta hace cuarenta o cincuenta años.
¡¡Saludos y gracias por participar una vez más!!.
Gracias a tí por tus fantásticas entradas en el blog, ¡sigue así!
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