El
género Equus se originó en
Norteamérica hace unos 3'9 millones de años. Los análisis moleculares parecen
sugerir que la separación entre las líneas evolutivas del caballo, por un lado,
y las cebras, asnos y onagros, por otro, pudieron producirse alrededor de 1'2
millones de años atrás.
A
grandes rasgos podemos encontrar dos grandes subgéneros con un sinfín de
especies a lo largo y ancho del espacio y del tiempo. El primero es el de los
équidos de tipo estenoniano o "caballos cebroides", que desde el Equus simplicidens norteaméricano parecen
derivar en el Equus livenzovensis
euroasiático hace 2'6 m.a.
Esta
gran familia fue evolucionando hacia formas propias en Europa, África y Asia,
constituyendo los antepasados directos de otros estenónidos, así como de
cebras, asnos y onagros, desde especies como E. stenonis, E. altidens,
E. numidicus, E. apolloniensis, E.
oldowayensis o E. capensis.
El
otro subgénero es el de los caballinos propiamente dicho, que nuevamente parece
tener un origen americano con la especie Equus
scotti, aparecida hace unos 900.000 años. Este caballo
atravesó el Estrecho de Bering y
evolucionó en Europa, Asia y África, desde el Plesitoceno Medio, hacia otras especies,
como Equus mosbachensis, que en
definitiva, pueden considerarse como los ancestros de la especie tipo Equus ferus.
De éste último vamos a hablar un poco en el presente artículo.
Uno
de los principales problemas a los que se enfrentan los paleontólogos a la hora
de estudiar el material óseo fragmentado recogido en los yacimientos es la gran
similitud que presentan todos los componentes del género Equus, pero dentro de esa gran homogeneidad a nivel general,
aparece por contra una enorme variabilidad de pequeñas características
anecdóticas que ha llevado, ya en el caso de los caballinos, a sugerir una
multitud de subespecies que pueden alterar los nervios del más reposado de los
investigadores, siendo frecuente encontrarse en los textos académicos con un
compendio de formas que propondrían una especie de caballo distinta para cada
yacimiento estudiado. Equus casarensis,
E. antunesi, E. eaensis, E. torralbae,
E. germanicus, E. gallicus, E. przewalskii,
son, en definitiva, formas de denominar a la especie que a menudo es
simplemente tratada en otros trabajos como Equus
caballus.
Y
no es de extrañar, pues el caballo estuvo siempre presente entre la fauna
europea desde mediados del Pleistoceno, por lo que algo generalmente aceptado
es que evolucionó en un buen grupo de subespecies que la nomenclatura zoológica
actual recomienda agrupar bajo la forma tipo Equus ferus, o "caballo salvaje", para a partir de aquí
añadir cuantas subespecies sean dignas de consideración.
En
general, el caballo es asociado a momentos de climas fríos o secos, o cuando
menos, a ambientes esteparios y de llanuras herbáceas, como las sabanas y las
dehesas.
Caballo "chino" de Lascaux y Przewalskkis en la nieve. |
Un
aporte significativo a la hora de entender la gran variabilidad a nivel
subespecífico son las pinturas rupestres naturalistas que dejaron nuestros
antepasados. En ellas, y pese a que representan tan sólo un corto espacio de
25.000 años (entre 35.000 y 10.000 B.P. aprox.) se pueden apreciar formas o
tipos que van desde los caballos parecidos a los przewalskii actuales, como los
"caballos chinos" de Lascaux, Chauvet o incluso Altamira, a otros de
perfil estilizado y subconvexo del Arte Levantino español, pasando por aquellos
que serían muy similares a los actuales ponys de Exmoor, como pude verse en
Trois Frères o Cosquer.
Aparecen
incluso representados otro grupo de caballos, que por sus particularidades, han
hecho pensar a algunos investigadores en una temprana domesticación europea de
la especie ya en los últimos tiempos del Paleolítico Superior, pues muestran
patrones típicos del proceso, como las crines lacias (que no erectas) y el
pelaje blanco moteado en negro o "appaloosa" de los caballos de Pêch Merle, que un estudio ha podido demostrar como presentes ya en aquella época tras
secuenciar los genes de caballos encontrados en yacimientos paleolíticos de
varios puntos del norte y centro de Europa, Asia y la Península Ibérica, constatando que algunos de estos animales tenían un gen que
"en doble recesivo" es el causante de este curioso pelaje manchado. Y no sólo encontramos esta línea de Pech Merle, sino que podemos comprobar también el variado
pelaje de grupo que aparece en el
"Friso de los caballos" de Lascaux, en la parte inferior
izquierda de los caballos "chinos", con ejemplares alazanes, bayos,
ruanos e incluso píos, más conocidos como "indios" por las películas,
con dos o tres tipos de grandes manchas.
Es
posible que estos caballos hayan sido pintados en un momento posterior a los
tipo przewalskii, o que simplemente hayan convividos con ellos, y así lo
reflejaran los hombres del Paleolítico.
Esta
suposición de una temprana domesticación en Europa Occidental viene apoyada por
el descubrimiento de unos utensilios, a modo de contrapesas; las placas y
bastones perforados de La Quina, cuyo uso se ha relacionado con el control de
los animales, así como por muestras de paleopatologías dentarias que muestran
los restos fósiles de ese mismo yacimiento y otros de Le Placard, que indican
un desgaste desmedido por mordisqueo conocido en veterinaria como "vicios
de establo".
De
cualquier modo, un proceso de domesticación del caballo en la Península Ibérica
en tiempos tempranos, distinto del hasta ahora aceptado en las estepas
orientales europeas, es un hecho cada vez más asumido por el mundo científico.
El
caballo salvaje sobrevivió en la Península Ibérica al final de la glaciación,
apareciendo en el registro fósil durante el Neolítico y el Calcolítico, pero
seguramente desde entonces sus poblaciones sufrieron un gran retroceso debido a
la sustitución de los ecosistemas esteparios por las grandes masas boscosas
holocénicas, la caza masiva y la domesticación incipiente, seguidas de una
posterior hibridación y la transformación antrópica del medio en beneficio de
las especies domésticas o la agricultura.
Los
romanos recogen en sus crónicas las excelencias de los caballos ibéricos, y
nombran la existencia en el norte astur de thieldones, asturcones y otros
salvajes de pequeña talla que viven en los bosques, de los que hablaremos en el
siguiente post.
Caballo de Przewalskii (Equus ferus przewalskii). |
Actualmente
sólo sobrevive un tipo de caballo salvaje, el Equus ferus przewalskii del Asia Central, con poblaciones exiguas
en Mongolia. Un équido adaptado a las duras condiciones esteparias que quizá resultaría
poco adaptable a los ecosistemas ibéricos. De hecho los distintos proyectos
rewilding a nivel europeo parecen decantarse más bien por los neotarpanes,
recreados genéticamente a partir de los konnik polacos, que parecen mantener
algunas de las características de su ancestro salvaje, aunque también tienen
muy buena acogida los ponys de Exmoor británicos, que en mi opinión están mucho
más cerca de aquellos que fueron representados en el arte parietal por nuestros
antepasados.
Y
es que incluso el supuesto antepasado del caballo doméstico, el tarpán salvaje
europeo de Rusia (Equus ferus gmenli),
que sobrevivió hasta 1875 y del que se conoce su aspecto por existir algunas
fotografías antiguas, debía ser ya un
caballo muy hibridado con ejemplares domésticos.
En
este contexto, contamos en nuestro territorio con razas antiquísimas que se han
adaptado perfectamente al terreno durante centurias (si no milenios), así que
mi opinión sería la de pensar en ellas para una reintroducción inmediata como animales silvestres, pero de todo ello
hablaremos más adelante, cuando al igual que otras especies, contemos con ellos
para el rewilding a implantar en Europa.
Crédito de imágenes:
Foto 1: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 2: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 3: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 4: Miguel Llabata.
Miguel hay que añadir aquí al poni de yakutia que conserva muchos rasgos genéticos del equus lenensis del noreste de Siberia, que al parecer este sobrebivió por la región del Kolyma hasta hace tan solo mil años,al parecer pudo haberse mezclado con los caballos de los inmigrantes Yakuts establecidos en el norte de Siberia hace unos mil quinientos años atrás,de hecho los Yakuts de la región del Kolyma dicen que de las tres formas de ponis yakuts que se crian en la región, los del Kolyma apenas han tenido contacto con otros caballos domesticos, sus proporciones morfométricas son claramente distintas a las de otros caballos semi silvestres.Yo creo que además de una gran diversidad de formas geográficas de caballos salvajes,también las huvo en espécies,solo hay que observar las diferencias morfologicas que hay entre un przewalski y un tarpán, que difiere mucho de sus proporciones craniométricas,las coronas de sus molares y la longitud y robustez de sus metápodos,o como por ejemplo el caso del Sorraya un antiguo caballo del este peninsular de constitución más esbelta y de mayor talla que podria conservar características de los caballos salvajes del mediterraneo Ibérico,o que decir de los Fjord los de las islas Féroe o de los raros caballos del rio Ob de Siberia occidental que comparten las mismas adaptaciones morfológicas para desenvolverse en regiones boreales de Eurásia, de constitución mas robusta con unos patrones de coloración casi idénticos y las mismas proporciones craneales y cascos más anchos para no undirse en terrenos turbáceos,últimamente e encontrado una fotografia de un antiguo caballo extinto de Siberia central que podria pasar perfectamente por un caballo de los fiordos que vivia en estado semi salvaje en la región del rio Yenissey.Estoy convencido de que al menos debia haber una especie adaptada a cada ecosistema creo que no parece muy dificil de intuir.
ResponderEliminarHola Marc.
EliminarSí, estoy de acuerdo en que debieron haber muchos tipos según zonas y tiempo, lo que ya no estoy tan seguro es que hablemos de especies distintas, sino más bien de formas adaptadas, o subespecies, que en ciertos momentos, y en determinados casos de cercanía, contactarían enre ellas.
¡Saludos!.