Durante
los últimos 125.000 años se constata en el registro fósil de Europa la
existencia de al menos siete especies de cérvidos, de los cuales cinco siguen
todavía presentes; alces, ciervos, renos, gamos y corzos.
Sorprende
el caso de Haploidoceros mediterraneus,
cérvido más emparentado con axis y chitales, que al parecer perduró en el
tiempo en España, donde recientemente se han encontrado restos en dos
yacimientos distintos con cronologías de entre 90 y 85.000 años B.P.
Como
hasta ahora no se había tenido constancia segura de la presencia de la especie durante
este período tan tardío, siempre se ha dado por supuesto que las medidas de
cérvidos encontradas en yacimientos peninsulares entraban dentro del rango o
bien de ciervos comunes, o bien de gamos, así que los mismos investigadores se
están replanteando el revisar todos aquellos restos que durante décadas pudieran
haber sido clasificados como “ciervos de pequeña talla”, o “gamos por encima de
la media”, intuyendo que, al igual que otras muchas especies de clima templado,
el Haploidoceros hubiera podido
existir en la Península Ibérica hasta tiempos más cercanos a la llegada del
humano moderno y el pleniglacial.
Una
vez más, los avances en Paleontología están demostrando que muchas de las
especies que se creían extintas a inicios de la última glaciación en Europa
(100.000 B.P.), o incluso mucho antes (de Haploidoceros
sólo se conocían restos en Francia de hace 300.000 años), han sobrevivido aun
de forma relicta por muchísimo más tiempo en las penínsulas meridionales.
Megalocero (Megaloceros giganteus). |
La
otra especie extinta en el continente durante los últimos milenios fue el
gigantesco Megalocero (Megaloceros
giganteus), conocido también como alce irlandés, un cérvido de proporciones
descomunales que podía alcanzar más de dos metros de altura en la cruz, en el
caso de los machos.
Su
enorme cornamenta llegaba a tener una distancia de hasta tres metros en la
parte superior de las astas.
La
familia Megaloceros estuvo
representada en la Europa continental desde
hace casi un millón y medio de años, a través de distintas especies que, hace
800.000 B.P., seguían ya la línea evolutiva del último representante conocido.
Seguramente
este género siguió un patrón similar al de los bisontes, con adaptaciones
temporales a condiciones más frías o templadas a través de la subespeciación,
pues en ocasiones llegaron hasta zonas bastante meridionales del continente,
aunque de forma general se les presupone como habitantes de espacios abiertos y
algo fríos, quizás de una composición mixta con pequeñas manchas de bosque, un
ecosistema similar al ocupado por el rinoceronte lanudo. Es de destacar que,
por alguna circunstancia que no alcanzamos aún a entender, ninguna de las dos
especies fuera capaz de atravesar el Puente de Bering en fase alguna, ya que
nunca llegaron a América.
De
cualquier modo la especie del Pleistoceno Superior quedó muy expuesta a la
extinción desde inicios del Holoceno, cuando el avance imparable del bosque en
Europa, debido al cambio climático combinado con la ausencia de grandes mantenedores
y modeladores del paisaje como elefantes y rinocerontes, fue reduciendo
drásticamente su hábitat, a lo que sin duda se sumaría la tremenda presión
ejercida por cazadores humanos sobre poblaciones muy mermadas.
Desaparecieron
de Gran Bretaña hace unos 9.500 años, y bastante más tarde en los Montes Urales
de Rusia, donde fue cazado hasta el exterminio por los primeros agricultores y
ganaderos de la zona hace ahora 7.000 años.
Las
cinco especies restantes de cérvidos, han conseguido llegar hasta nuestro
presente.
Destaca
por su tamaño el alce (Alces alces),
al que podríamos considerar, junto al bisonte y al oso, como uno de los últimos
representantes de megafauna europea. Un gran cérvido que llega a alcanzar el tamaño de un caballo, asociado
al ecosistema forestal, bien de coníferas, bien mixto, tanto de montaña como de
valles, pero siempre bastante ligado a entornos palustres, muy frecuentes en
los bosques de la taiga.
Esta
especie ha conocido tiempos mucho mejores en cuanto a su distribución, aunque
en el presente se encuentra fuera de peligro.
En
tiempos de transición del Pleistoceno a Holoceno, durante el Alleröd (12/10.000
B.P.) y el Preboreal (10/9.000 B.P.) se le podía encontrar bien representado en
Europa, desde Irlanda y Gran Bretaña hasta los Urales. Se ha detectado incluso
su presencia en el suroeste de Francia, en el entorno pirenaico, donde se cree
que desapareció hace unos 9.000 años.
Seguramente
aprovechó la expansión de la taiga en este período para alcanzar latitudes
meridionales.
Mención
aparte merecen las controvertidas alusiones sobre la posible presencia del alce
en la Península Ibérica, como los restos encontrados por el Conde de la Vega
del Sella en Cueva de Balmorí (Asturias), e interpretaciones sobre algún
cérvido representado en Tito Bustillo (Asturias). Quizás se trate de restos de
megaloceros, aunque no es descartable que los alces hayan formado parte de la
fauna ibérica de forma muy puntual o testimonial en determinado momento que sí
presentó hábitat propicio en el norte peninsular, pudiendo darse el caso de
dejar pocas evidencias de su presencia, al igual que saigas o bueyes
almizcleros parecían ausentes y se han encontrado en yacimientos durante los
últimos años de investigación.
Distribución pasada y presente del Alce en Europa (alces alces). |
Al alce todavía se le podía encontrar en el oeste y centro de Europa durante la Edad Media, llegando hasta el presente en Escandinavia, los países bálticos, Rusia, y algún punto de Centroeuropa, como la República Checa. En las últimas décadas ha experimentado cierto proceso de expansión que le ha llevado a recolonizar buena parte de Polonia, llegando incluso a Alemania, Austria, Eslovaquia y el norte de Ucrania.
Algunos ejemplares han sido detectados muy lejos de su distribución aceptada, en Croacia o Rumanía.
En
el Cáucaso se le extinguió durante el siglo XIX, mientras que en Escocia se
está llevando a cabo una pequeña reintroducción experimental.
Reno (Rangifer tarandus). |
Otra
especie, relacionada esta vez con el clima frío estepario, es el reno (Rangifer tarandus), que desde finales
de la última glaciación, hace 12.000, desapareció del sur de Europa, retirándose a zonas de refugio
norteñas. El
reno habitó la Península Ibérica en los tiempos del Würm, hasta bastante más tarde se le podía encontrar en Centroeuropa, y sobreviviendo en Escocia, todvía en la Alta Edad Media.
Las pinturas rupestres de Cueva del Reno,
Cueva de la Hoz, Siega Verde, Tito Bustillo, Las Monedas o Altxerri, y los
restos fósiles de Abauntz, Lezetxiki, Aitzbitarte, Amalda, Urtiaga, Labeko
Koba, Ermittia, Ekain, Axlor, Santimañe, Altamira, Puebla de Lillo, A Valiña o
L'Arbreda, pusieron de manifiesto la presencia de este ungulado en un área que
abarcó en nuestro país desde Galicia hasta Girona, (Oeste a Este) y de Asturias a Salamanca y
Guadalajara (Norte a Sur).
Distribución del reno (Rangifer tarandus) en Europa. |
El
reno, en estado salvaje o semi-salvaje, está hoy presente en la práctica
totalidad de la Península de Fenoscandia, incluyendo países como Noruega, Suecia,
Finlandia y Rusia. En Rusia, además, llega bastante al sur a través de los
Montes Urales.
También
está presente en Islandia, donde fue introducido, así como en Escocia, donde también
se reintrodujeron algunos ejemplares a mediados del pasado siglo.
Las
poblaciones realmente salvajes son muy testimoniales, sometidas a la presión de
los ejemplares que son mantenidos como ganado, aunque también cabe destacar que
el régimen de semilibertad de estos últimos los convierte prácticamente en una
especie silvestre más del entorno.
El más pequeño de los cérvidos europeos es el corzo (Capreolus capreolus), muy bien asentado y repartido por toda Europa al verse beneficiado desde finales de la glaciación e inicios del Holoceno por el aumento de las masas forestales, su principal hábitat.
Corzo (Capreolus capreolus) y mapa de distribución. |
En
algunas zonas, como la Península Ibérica, se vió muy acosado por la transformación
de hábitat y la caza en los últimos siglos, pero sus poblaciones se han
recuperado de forma espectacular en la última década debido al abandono de las
actividades rurales, a la proliferación del bosque, a su reintroducción en
cotos de caza y a la ausencia de su principal depredador, el lobo, llegando hoy en día
incluso al Mediterráneo, donde había desaparecido hacía centurias.
En
el próximo capítulo hablaremos sobre los dos cérvidos restantes, ciervos y
gamos, de manera un tanto más extensa y atendiendo a la actual problemática
generada en nuestro país por distintos motivos.
Crédito de imágenes:
Foto 1: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 2: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 3: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 4: Miguel Llabata a partir de Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 5: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 6: Miguel Llabata a partir de Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 7: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons (corzo), y Miguel Llabata (mapa) a partir de Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Me ha llamado mucho la atención ese "haploidoceros mediterraneus", no tenia ni idea de su presencia tan relativamente reciente entre nuestra fauna. Esto me invita a pensar en el posible nicho ecológico de éste en el ecosistema, he investigado un poco y parece ser que era de menor tamaño que el gamo actual, y probablemente coexistieron durante miles de años. ¿Podría este cérvido ocupar un nicho intermedio entre el corzo y el gamo, similar al chital de la India?. En ese caso, ¿podría el chital ser candidato a un hipotético rewilding?. La verdad me parece un tema fascinante.
ResponderEliminarRespecto al alce, es muy probable que habitara el cuadrante norte peninsular en el holoceno, es más es posible que no se haya encontrado muchos restos precisamente por el tipo de hábitat característico del alce. Vi una imagen de arte rupestre, creo que de Tito Bustillo, que representa lo que para mi son dos hembras de alce sin ninguna duda, ese perfil de la cabeza es muy característico.
Por último te felicito por este apasionante blog que nos invita a soñar en la increíble fauna que habitó en la península ibérica y el planeta Tierra en general, y ojalá se pueda recuperar en un futuro esta diversidad, aunque al paso que va la humanidad lo veo complicado.
Un saludo
Hola anónimo, bienvenido.
EliminarTengo muchísimo interés en ver esas pinturas rupestres de Tito Bustillo a las que aludes, porque deben ser a las que algunos autores hacen referencia y que cito en el artículo (yo pensaba que se trataría de megaloceros, pero ya me has despertado la curiosidad).
¿Las viste in situ o por Internet?.
Indagaré a ver que encuentro.
Respecto al Haploidoceros, no he encontrado mucha información al respecto, y sus descubrimientos en España son bastante recientes, pero por lo que he podido leer, se dice más bien que el tamaño era intermedio entre ciervos y gamos, no gamos y corzos, por lo que incluso se plantea el revisar restos de ciervos y gamos, en medidas bajas o altas para las especies citadas, que pudieran responder a Haploidoceros.
en cuanto al nicho, ¡ufffff!, ¡imagínate!, con apenas unos restos, vete tú a saber, sólo tenemos como indicativo el tamaño, y quizás que era una especie más bien templada.
Gracias por tu felicitación, y sobre todo por el tiempo dedicado a la lectura de los artículos y tu participación.
¡Saludos!.
Hay una foto del presunto alce en la página de Facebook "Arte Paleolítico en Asturias", correspondiente al seis de octubre de este año.
EliminarSaludos.
Hola Rik.
EliminarSupongo que no se referirían a esa pintura en concreto, porque claramente se trata de un reno, y no hay sólo uno en ese panel.
Saludos.
Me temo que sí. Subieron la foto justo después de preguntarles por el 'alce' de Tito Bustillo por privado.
EliminarTambién puede verse una foto (mucho peor) en "Significado cronológico de las representaciones de animales en las pinturas y grabados de la Cueva de Tito Bustillo"
Los renos protagonizaron una curiosa experiencia de 'rewilding' en los años cincuenta en Cairngorm (Escocia), gracias a un sueco, Mikel Utsi.
ResponderEliminarGracias por tus escritos, los he leído y releído, especialmente, los dedicados al lobo y al oso.
Un saludo
Gracias a tí, por tu participación y dedicación. Bienvenido.
EliminarSaludos.