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sábado, 31 de enero de 2015

MUNDO REWILDING: EUROPA (II).




Los cambios a escala geológica que se produjeron durante el Plioceno hicieron que, poco a poco, un planeta hasta entonces más cálido y de climas tropicales, se fuera transformando para entrar en la dinámica de los grandes ciclos glaciares que serían la norma durante el Cuaternario.
La deriva de los continentes siguió su curso hacia las posiciones que hoy conocemos, y así, grandes masas terrestres colisionaron entre sí facilitando la orogenia y hasta el contacto, a través de istmos, como el que unió Norteamérica y Sudamérica.
De este modo, hace unos tres millones de años, la formación del Istmo de Panamá provocó efectos en cadena de extraordinaria importancia a nivel mundial, ya que las aguas ecuatoriales del Océano Pacífico y el Atlántico dejaron de mezclarse y las corrientes variaron muy notablemente, comenzando un proceso de enfriamiento del Atlántico que favoreció la formación de una serie de capas de hielo en el Ártico que a la postre supondrían los primeros pasos hacia las glaciaciones cuaternarias.
De manera progresiva el clima se fue tornando más frío y seco durante el Plioceno, generando ciclos estacionales. Estos cambios afectaron directamente a la vegetación, que poco a poco fue perdiendo a sus especies dominantes tropicales, húmedas o cálidas, en favor de sabanas, estepas y desiertos.
El empobrecimiento de la vegetación empujó a una disminución en conjunto de la fauna, que tuvo que adaptarse a las nuevas condiciones de los inestables ciclos climáticos.
Europa no fue una excepción en este proceso, y fue aquí, en la fase de transición Plio-Pleistocénica, cuando empezó a gestarse el marco general del nuevo tipo de fauna que podríamos definir como característica de la etapa cuaternaria en la que aún hoy nos encontramos.
La fase de transición entre el Plioceno y el Pleistoceno se alargó en Europa durante al menos medio millón de años, y aunque hoy se considera como parte del Cuaternario, bajo el nombre de Gelasiense, se puede afirmar que supuso una etapa continuista del Plioceno en la que muchas especies quedaron como supervivientes por encima de otras, adaptándose a las nuevas circunstancias, en una carrera por ocupar los distintos nichos que el continente iba  generando con el transcurso de los milenios.
Aquella pérdida de biodiversidad, centrada en los mamíferos, redujo los componentes de los grandes grupos faunísticos, a la espera de especializaciones, especiaciones, o llegada de nuevos elementos desde otras zonas del planeta.
La mayoría de representantes del Pleistoceno Temprano, por tanto, estaban ya presentes a finales del Plioceno.

A finales del Plioceno los mastodontes se extinguirán en Europa dejando el espacio a los mamuts.
Pero hace ahora entre 2 y 1’8 millones de años, podemos observar ya claramente la consolidación del modelo glacial cuaternario, con una periodicidad similar de los ciclos glaciares e interglaciares, y a su vez, tres grandes períodos o eventos cronofaunísticos de recambio de especies, más allá de los habituales relevos de faunas frías-templadas. 
El primero de estos grandes períodos se alraga desde hace 2 millones de años hasta aproximadamente 1’2 m.a., y comprende el interglaciar Biber-Donau, el glaciar Donau y el interglaciar Donau-Günz. 
El segundo se inicia hace un millón doscientos mil años y termina hace quinientos mil, cuando, a grandes rasgos, podremos documentar ya la mayoría de especies modernas que deberían haber llegado hasta el presente. Alberga en él a la glaciación de Günz, el interglaciar Günz-Mindel y parte de la Glaciación Mindel.
El tercer gran período faunístico comienza hace alrededor de medio millón de años y se prolonga por la Glaciación Mindel, el interglaciar Mindel-Riss, la Glaciación Riss, el interglaciar Riss-Würm, y entra por fin en el último evento glacial, el Würm.
A partir de aquí, y ya en términos o escala humana, se abre otro proceso que lleva a un subperíodo faunístico, desde hace 35.000 años, que coincide con la aparición en Europa del humano modero (Homo sapiens) y el punto más álgido del último período glacial (21.000-18.000 B.P.), un momento crítico de supervivencia para las especies interglaciares que modificará de manera sustancial la pervivencia o continuidad de los grupos faunísticos, acompañado, milenios más tarde, por otro similar tras el fin de la glaciación y el paso al interglaciar Holoceno, con todo lo que ello conllevó.
En definitiva, un período de unos 25.000 años en los que la presencia de Homo sapiens iba a modificar de forma drástica, al menos hasta el presente, la que era una normalidad de la existencia de la fauna propia de Europa desde hacía más de dos millones de años.

Cérvido megacerino.

Esos tres grandes períodos faunísticos a los que me he referido anteriormente se sucederán en el tiempo facilitando la llegada de nuevos componentes que en la mayoría de casos desplazarán a los existentes para ocupar su nicho, aunque convivan con los mismos durante etapas más o menos prolongadas.
El estudio de los restos fósiles favorece estas secuenciaciones y facilita a los paleontólogos establecer divisiones temporales y adscripciones cronológicas de los yacimientos, por lo que se asume que las diferencias morfológicas halladas en los restos son en ocasiones llevadas al extremo para tales fines.




Se deja abierta la posibilidad, no obstante, a que muchas de las especies clasificadas por la Paleontología dentro de estos períodos puedan responder probablemente a cronoespecies o subespecies, en largos procesos adaptativos, sin poder asegurar que entre conjuntos, o tipos muy similares de especies, no se produjera cruce o descendencia.

La fauna europea cuaternaria, de forma generalizada, es bastante adaptable como corresponde a un clima templado, pudiendo abarcar un amplio espacio de hábitat. A pesar de ello en el registro de los dos últimos millones de años se observan en ocasiones predominios de especies típicamente frías o cálidas, que dan pistas sobre condiciones climáticas extremas en fases puntuales.

Vamos a ir viendo, a través de tablas cronofaunísticas del Cuaternario europeo, y siempre a grandes rasgos, cuáles fueron aquellos grupos de fauna que ocuparon los nichos en el pasado reciente, para entender qué tipo de especies han estado siempre presentes, cuáles de ellas tenemos hoy, por qué, y cuáles deberían formar parte actualmente de la fauna europea, para entrar en un proceso de normalidad.
Tengan en cuenta por tanto que la división de las tablas, a la hora de interpretarlas, queda sujeta siempre a revisión dependiendo de nuevos hallazgos, y sobre todo, que para el tema que nos ocupa, ha sido importante resaltar el período desde hace 35.000 años (aparición de Homo sapiens), y los milenios que desde entonces transcurrieron hasta el presente, por lo que, al no estar a escala, puede distorsionar a simple vista la existencia de especies en comparativa con tiempos anteriores, cuando debería ser muchísimo menor sobre el papel, pero entonces no podría haber expuesto la cuestión en el blog, ya que la tabla superaría el formato del mismo.
Las especies propias del primer período llevan barra de color naranja, las del segundo, de color verde, las del tercero de color azul, y aquellas pocas que son propias de los últimos momentos del Pleistoceno o ya del Holoceno, van en color morado. 
Desde esta visión de continuidad de grupos de fauna, a través de millones de años, podremos entender mejor la posterior exposición del Rewilding en Europa.

Elefantes, hipopótamos y rinocerontes del Cuaternario en Europa.

La gran familia de los elefántidos, del orden Proboscidea, contó con innumerables componentes siempre bien representados en Europa. A finales del Plioceno, los géneros Anancus o Mammut, conocidos también como gonfoterios y mastodontes, van a dejar paso a los mamuts propiamente dichos, que en este caso serán los triunfadores durante más de un millón de años, a través de la especie Mammuthus meridionalis, o Mamut meridional, que durante el primer gran período faunístico del Cuaternario, y en ese ajuste de cambios a las nuevas condiciones que produjo una considerable pérdida de biodiverisdad, quedará como el único elefante de Europa.
Hoy en día se piensa que el mamut meridional que se adaptó a las estepas siberianas fue evolucionando con el paso de los milenios hasta el Mammuthus trogontheri, más adaptado a ecosistemas fríos y abiertos. De este modo, conforme avanzaba la glaciación de Günz, Trogontheri fue ocupando el continente europeo relegando al mamut meridional a las zonas del sur. Algún tiempo después hará su aparición el género Elephas, a través del elefante de colmillos rectos (Elephas antiquus), que había evolucionado desde el africano Elephas recki, saliendo del continente y adaptándose al Próximo Oriente, hasta que dio el salto a Europa.
El mamut meridional convivirá durante algún tiempo con los otros elefántidos, pero al final perderá la partida ante una mejor adaptación de éstos a las nuevas condiciones de alternancia, el mamut trogontheri ocupará los espacios fríos y secos, mientras el elefante de colmillos rectos avanzará desde el sur durante las fases interglaciares. Tiempo después el mamut trogontheri evolucionará hacia formas aún más adaptadas al frío, conocidas como mamuts lanudos.


Los hipopótamos son otros de los componentes clásicos de Europa durante el Cuaternario, prolongando su existencia en el continente durante más de un millón setecientos cincuenta mil años. 
Pese a ser considerados animales de climas cálidos provistos de humedad suficiente, han sabido aprovechar perfectamente las fases interglaciares expandiéndose hasta las Islas Británicas o Alemania por el norte, y refugiándose en las penínsulas meridionales durante los fríos glaciares. 
Aún no está muy claro si se han sucedido varias especies o se ha proucido una cronoespeciación. Hablaremos más sobre ellos en su capítulo.
Los rinocerontes han sido muy abundantes en Europa en el pasado reciente, quedando representados durante el Cuaternario por al menos cinco especies. Encontraron su momento álgido en el tercer período, desde hace medio millón de años hasta la aparición del humano moderno, cuando estuvieron representados por tres especies, una claramente interglaciar, el rinoceronte de Merck (Stephanorhinus kirchbergensis), otra típicamente glaciar, el rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis), y otra intermedia, el rinoceronte de estepa (Stephanorhinus hemitoechus) que aprovechaba los espacios abiertos, esteparios o de sabanas, mientras el clima no era excesivamente frío, ya que entonces era relevada de ellos por el rinoceronte lanudo.


En el próximo capítulo de la serie europea de Mundo Rewilding, seguiremos con más componentes de la fauna europea del Cuaternario.





Crédito de imágenes:

Foto 1: Imagen libre de derechos de Wikipedia.
Foto 2: Imagen libre de derechos de Wikipedia.
Foto 3: Imagen libre de derechos de Wikipedia.
Foto 4: Miguel Llabata.
Foto 5: Public Domain Images.

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