En
el primer bloque sobre la Historia de lo humano visto hasta ahora en Tierra
Sylvana hemos avanzado de forma muy rápida y resumida hasta adentrarnos en
aquellos momentos en que nuestra especie, Homo
sapiens, surgió en algún punto del Este de África para expandirse desde
allí por el resto de los continentes en un proceso de conquista que aún no
conoce límites y que va más allá incluso de nuestro propio planeta.
Sin
embargo esta dinámica de logros para los humanos modernos fue acompañada por
una estela de modificación de las condiciones hasta entonces imperantes en esos
espacios que, con el paso de los milenios, y desde los mismos inicios de
nuestra presencia, han sido transformados de forma significativa por nuestro
impacto.
Esta sucesión de entradas sobre los orígenes de la Humanidad enlaza directamente
con lo expuesto en uno de los primeros post del blog que hablaba sobre que
nunca tal insignificancia, como la humana, a escala planetaria, fue tan
relevante al mismo nivel. Del mismo modo sirven también de nexo con el que
probablemente va a ser y será el tema más relevante del nuevo blog, el rewilding o restauración de los
ecosistemas.
Seguiremos
más adelante con la vertiente histórica, pero ha llegado ya el momento de tomar
en consideración el concepto rewilding, muy de moda en los últimos años y que
espero que con el paso del tiempo llegue a tener algún día, desde nuestras
acciones humanas, tanto impacto en positivo como otros en negativo hemos
dispersado por el mundo a lo largo de nuestra existencia.
¿Qué
es “rewilding”?...En esta larga entrada intentaremos aproximarnos un poco al concepto.
Berrendos. |
El
término anglosajón “rewilding” tiene, desde luego, una mala adaptación a la
lengua castellana. Quizás, su mejor traducción podría ser “resilvestrar”, pero
cuando nos detenemos a pensar en el proceso como un todo probablemente sería
más acertado hablar de “rebuilding” o “recreating”, que entenderíamos como
“reconstruir” o “recrear”.
En
realidad el concepto tiene poco de novedoso. Seríamos injustos si dejáramos a
un lado la constante y ardua tarea emprendida muchos años atrás por diversos
colectivos que han tratado de conservar y restablecer la Naturaleza en
cualquier rincón del Planeta.
Sin
embargo el rewilding nace como un paso más allá del Conservacionismo, como un
peldaño superior en la ambición por recuperar de forma verdaderamente significativa
la gloria natural perdida desde nuestra aparición como especie, tomando a los
grandes mamíferos como figuras más representativas al entender que la
existencia o presencia de éstos, por su mayor requerimiento de espacio y por
su mayor capacidad a la hora de modelar el paisaje, producirán un efecto
cascada que restablecerá el ciclo de la vida, el círculo ecológico, con todos
los eslabones y nichos, garantizando la supervivencia y existencia de todas las
especies menores, como en cualquier época pasada.
Durante
millones de años, más allá de la Era Cuaternaria, los mamíferos hemos campado
por el planeta como las formas de vida más evolucionadas.
Se
podría así decir que en los últimos millones de años, y al menos hasta el
presente, hemos vivido la Era de los Mamíferos.
Sin
embargo, la que ha sido una constante desde entonces hasta hoy, caminando
juntos agrupados bajo muy diversas especies, ha entrado en una espiral
peligrosa que amenaza seriamente con simplificar estas condiciones, llevando
por el camino de la extinción a este grupo o Clase del Reino Animal en el que
nos hallamos incluidos los humanos.
Esto
tiene muy poco que ver con los procesos normales o naturales hasta hoy
conocidos, porque si bien es cierto que de forma general siempre desaparecieron
especies no lo es menos que otras similares, en conjunto de biomasa, les
tomaron el relevo manteniendo unos índices constantes.
Mamuts lanudos. |
Y
este proceso, antes y/o después, y teniendo también en cuenta siempre la
incidencia de cambios climáticos, ha venido íntimamente ligado a los efectos
del humano moderno sobre la Tierra.
Somos
pues, y no les quepa ninguna duda de ello, responsables directos de esa pérdida
terrible de biodiversidad a escala planetaria, centrada en este caso en el
conjunto de especies agrupadas bajo la Clase de Mamíferos.
Y
es que por la misma composición en número de especies y ejemplares, que
requieren de mayores territorios y hábitat para su existencia que otros
componentes como las aves, los reptiles, los anfibios o los invertebrados, los
mamíferos se cuentan entre los más incómodos de los animales con respecto al
hombre, y por lo tanto entre los más expuestos a la desaparición inminente en
un futuro ya no a largo, sino a medio o corto plazo.
Si
entendemos que forman parte de un todo, de nosotros mismos, y que
salvaguardándolos a ellos conservaremos también grandes hábitats, y por lo
tanto, a la mayoría del resto de especies animales y vegetales terrestres,
podremos caer fácilmente en la cuenta de la enorme importancia que tiene su
recuperación y mantenimiento, no sólo por ellos mismos, sino como efecto
paraguas, para el resto de la vida a escala planetaria, incluida la nuestra.
Los
mamíferos contamos con el menor número de especies de entre el Reino Animal y
éste, debiera ser ya un dato relevante muy a tener en consideración.
Dejando
de lado a los invertebrados, que agrupan al 95% de la vida animal en la tierra,
existen hoy en día más de 10.000 especies de aves, 9.000 de reptiles y 7.000 de
anfibios, mientras que los mamíferos ocupamos la última posición en diversidad,
con poco más de 5.000, y dentro de ellos, la megafauna es ya prácticamente
testimonial con respecto al "pasado reciente".
El
objetivo, pues, no es otro sino encontrar un hueco de convivencia con estas especies
para que nos ayuden al resto, recuperando un lugar que siempre ocuparon en
nuestra evolución, y que con demasiado atrevimiento estamos cercenando y
aniquilando siendo totalmente inconscientes de aquello que puede representar
para nuestro propio porvenir, en una cascada de efectos ecológicos que forman
parte de una cadena o círculo cuyas consecuencias de ruptura no podemos
calibrar todavía.
En
definitiva, puede que nos la estemos jugando seriamente, y en cualquier caso,
no somos quiénes para privar a las generaciones que nos sucederán de tan gran
legado natural que la evolución quiso brindarnos.
Leonas. |
Y
aquí no hay excepciones. No vale tomar sólo “los últimos tiempos” para
justificar que unos territorios cuenten con más o con menos especies y por lo
tanto no haya que mover un dedo según qué zonas, conservando sólo lo que ha
llegado hasta nuestros días.
No
señores. Eso intentaré mostrarles en la sección rewilding, que hubo un tiempo
muy reciente, hablando en términos geológicos, que es en el que “se mueven” el Universo
o la misma Tierra, y no en tiempo humano, que es algo muy egocéntrico y
limitado por nuestra parte, digo que hubo un tiempo “normal”, entendido como
norma en la Naturaleza, en que los grandes mamíferos poblaron todos los
rincones del planeta ocupando una serie de posiciones o nichos de semejanza, y
que curiosamente su desaparición, desde entonces y hasta la fecha, coincidió
con nuestra llegada a los mismos, en esta particular expansión de especie que
en un proceso propio y exclusivo cercenó además vías futuras de retorno para el
resto, y que amenaza ya seriamente con acabar incluso con aquellas especies que
pudieron sobrevivir en áreas de menor impacto ambiental y climático,
encontrando allí más oportunidades…hasta hoy, que chocando con nuestros
intereses desmedidos y presencia masiva, entran ya en el camino de “no
retorno”.
Ese
período de aparición del humano moderno, que no va más allá de cincuenta mil
años atrás, combinado con momentos críticos para la adaptación de especies a
cambios en el clima y los ecosistemas en esos nuevos territorios conquistados,
necesitó de apenas unos milenios para hacer desaparecer prácticamente a todos
los referentes de la gran megafauna, extinguiendo géneros enteros, cientos de
especies, cientos de nichos hasta entonces siempre cubiertos en Europa, Asia
Septentrional, América del Norte, América Central y del Sur, Australia, Grandes
Islas...rompiendo así los esquemas y procesos de existencia y relevo de toda la
comunidad faunística, y por tanto, alterando enormemente también al resto de la
evolución ecológica o medioambiental, a nivel planetario.
Caza del gliptodon. |
En
1953 el científico estadounidense Paul S. Martin terminó su licenciatura en
zoología en la Universidad de Cornell (New York). Durante varios años completó
su formación con máster y doctorados y comenzó la investigación en las
Universidades de Yale y Montreal, para pasar definitivamente a la Universidad
de Arizona, donde trabajó durante treinta y dos años.
Su
mayor aporte al mundo científico fue la elaboración de la Hipótesis de la
Extinción Masiva de la Megafauna por el Hombre, provocada a finales del
Pleistoceno por el ser humano moderno, poniendo de relieve que la gran
desaparición, sobre todo de la mastofauna, se produjo en diversos territorios a
nivel planetario coincidiendo precisamente con el período de llegada y
asentamiento de Homo sapiens a los mismos.
Martin
fue duramente criticado por parte del mundo académico de su época,
especialmente por arqueólogos y paleontólogos (y posteriormente climatólogos),
que le acusaron de trivializar la cuestión del cambio climático simplificando
la extinción de la megafauna en una exagerada “guerra de exterminio” por parte
del hombre.
Sin
embargo, a día de hoy, con los conocimientos actuales, y sin restar ningún
mérito a la figura del geocientífico estadounidense que se atrevió a plantear
en su momento la cuestión en el ámbito académico, tampoco hace falta ser un
gran científico, zoólogo, arqueólogo, paleontólogo, geólogo ni climatólogo,
para caer en la cuenta de una cuestión tan evidente.
Sin
conocer siquiera la existencia y conclusiones de Paul S. Martin cualquier
aficionado a la zoología, la paleontología o la geología, con un mínimo de
visión de amplitud, puede entender que los procesos evolutivos de recambios de
comunidades faunísticas responden a grandes cambios en el clima y los
ecosistemas. Esos grandes cambios en el clima, a lo largo de diversos períodos,
han conllevado la sustitución de una fauna hasta entonces nativa por otra
invasora que les ha tomado el relevo por competencia natural.
Y
¿qué duda cabe?, la llegada del humano moderno u Homo sapiens a distintas áreas del planeta sólo puede
contemplarse como lo que fue, en toda su magnitud; la aparición del más temible
e inteligente depredador, capaz de emplear unas técnicas y tácticas hasta
entonces desconocidas por la fauna autóctona de un determinado territorio.
Caballos de Przewalski. |
Fueron
por tanto la combinación de varios factores, no sólo la aparición del ser
humano en un determinado momento, sino los cambios climáticos o la propia
particularidad de ciertas zonas (como el aislamiento por insularidad, etc.),
las que se conjugaron para dar el golpe de gracia definitivo a un buen número
de especies que no necesariamente desaparecieron a finales del Pleistoceno,
sino que lo hicieron en otras fases del mismo período, o incluso bien entrado
el Holoceno, siendo éste un fenómeno que perdura con más fuerza que nunca en
nuestro presente.
Así,
fijándonos más detenidamente en la cuestión, observamos claramente que allí
donde el ser humano moderno apareció en un momento relativamente temprano en
un ámbito en el que el cambio climático no afectó de forma tan notoria, y donde
el espacio geográfico presentaba gran amplitud y continuidad, el efecto de la
extinción masiva de especies fue muy limitado, apenas significativo, véase los
casos de África y Asia Meridional.
Sin
embargo, conforme nos acercamos en el tiempo observamos que la aparición de
Homo sapiens en otras áreas más sensibles, y en momentos de adaptación o
evolución de las comunidades faunísticas ante los cambios climáticos, resultó
clave para entender la pérdida de biodiversidad a gran escala, siendo pues el
hombre un factor decisivo en esta cuestión.
Llegó
el humano moderno a Papúa y Australia hace unos 50/40.000 años, en época de
cambio climático, y la gran fauna autóctona y peculiar que había sido capaz de
mantenerse con distintos géneros y especies a lo largo de millones de años desapareció
repentinamente en un período temporal muy breve de convivencia con el humano
moderno.
Llegó
el humano en un primer momento al continente americano, y ya las consecuencias
pudieron notarse, pero fue sobre todo a partir de las últimas migraciones
masivas de hace unos 14.000/12.000 años a través de Beringia, cuando se
observa la definitiva combinación del cambio climático con los efectos de la
Cultura Clovis, que aniquilará a la gran
mastofauna norteamericana y sudamericana, en un período relativamente breve,
pero que incluso se prolongará hasta bien entrado el Holoceno, donde todavía se
han encontrado los restos de grandes mamíferos que sobrevivieron al final de la
glaciación.
En
Europa encontramos asociada la extinción definitiva de la gran mastofauna
templada a la llegada del humano moderno, hace entre 40 y 30.000 años, cerca
del máximo glacial o punto álgido de frío, cuando ésta siempre había sido capaz de
sobrevivir a glaciaciones tan impactantes como la de aquel momento.
Ni
siquiera tenemos que esperar al máximo glacial de hace 20.000 años, sino que
fue aquí, en el momento clave de aparición del humano moderno, cuando
desaparecieron los grandes mamíferos de clima templado que permanecían en sus
delicados refugios meridionales, aunque con toda probabilidad, el
recrudecimiento de las condiciones ambientales se combinó también para asestar
el definitivo golpe mortal.
Gamos. |
Pero
como vemos, la aparición del ser humano moderno cazador del Paleolítico no bastaba por sí sola para
determinar la extinción masiva de especies en amplios espacios geográficos
dotados de continuidad, y volvemos a encontrarnos con la evidencia de que la
fauna fría sí pudo expandirse y asentarse en Europa durante el último período
glaciar, junto al humano moderno del Paleolótico Superior.
Fue
de nuevo la llegada del gran cambio climático de hace unos 13.000-12.000 años
la que provocaría la retirada de Europa de esas especies hacia latitudes
norteñas de refugio, y allí sí, una vez
más, el impacto de la acción del hombre cazador impediría de nuevo la
supervivencia relicta y bajo mínimos de las mismas, aniquilando a rinocerontes
lanudos, mamuts o ciervos megacerinos, bien entrado ya el Interglaciar
Holoceno, algo que jamás hasta entonces había ocurrido, pues siempre eran
capaces de resistir en enclaves propicios para volver a retomar sus dominios en
tiempos glaciares.
Ni
que decir tiene que la extinción de la gran fauna de grandes territorios
insulares como Madagascar o Nueva Zelanda, y otros más pequeños como Sicilia,
Cerdeña, Creta, Córcega, Baleares u otros archipiélagos menores del
Mediterráneo, desaparecerá precisamente coincidiendo con la llegada del hombre,
a lo largo de los milenios, y bien entrado también el período interglaciar del
Holoceno.
Por
tanto, cada vez van quedando menos dudas al respecto del papel decisivo del
hombre en la extinción de megafauna, en determinados períodos críticos.
Si bien ya de por sí este impacto supuso eliminar la posibilidad de supervivencia de la
gran fauna en enclaves propicios, hubiera sido de esperar que al menos desde allí donde sí
lograron sobrevivir las especies iniciaran una expansión a escala planetaria
que, a través de la evolución o la adaptación a nuevos territorios, hubiera
procurado un retorno futuro a los continentes o regiones esquilmadas.
Más
que nunca entonces la acción del hombre impediría la normalidad de ese proceso
de relevo faunístico “natural” que hasta ese momento se había producido sin
excepción durante millones de años anteriores, en la Era Cuaternaria.
Y
entrecomillo “natural” porque entiendo, como ya saben, que el mismo hombre
forma parte de la Naturaleza, y por tanto su acción hay que contextualizarla
dentro de ésta, como un factor más.
Natural
es todo aquello que la Naturaleza permite. Normal es lo que hasta entonces ha
sido un proceso de “norma” o “regla” por la que se ha regido el funcionamiento
de la misma.
Los
procesos tempranos de control y selección de especies animales y vegetales por
parte del hombre, conocidos como Mesolítico, han estado seguramente presentes
con mayor o menor intensidad, desarrollo o impacto, de una u otra forma,
prácticamente desde la aparición del ser humano moderno, si no con
anterioridad. Sin embargo la dependencia total de éstos bajo un nuevo modelo
productivo de gran magnitud y alcance, conocido como Neolítico, no se produjo
de la misma forma ni al mismo tiempo en todo el planeta.
La agricultura y la ganadería, principales novedades del Neolítico. |
En
algunas zonas el propio modo de vida de sus habitantes y las condiciones del
ecosistema hicieron innecesaria su aplicación y desarrollo en momentos
tempranos, véase África Meridional, Sudeste Asiático, Grandes Llanuras
norteamericanas, Selva Amazónica o áreas circunpolares del Hemisferio Norte.
En
ellas los cazadores-recolectores siguieron encontrando un amplio abanico de
presas o recursos que les permitieron continuar con su tradicional modo de
vida, pese a conocer mejor que nadie la propia dinámica de funcionamiento de los
animales que cazaban o de los vegetales que recolectaban.
Sin
embargo otros territorios del planeta vieron muy mermada esta capacidad, pues
se encontraban a merced de la profunda crisis de sus ecosistemas, producida por
el gran cambio climático, con la consiguiente alteración y desaparición
acelerada de su fauna, teniendo que emplearse a fondo en la diversificación de recursos
o especializándose en aquellos de gran rendimiento.
Precisamente
una de las áreas que notó las grandes transformaciones desde los tempranos
momentos del Interglaciar Holoceno fue el Noreste de África, con la
desertización del Sahara, y Oriente Próximo, que se vio afectado por un efecto
similar.
Allí
el ser humano se verá obligado y condicionado a sobrevivir desarrollando y
perfeccionando las técnicas ganaderas-agrícolas de forma muy intensa, y ello
derivará en un nuevo modelo productivo-social que facilitará el sedentarismo en
poblados cada vez más grandes y numerosos, dependientes de su hinterland, que
en un desarrollo tecnológico-social constante llevarán al nacimiento de las
primeros asentamientos urbanos, ciudades-estado, y a la aparición definitiva de
las grandes civilizaciones mesopotámicas y egipcia.
Tendencias
que, en términos más o menos rápidos de aculturación, se extenderán por el
entorno del Mediterráneo y el Indo, en zonas propicias para su desarrollo.
Da
la casualidad, o la “causalidad”, de que estas áreas concretas eran los
territorios clave para el tránsito de especies de clima templado, que desde sus
áreas potenciales, África y Asia Meridional, debían retornar para colonizar o
recolonizar aquellos territorios norteños ahora propicios para su expansión y
adaptación.
En
un proceso más o menos lento, humanamente hablando, pero rápido en términos
geológicos, algunas de esas especies debían haber completado, como hasta
entonces siempre ocurrió, su llegada a Europa o su establecimiento en otras
tierras favorables del norte asiático.
Sabemos
que varias de ellas lo intentaron y llegaron a alcanzar ciertos territorios
más o menos lejanos a sus focos originales.
Los
elefantes asiáticos alcanzaron zonas muy norteñas de China e incluso el entorno
del Cáucaso, en áreas del Oriente Próximo. Los hipopótamos se hallaban
presentes en Palestina, en el Delta del Nilo, y remontaban los todavía
caudalosos ríos del Magreb, en busca del Mediterráneo.
Elefantes asiáticos. |
El
rinoceronte indio llegó en su distribución hasta el área Afgano-Pakistaní, e
incluso es posible que también al Golfo Pérsico mesopotámico en los primeros
tiempos del Holoceno.
Hasta
el rinoceronte blanco penetró en el Sudán y el Alto Egipto, antes de
encontrarse con el hombre neolítico.
Otros
fueron más allá. Así, leones, leopardos
y búfalos de agua, comenzaban a expandirse desde Asia por Europa, entrado el
Holoceno.
En
definitiva, una lenta (o rápida, según se mire) expansión de especies que venía
a poner normalidad en los recambios de biodiversidad a escala geológica, que
se vio cortada de raíz desde los primeros momentos debido a la acción directa o
indirecta del ser humano.
La
transformación de espacios en beneficio de la agricultura y la ganadería, y la
persecución directa a través de la caza, en un exterminio masivo y constante,
abocaron a las especies competidoras del hombre (que fueron casi todas) a la
extinción.
Una
extinción local en un primer momento, pero que se ha ido generalizando a nivel
planetario de la mano de esta expansión y avance de la Humanidad por todos los
rincones de La Tierra, y en términos que resultan ya de enormes proporciones y
consecuencias, en una insostenibilidad para la propia supervivencia a medio o
largo plazo del hombre que acabará, sin ninguna duda, volviéndose
definitivamente en nuestra contra.
También
el continente americano quedó aislado a la hora de recibir fauna de África o
Asia, debido a la desaparición del Puente de Bering hace unos 12/10.000 años,
dependiendo desde entonces, y en exclusiva, de una fauna propia que debía
evolucionar y adaptarse a las nuevas condiciones, pero que fue
"rápidamente" aniquilada por el hombre en tiempos del Temprano
Holoceno, quedando únicamente el bisonte de Norteamérica como fuente-recurso abundante.
Bisontes americanos. |
Desde
esta conclusión, Paul S. Martin defendió el concepto “rewilding” o Ecología de
la Resurreción planteando que la lenta y progresiva creación de los biotopos,
y el correcto funcionamiento de su vegetación a lo largo de los milenios,
estaba adecuada, condicionada y regida por la existencia de una megafauna hasta
entonces siempre presente, de una u otra forma, y que su extinción en masa, y
el no retorno de sus componentes, más allá de la terrible y negativa pérdida de
biodiversidad a escala planetaria, estaba modificando seriamente los
ecosistemas y por tanto pudiera ser incluso que el clima y las condiciones de
vida de la especie humana, debido a una grave la alteración del círculo
ecológico.
Resumiendo,
que las comunidades ecológicas naturales de la Tierra han evolucionado como respuesta
a la megafauna extinta, y el carecer actualmente de ella, sumado a la grave
alteración antrópica del medio, puede estar abocándonos rápidamente al peligro
del colapso.
Algunos
seguidores o “discípulos” de las tesis de Paul S.Martin, como los científicos
ambientalistas Connie Barlow o Josh Donlan, han retomado estos planteamientos
durante los últimos años, y también otras personalidades, como el ruso Sergey
Zimov, así como un buen número de fundaciones y plataformas conservacionistas,
norteamericanas y europeas, que intentan dar los primeros e imprecisos pasos en
este camino del rewilding.
Pero
¿es posible llevar a cabo tan titánica tarea y adaptarla a las particulares y
transformadas circunstancias de cada territorio a nivel planetario?...
Crédito de imágenes:
Foto 1: Miguel Llabata.
Foto 2: Public Domain Images.
Foto 3: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 4: Public Domain Images.
Foto 5: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 6: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 7: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 8: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 9: Imagen libre de derechos de Wikimedia Commons.
Foto 10: Public Domain Images.
Creo que las informaciones más completas en castellano sobre el tema del rewilding las has escrito tú en tu anterior blog, e intuyo que vas a darle peso también en esta nueva aventura. Da gusto leer estas entradas, en el mundo de los blogs en castellano no hay textos tan amplios sobre rewilding.
ResponderEliminarHola Álvaro. No tengas ninguna duda de que el rewilding va a tener todo el peso del mundo en este blog. Por cierto que estoy un poco "mosca" con él, no sé que pasa que por algún motivo apenas capta visitas del extranjero. No entiendo mucho de redes y estas cosas, pero en el anterior, cuando comencé, de inmediato recibía visitas de los cinco continentes, sobre todo Sudamérica, y a última hora prácticamente suponían la mitad de las contabilizadas enese espacio.
EliminarLlevo ya más de una semana y apenas entra alguna de Argentina, Portugal (que creo que son de alguien que ya era seguidores de ETQO), y de USA, el resto son siempre de España, y eso me mosquea, no sé si esta vez habré configurado algo mal o distinto, pero el caso es que creo haber seguido los mismos pasos, de hecho he añadido diretamente otro blog a blogger, desde la misma plataforma de El Tiempo Que Olvidamos...No sé, si alguien tiene alguna explicación u orientación al respecto, se la agradecería, porque creo que es muy importante conectar con el resto del mundo y que éste sepan también lo que se cuece en España, y las opiniones sobre la naturaleza de los que aquí vivimos.
Por cierto Álvaro, el otro día intenté comentar en Mirada de Lince, y tras enviar dos o tres veces el texto, veo que no ha sido posible. Era en el post sobre el rewilding en Israel, no sé si te llegaría.
Un saludo y muchas gracias por participar.
Tranquilo Sylvanus, todo se andará....además ahora mismo tienes en tus manos por lo que leo, la recuperación de antiguas entradas ahora modificadas y quizas actualizadas.
ResponderEliminarSaludos!
ResponderEliminarEn la actualidad no cabe duda de que "sapiens" es el máximo responsable de extinciones masivas y además en tiempos récord de infinidad de especies animales,lo que me asalta es la duda,teniendo en cuenta la escasa densidad de población de "sapiens" en su expansión,de si pudo ser el causante de la extinción de tan numerosas especies de mamíferos....
Felicidades por tu trabajo!
Por poner un ejemplo encontraríamos en la actualidad bosquimanos o tribus amazónicas que viven en perfecta armonía con el entorno sin causar mayor perjuicio a las poblaciones del resto de mamíferos de su entorno...
ResponderEliminarOtra duda desde mi ignorancia...
ResponderEliminarPor que se decidió "sapiens" a abandonar la abundancia de África?...
Cómo podemos explicar la extinción de mamíferos de norteamerica siendo las tribus amerindias ejemplo de integración en el medio y respeto a los mamíferos de su medio con connotaciones espirituales y místicas ancestrales hasta el punto de identificarse íntimamente con ellos...
ResponderEliminarchamanismo que comparten también sus ancestros en eurasia en zonas tibetanas y siberianas....
Pues para comprender todo esto, lo primero que debemos hacer es atender al concepto "espacio-tiempo", y tratar de situarnos en clave de tiempo "no humano", que es muy limitado, es decir, hay que partir de tiempo geológico.
EliminarLos humanos prehistóricos, por sí mismos, atendiendo únicamente a su impacto, no habrían sido un factor determinante o clave en la extinción de especies a escala masiva. De hecho no lo fueron en África ni en buena parte del Asia Tropcal. ¿Por qué?...
Porque la extinción masiva de especies a finales del Pleistoceno e inicios del Holoceno respondió a una conjunción de variables que hasta entonces, no se había dado.
Los cambios drásticos en el clima y los ecosistemas, por sí solos, tampoco procuraron nunca la extinción global y masiva en tantísimos otros ciclos y momentos de crisis o cambios ambientales.
Fue la combinación de ambos factores, la aparición de momentos de crisis ambientales, de gran vulnerabilidad y adaptabilidad para ciertos grupos de especies, y la irrupción del impacto de Homo sapiens, las que procuraron una extinción masiva a tal escala, sin relevos, nunca observada con anterioridad durante los 65 millones de años de la Era Cenozoica, y no digamos ya durante el período de alternancia de glaciares e interglaciares más reciente, conocido como Pleistoceno.
Los cambios ambientales son siempre más marcados en zonas que se alejan del Ecuador, conforme nos acercamos hacia los polos. Éstos últimos tampco notan de forma extrema los cambios. Son las zonas intermedias entre ambos las que más sufren o padecen las crisis climáticas y de ecosistemas.
Por si esto no fuera poco, la presencia más antigua y continuada del ser humano moderno se dio precisamente en aquellas zonas cercanas al Ecuador, donde la gran fauna tuvo un tiempo mayor de coevolución y adaptación al sapiens surgido en ellas.
Por tanto, si seguimos el rastro de la expansión de sapiens por el Mundo, caeremos perfectamente en la cuenta de cómo fue afectando a las distintas zonas del globo, y en distintos momentos de cambios en los ecosistemas.
EliminarY con ello podremos ver claramente esta doble causa.
Por ejemplo, en Europa, hace entre 40 y 30.000 años la glaciación Würm estaba avanzando de tal modo que se encaminaba de forma decidida a lo que conocemos como máximo glacial, que se dio hace ahora entre 24.000 y 18.000 años.
En ese máximo glacial se proujo la mayor bajada de las temperaturas medias conocidas durante el último episodio glacial, que osciló alrededor de -10º con respecto a las del presente.
Esto ya había sucedido en anteriores fases glaciares del Plesitoceno, y sin embargo, las especies templadas de megafauna nunca llegaron a desaparecer.
Es posible que alguna, de forma puntual lo hiciera, pero su nicho era después cubierto, o su ausencia, nunca supuso una merma generalizada del concepto general de megafauna.
Las especies de megafauna de clima templado europeo se cantonaban en sus refugios más propicios, los de las penínsulas meridionales como la nuestra, la Ibérica, para resistir aguantando tiempos más propicios, por ejemplo como el actual interglaciar holocénico, tal y como habían hecho siempre en el pasado, en anteriores picos glaciares.
¿Cuál fue la novedad en aquella ocasión para que las cosas no salieran de acuerdo a la "norma", de forma "natural", como en tantos períodos anteriores?.
Pues parece bien claro, como veremos en el resto de territorios a escala planetaria. La novedad fue la combinación con la aparición de una nueva especie y su impacto, la llegada de Homo sapiens hace entre 40 y 30.000 años antes del presente a esos territorios de Europa.
Allí donde la fauna glacial ya había llegado, el impacto de sapiens no fue determinante para su extinción, porque no se dio la variable de crisis ecosistémica.
En las zonas ya ocupadas por la glaciación, la fauna glacial había llegado, y no estaba al límite, por lo tanto Homo sapiens no la extinguió en su momento propicio de hábitat, de ahí que conviviese durante muchísimos milenios, unos 30.000 años, sin extinguir a la megafauna glacial europea.
Sin embargo, para la fauna templada acantonada, que resistía en sus refugios meridionales algo menos fríos, aguardando tiempos mejores de expansión, la aparición del factor sapiens sí fue determinante.
Es en estas fechas cuando desparecen del sur de Europa los últimos elefantes de colmillos rectos, los últimos hipopótamos, los últimos rinocerontes de estepa, los últimos gamos...hasta los últimos nendertales, por ejemplo.
Este fue un primer barrido de megafauna, una megafauna templada, la más sensible, que ya no podría volver a expandirse a la llegada del posterior interglaciar actual, porque ya no estaba presente.
EliminarEsto, no había sucedido nunca con anterioridad, pese a los cambios de períodos glaciares e interglaciares, pese a máximos momentos glaciares, pese a enormes crisis ambientales, del clima y ecosistemas. Siempre encontraron refugios en los que, al límite, resistieron para posteriormente recolonizar en momentos adecuados...
Este rastro de desaparición por combinación de ambos factores podemos encontrarlo claramente no sólo en la megafauna templada de Europa. Lo encontramos también a la llegada de Homo sapiens a Australia, lo vemos al final de la glaciación en Eurasia, cuando las especies claciares sí tenían que adaptarse a quedar acantonadas o recluidas en lo más norteño, allí donde debían de aguntar como en otras fases anteriores sucedió, la llegada de una nueva glaciación, pero en esta ocasión, se encontraron con la fatal combinación, momento crítico ambiental, y presencia de Homo sapiens.
Y lo mismo sucederá en América, donde sapiens irrumpirá y se expandirá en pocos milenios, justo los milenios de mayor crisis y adaptabilidad de las especies. Durante millones y millones de años, América encontró la formula para perpetuar su megafauna, pero en esta ocasión, el período crítico de adaptabilidad, tanto de las especies glaciares que se acantonaban, como de las templadas que empezaban su avnce desde sus refugios al límite hasta entonces, serían testigos del severo impacto que produciría la irrupción de la nueva variable, el humano moderno, que en apenas seis milenios, que es un suspiro en tiempo geológico, ocupó el continente desde Alaska a la Tierra del Fuego, justo en los momentos más delicados de un período de tránsito, de dinámica evolutiva de adaptabilidad de la megafauna americana, donde cualquier incidencia notable en el engranaje de un corecto funcionamiento, pudo alterar para siempre el devenir posterior.