Hoy
pretendo cerrar el cuarto y último capítulo de la serie El Gran Norte, de la sección Mundo
Rewilding, centrándome en un supuesto proyecto de restauración del
ecosistema antiguo de la estepa del mamut, combinado con la tundra y la taiga,
que se podría llevar a cabo en muchas de las numerosísimas áreas de tan enorme
territorio, que conocemos ya a grandes rasgos.
De
hecho, en alguna zona se trabaja ya en este sentido. Es el caso del científico
ruso Sergey Zimov, quien está tratando de reconstruir el ecosistema en el área de Kolyma, en Siberia.
La
teoría de Zimov et al. (1995) está basada en el modelo que sugiere que la
presencia de numerosa megafauna fue, en definitiva, parcialmente responsable
del mantenimiento y existencia de la comunidad o ecosistema de la estepa-tundra
o estepa del mamut.
Según
sus propias conclusiones las condiciones climáticas áridas producen altas tasas
de evapotranspiración que fomentan la aridez del suelo. A su vez, los suelos
secos tienen niveles relativamente altos de oxígeno, lo que conlleva altas
tasas de mineralización.
Estos
suelos mineralizados son poseedores de una alta disponibilidad de nutrientes
que permiten la existencia de la
vegetación esteparia del mamut.
De
este modo, cabría entender que las mismas manadas de herbívoros clasificadas
como megafauna, que se alimentan de los pastos, pisoteaban además la superficie
de forma constante y repetida, tal como hoy sucede en las sabanas de África, y
ese pisoteo y pastoreo favorecía a su vez la persistencia de los pastos en el
paisaje, a diferencia de la actual cobertura del suelo que hoy predomina en
parte de la tundra y el sobredimensionado bosque de la taiga.
En
el modelo Zimov, la incidencia de la depredación y caza masiva humana sobre
especies con poblaciones relictas acantonadas en áreas refugio, debido al
incipiente aumento significativo de la humedad en Beringia a finales del
Pleistoceno e inicios del Holoceno, así como la incidencia propia de este mismo
factor de cambio climático en sí, habría
decantado la balanza hacia los ecosistemas de la tundra moderna.
Algo
que, por otro lado, nunca se había producido con anterioridad en distintas
etapas de tránsito de glaciares a interglaciares.
En
estos ecosistemas alterados las evapotranspiraciones bajas conducen a suelos
húmedos que tienen poco oxígeno. Las bajas tasas de mineralización del suelo
ofrecen una disponibilidad de nutrientes muy reducida y una vegetación de tundra
relativamente improductiva, generando unos pastos muy limitados sólo favorables
a unas pocas especies de herbívoros, por lo que el efecto cascada en la
extinción de un mayor número de especies, y en la misma composición de los
ecosistemas que evolucionaron como consecuencia de ello, debió de ser realmente
significativo.
Por
lo tanto, la primera medida para recuperar el ecosistema de la estepa del mamut
pasa sin duda por una combinación entre la restauración de las especies
vegetales de la estepa y la reintroducción de buenas manadas de grandes
herbívoros que vayan favoreciendo su regeneración.
Y
en ello, como les digo, se encuentra ocupado este gran científico ruso
actualmente. Pueden ustedes encontrar en
Internet amplia información al respecto, también en los perfiles de redes
sociales del científico o en los del Parque pleistoceno de Siberia.
Sin
embargo, lograr la capacidad de desarrollo de un territorio de dimensiones
verdaderamente significativas y representativas de la estepa del mamut,
difícilmente se logrará, a mi modo de ver, sin la presencia de los principales
“arquitectos” o moldeadores del paisaje; la auténtica megafauna.
Me
estoy refiriendo, como sin duda habrán imaginado ya, a mamuts y rinocerontes
lanudos.
En
condiciones climáticas tan extremas resulta impensable encontrar especies sustitutas
que puedan tomarse de nuestro presente para cubrir el nicho y desempeñar el
papel de estos colosos.
Por
tanto, en este caso, la solución pasa, sí o sí, por confiar en el avance
científico en el tema de la clonación, para conseguir resucitar, en lo que
parece un futuro no muy lejano, a estas especies extintas, dado que estamos
ante unos casos que se encuentran, por su calidad en los restos conservados,
entre los más favorables a nivel mundial para lograr el éxito definitivo.
Y,
pese a lo que pueda parecer a priori, la ciencia ficción está muy cerca, por
fin, de dejar de serlo, como apuntan las últimas noticias.
Por
eso resulta de vital importancia el ir generando esos espacios que podrán no
sólo acoger al mamut (u otras especies clonadas) por el simple hecho de
justificar éticamente su regreso a un mundo en el que tengan su nicho, sino que
además, este evento debe entenderse como parte de una solución progresiva que
enriquecerá la biodiversidad a escala planetaria y generará un mejor desarrollo
en términos medioambientales, que a su
vez, sea favorable, compatible y sostenible con la presencia de nuestra propia
especie en el devenir del planeta.
Conseguida la clonación de los gigantes extintos, el resto es casi pan comido, ni siquiera sería necesario centrar esfuerzo en las especies menores, en conjunto, pues éstas sí tienen en la actualidad sustitutos, a veces de las mismas especies extintas, o simples subespecies, con las que podría rellenarse el nicho perdido, para completar el correcto funcionamiento de los antiguos ecosistemas.
Conseguida la clonación de los gigantes extintos, el resto es casi pan comido, ni siquiera sería necesario centrar esfuerzo en las especies menores, en conjunto, pues éstas sí tienen en la actualidad sustitutos, a veces de las mismas especies extintas, o simples subespecies, con las que podría rellenarse el nicho perdido, para completar el correcto funcionamiento de los antiguos ecosistemas.
Y
de hecho, mientras llega el logro de la clonación, es la única vía posible, la
de ir recreando y llenando las estepas de El Gran Norte de enormes manadas de
herbívoros grandes-medianos, como antaño.
A
su vez, estos enclaves, una vez superada la clonación, serán las reservas que
cuando llegue su momento, que llegará como siempre llegó, podrán facilitar la
repoblación de otras latitudes con climas propicios. Hablando en términos de tiempo
geológico, la próxima glaciación podría encontrarse con que, dadas las
condiciones actuales, y debido a nuestra incidencia e impacto, no existirán
comunidades de faunas frías significativamente representativas que ocupen los
espacios generados por las nuevas condiciones climáticas, con el consiguiente
efecto sobre el planeta, en términos no sólo de tremenda pérdida de
biodiversidad, sino probablemente también, en otros mucho relacionados que, si
aún andamos por aquí, afectaran de lleno también a nuestra especie humana.
El
modelo de reintroducción de megafauna en conjunto, para recuperar a través del
rewilding el ecosistema frío de la estepa del mamut, quedaría grosso modo, y siempre sujeto a
experimentación y modificación según casos, muy similar al que aquí represento
a través de imágenes.
Siberia
actual:
Mamut lanudo
(clonación). Rinoceronte lanudo (segunda prioridad en clonación). Megaloceros
(atendiendo al conjunto de especies restantes, la clonación no resultaría
necesaria, quedando como opcional).
Bisonte
americano de llanura por bisonte estepario. Caballo de Przewalskii o caballo
yakut por caballo de Lena. Eland africano por eland estepario. Hemión asiático
por hemión siberiano. Yak salvaje por yak del Baikal. Toro de las Highlands por
Uro (probablemente el más adaptable al terreno, ya existe ganado Highland en
Alaska, faltaría por ver defensa ante predadores). Buey almizclero. Alce.
Wapití. Reno. Saiga. Ciervo sika. Cabra siberiana. Muflón siberiano. Goral.
Ciervo almizclero siberiano. Castor europeo. Gacela de Mongolia. Jabalí. Oso
polar. Oso pardo. Oso negro asiático. León asiático (o africano) por león de
las cavernas. Hiena manchada por hiena manchada de las cavernas. Leopardo del
Amur. Tigre siberiano. Lobo. Cuón. Zorro rojo. Zorro ártico. Lince boreal.
Glotón.
Alaska
y zona norte de Canadá:
Mamut lanudo
(clonación).
Mastodonte americano (clonación). Prezoso terrestre de Jefferson (clonación).
Bisonte de bosque canadiense por buey almizclero de bosque. Camello bactriano
por camello norteamericano. Buey almizclero. Alce. Caribú. Bisonte americano de
llanura por bisonte estepario. Saiga. Ciervo de cola blanca. Castor. Rebeco de
las Rocosas. Caballo de Prezewalskii por caballo del Yukon. Homotherium (clonación). Lobo. Coyote.
Cuón. Zorro rojo. Zorro ártico. Lince canadiense. Glotón. Wapití. Oso polar.
Oso pardo. Oso negro americano. León asiático (o africano) por león americano.
Hiena manchada (por carroñero ind.). Pécari de collar por Pécari de cara plana.
Muflón de Dall.
Antes
de cerrar, un apunte sobre el territorio y las especies americanas.
Hay
que tener en cuenta que buena parte de lo que hoy consideramos ecosistemas de
El Gran Norte, se dieron en tiempos del Pleistoceno tardío en una amplia zona
al sur de los hielos, desde la actual frontera entre Canadá y Estados Unidos,
hasta algunos puntos de las Rocosas en California o la Sierra Madre mexicana,
con algunas zonas intermedias bastante amplias que hoy son praderas u otros
tipo de ecosistema boscoso, puesto que nos encontramos en un interglaciar.
Así,
es posible que algunas de las especies que veremos en la serie de Norteamérica,
pudieran quedar mejor encuadradas en el ámbito actual de El Gran Norte. Lo
iremos viendo, de cualquier modo.
Por
otra parte, mencionar también algo sobre la fauna expuesta. Puesto que la
clonación del mamut lanudo parece bien encaminada en Rusia (incluso en Japón se
estaba trabajando en ello), los científicos de los países norteamericanos
tendrían un estupendo motivo para centrarse en especies restantes propias de
América que difícilmente pueden ser sustituidas por especies supervivientes en
el presente. Tal es el caso de Mastodontes, perezosos terrestres y felinos
dientes de sable o cimitarra.
Respecto
a los felinos dientes de sable o cimitarra, son importantes en el sentido de
que los últimos estudios presuponen, quizás, una especialización en herbívoros
de megafauna en el término más estricto del concepto. Es decir, que actuarían
más bien como los leones, en manada, y sus poderosos colmillos tendrían como
tarea el perforar la gruesa piel de mamuts, mastodontes o megaterios, entre
otros, al menos crías, ejemplares subadultos y enfermos. Estas grandes especies
de herbívoros de megafauna tendrían así una regulación de poblaciones bastante
más efectiva y constate que, por ejemplo, los elefantes y rinocerontes
africanos y asiáticos de la actualidad, que en raras ocasiones caen víctimas
del ataque de leones o tigres.
Ya
para finalizar, habrán observado que he incluido a la hiena entre la fauna a
resilvestrar en El Gran Norte americano, aun cuando nunca parece haber habitado
el mismo.
Hiena manchada (Crocuta crocuta) |
Esto se debe a una suposición aún no desvelada por la ciencia; la
necesaria existencia del nicho de un poderoso y bastante especializado
carroñero en los ecosistemas. Todavía hoy se trata de encontrar al candidato que
pudo ocupar su lugar en América.
Se habló en un primer momento de los felinos
dientes de sable, que habrían sobrevivido en América ante la llegada de
panterinos, al contrario que en Eurasia, precisamente porque no llegaron las
hienas hasta América, aunque esta opción, parece cada día más abandonada.
Después, tres candidatos han sido propuestos para ese nicho; el lobo terrible,
que no acusó la presencia prolongada en el tiempo del lobo, con quien convivió,
el gran oso arctodus, del que se piensa que a grandes zancadas, y con su
imponente tamaño, era capaz de arrebatar las piezas a los grandes predadores,
siguiéndoles de cerca en sus cacerías, y por último, en base a ciertos estudios
dentarios, se llegó a pensar en un consumo ocasional de carroñas por parte de
los perezosos terrestres, que aprovechando también su tamaño, y sus poderosas
defensas en forma de garras, podrían haber accedido lentamente a las presas
cazadas por carnívoros, a los que serían capaces de ahuyentar en determinado
momento.
De
entre todos los supuestos, me decanto más por el caso del lobo terrible (Canis dirus), cuyos restos se
encuentran asociados con frecuencia a depósitos de otras variadas especies.
Pienso
que el gran oso arctodus pudo verse desplazado más bien por la reciente llegada
del gran oso pardo siberiano, que ocupó su lugar, apropiándose del nicho de
gran predador en Norteamérica, al contrario de lo que sucede en Europa, donde
su dieta queda orientada sobre todo hacia el omnivorismo. Respecto a los
perezosos terrestres, parece bastante claro que sus variadas especies se
contaron entre las más significativas moldeadoras del espacio, no sólo por su
pisoteo del terreno, sino principalmente, a través del consumo de una amplio
abanico de especies vegetales y sus frutos, generando las condiciones propicias
para los distintos ecosistemas a lo largo y ancho del continente americano.
Dicho
esto, sólo me queda añadir que algunos de los pasos del rewilding ya se han
dado o se están dando en el gran territorio de El Gran Norte. No sólo a través del trabajo
de Sergey Zimov, sino con la reintroducción en el siglo XX de bueyes almizcleros en
buena parte de Siberia, Alaska, y hasta los países escandinavos, así como
también los bisontes de llanura llevados al sur de Alaska, o los de bosque, que
están en proceso de reintrodución ahora mismo en ciertas zonas de la misma
Alaska.
Teniendo
en cuenta además que 43 especies sobre el total de 49 ó 50 anteriormente
existentes, siguen presentes en el planeta, de uno u otro modo, bajo misma
especie, subespecie, o especie tan próxima que cubre perfectamente el nicho, y
en disponibilidad de ser adaptadas al proceso, las perspectivas de conseguir
una restauración total de la megafauna del territorio, y del conjunto de
ecosistemas, son verdaderamente muy alentadoras y con un altísimo porcentaje de
poder ser llevadas a cabo, sobre todo si se consigue la clonación de mamuts y
alguna otra especie significativa, que sería el culmen definitivo.
Bien,
hemos llegado al fin del primer bloque de Mundo
Rewilding. Espero que hayan podido disfrutar de él y que haya cubierto,
aunque sólo sea muy por encima, sus expectativas.
La
sección Mundo Rewilding retomará su
andadura centrada en un nuevo bloque: Europa, que trataré de forma mucho más
pormenorizada, sobre todo en lo que se refiere a las distintas especies, y
abriendo también temática paralela que nos aproximará hacia la Península
Ibérica que, como comprenderán, es el objetivo fundamental de Tierra Sylvana,
por más que formemos parte de un todo en el planeta.
Si
lo tienen a bien, por aquí les espero de nuevo, y no olviden que quedo a su
disposición para ampliar, comentar o debatir, cualquier punto de esta
miniserie.
Gracias
por su atención.
Crédito de imágenes:
Todas las imágenes de la entrada son archivos libres de derechos de Wikimedia Commons o Public Domain Images.
Saludos Sylvanus, vuelvo a dejar mi comentario aqui... que bueno que rescates tus entradas, animo, actualizalas y sigue...
ResponderEliminarOjalá pronto podamos tener más datos del trabajo de Sergey Zimov, y podamos hablarlo....dado que hasta ahora me cuesta mucho seguir sus avances.